Partido autónomo, partido paraestatal

  • Víctor Reynoso
Es parte de uno de los temas actuales de nuestra política.

Profesor de la UDLAP

El PRI nació y creció bajo la tutela del presidente de la República. Entre 2000 y 2011 tuvo la oportunidad de crecer sin ese tutelaje, y tuvo avances importantes, pero la perdió bajo la figura de Enrique Peña Nieto. El expresidente llevó a su partido a sus niveles más bajos, en su imagen pública y preferencias electorales. Ahora, con la renuncia de José Narro Robles a ser candidato para presidir al PRI, y sobre todo con los argumentos que presentó para explicarla, ese partido da la impresión de estar perdiendo otra oportunidad.

El perfil político de Narro es muy superior al de su principal contrincante, el gobernador de Campeche Alejandro Moreno Cárdenas. La trayectoria de Narro como exrector de la principal universidad del país, y como exsecretario de Salud contrasta con el perfil, sumamente discreto, de Moreno Cárdenas, considerado por Narro como “candidato oficial”.

Pero más que ese contraste, preocupan los argumentos de Narro. Señala que el proceso es una simulación, pues la cúpula del partido ya se decidió por Moreno. Que el padrón electoral priista es “tramposo y abultado” para favorecerlo. Quizá su afirmación más preocupante: “son groseros los indicios de intervención del actual gobierno federal en la misma dirección”.

¿López Obrador interviniendo groseramente en el PRI? ¿El PRI sometido a la voluntad de López Obrador? Es parte de uno de los temas actuales de nuestra política: qué tanto del PRI hay en Morena y sus gobiernos, qué tanto de Morena hay en el PRI.

Si lo dicho por Narro es cierto, hay razones para preocuparse. Ninguna democracia funciona sin un sistema de partidos autónomos. El PRI, según esos dichos, corre el riesgo de convertirse en un partido paraestatal, parasitario del poder, capaz de generar bienes privados para sus dirigentes, pero incapaz de generar los bienes públicos que el país requiere.

Para algunos plantear que hay una cercanía entre Morena y el PRI es absurdo. ¿No fue ante todo el voto antipriista el que llevó a Morena al poder? Sí, en cierto sentido. Pero las cosas son más complejas. El anhelo de un hombre fuerte que centralice el poder, que hable en favor de las mayorías más pobres, que concentre facultades, está presente en muchos mexicanos. Prefieren eso a una división de poderes que trabaje con balances y contrapesos, que generalmente dan buenos frutos solo en el mediano y el largo plazo.

Según Narro, conversó con miles de priistas cuando decidió ser candidato a la presidencia de ese partido. Encontró en sus conversaciones descontentos con la simulación, la corrupción, los excesos, la lejanía de la dirección con la militancia y los liderazgos de base. La dirección partidista no parece estar preocupada por este descontento.

Beatriz Pagés y Rogelio Montemayor acompañaron a Narro en su salida del PRI. Manlio Fabio Beltrones declaró que no votaría en la elección interna. El desempeño de este partido, en general, fue muy pobre en las elecciones de este 2 de junio. Parece que el PRI está perdiendo su oportunidad de constituirse en un partido autónomo que recupere lo mejor de su historia política. Parece que prefiere la comodidad paraestatal.

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Víctor Reynoso

El profesor universitario en la Universidad de las Américas - Puebla. Es licenciado en sociología por la UNAM y doctor en Ciencia Social con especialidad en Sociología por El Colegio de México.