¡Sin ruido!, por favor

  • Ana Teyssier
La sociedad moderna se ufana del triunfo de las libertades, reconocimiento y ejercicio sus derechos

La cultura del ruido.

A todas horas, en cualquier lugar y muchas veces sin razón, el ruido generado por diversas fuentes permea todos los espacios y a todas las personas. La sociedad moderna se ufana del triunfo de las libertades, el reconocimiento y el ejercicio sus derechos mal entendidos como acciones sin consecuencias bajo el argumento de aquí se puede hacer todo porque se quiere y se puede.

Alberto García Ruvalcava refiere en su artículo Ruido excesivo y estado de derecho que “Hace ya más de tres décadas el sociólogo jurídico Volkmar Gessner advirtió que en México los conflictos cotidianos entre vecinos no suscitan el interés de los gobernantes. Esa indiferencia ha persistido desde entonces justificada en el razonamiento de que los recursos del Estado deben destinarse a problemas jerárquicamente más graves. Los conflictos vecinales, ´menos espectaculares, pero infinitamente más frecuentes´, siguen sin atraer la atención de las autoridades, haciendo cada vez más acuciante el rezago”.

Reproducir música con altoparlantes; arrastrar, aventar y azotar cosas; anunciar con altavoces productos y/o servicios, estallido de cohetes con pólvora, arrancones de vehículos automotores, uso excesivo de cláxones, ladridos de mascotas amarradas y/o hambrientas, exagerado bullicio de las personas y escándalos callejeros, etc. son una constante que no permite el sosiego y la tranquilidad en entornos cada vez más hacinados, tensos y violentos. El ruido excesivo es una forma de manifestar nuestras emociones y hacer saber a los otros nuestra existencia, infortunadamente hay que hacer ruido para visibilizarnos y hacernos escuchar ante el fastidio, incomodidad y molestia de otros.

Poco ha importado el ruido consuetudinario y la contaminación auditiva a las autoridades competentes y sus efectos en la salud pública y en la convivencia social, es tratada como un mal menor, Oscar Humberto Castro del Observatorio Interdisciplinario del Ruido Jalisco asevera que “No hay que olvidar que el ruido puede convertirse en un mecanismo de poder y dominación, en una manifestación de violencia y, en casos extremos, en una forma de tortura”.

Hace algunos años surgió la Cruzada Contra el Ruido Guadalajara, un movimiento ciudadano que busca combatir la impunidad del ruido abusivo e impulsar nuevas formas de prevenir, vigilar y sancionar el ruido que tanto afecta nuestro descanso, proponiendo cambios a la legislación y regulación del ruido.

En la zona metropolitana y en el estado de Puebla necesitamos urgentemente acciones antiruido, los ruidos ambientales generados artificialmente por las personas si pueden regularse creando marcos normativos e instituciones que vigilen y sancionen el ruido. Vayamos hacia una nueva cultura de ruido, y hagamos los ruidos estrictamente necesarios y razonables con consideración y respeto a las otras personas.

anateyssi@gmail.com

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Ana Teyssier

Escritora emergente, emprendedora social e investigadora independiente. Se desempeña como periodista cultural, narrativa y de opinión. Premio Municipal de la Juventud y el Galardón Poblano Distinguido. Trotamundos y otras manías.