En el reciente congreso de la Society for Behavioral Neuroendocrinology en la Universidad de Indiana en los Estados Unidos de América, la Dra. Margaret McCarthy mostró como en el desarrollo del feto se llevan a cabo una serie de cambios para que el cerebro del macho sea diferente al de la hembra. Esta investigadora mostró que tan pronto las gónadas se diferencia hacia testículos, estos secretan testosterona la cual llega al cerebro e induce cambios no solo en las células del cerebro, las neuronas, sino que también en las células que soportan las neuronas, denominadas genéricamente como glía. De hecho, es la glía el factor fundamental para que el cerebro de los machos cambie y les permita ser exitosos durante la cópula y poder preñar a las hembras en la edad adulta. Los estudios de la Dra. McCarthy muestran que existe un fenómeno inflamatorio, tal como cuando nos enfermamos, pero regulado y controlado para evitar el rechazo del feto, pero que permita el cambio de su cerebro.

Es razonable mencionar que en los mamíferos el sexo lo determinan los cromosomas sexuales y que el cromosoma Y es el que determina el rumbo de la gónada hacia testículo y que son los andrógenos en el macho los que determinarán los cambios en los genitales hacia macho y después en la pubertad que aparezcan las características sexuales secundarias como: el cambio de voz, la distribución característica del vello corporal, el crecimiento del pene y testículos. Pero también inducen cambios en cómo operan nuestros órganos, incluyendo el cerebro. Estos conocimientos son fundamentales para entender el proceso y establecer sus posibles alteraciones y sus consecuencias en la edad adulta, particularmente en el desempeño sexual y en la infertilidad.