Perdió la democracia

  • Norma Angélica Cuéllar
El abstencionismo de casi 70% nos debe llamar a la reflexión

Se lo voy a decir bien claro. Si no salió a votar, no tiene derecho a criticar nada. El abstencionismo de casi 70 por ciento de ayer en la elección extraordinaria de Puebla nos debe llamar seriamente a la reflexión. No es posible mantener una costosa infraestructura electoral para tener participación tan mediocre y desinformada.

Mire, con los datos del PREP, se sabe que votó menos del 33 por ciento de los electores inscritos en la lista nominal, lo que constituye la participación más baja de en la historia de las elecciones a la gubernatura.

Y no es que en otras elecciones hayamos tenido una altísima participación. No es así. En este país nunca se han tenido votaciones copiosas como las de Australia o Bélgica, donde se registran niveles de abstencionismo de menos del 10 por ciento. Pero los resultados de ayer, en realidad son desastrosos. Casi 7 de cada 10 poblanos, no salieron a votar.

Hagamos una revisión de la participación de los poblanos en sufragios.

En 1992, se había tenido la participación más baja de la historia con 39.5 por ciento de votos de ciudadanos inscritos en la lista nominal de electores. De ese proceso, ganó el Manuel Bartlett Díaz, entonces candidato del PRI.

En la elección de 2016, la denominada minigubernatura, se tuvo una asistencia de 44.6 por ciento de participación del electorado y en la que ganó el entonces candidato del PAN, Antonio Gali Fayad, quien gobernó por un periodo atípico de 22 meses. Estamos hablando que se tuvo un nivel de abstencionismo de 55 por ciento.

La participación más alta en la historia de una elección a la gubernatura de Puebla se registró en las elecciones concurrentes del 2018, cuando el 67.6 por ciento de la lista nominal en Puebla se emitió su sufragio en las urnas. De esa elección salió triunfadora la fallecida Martha Erika Alonso.

En 2010, se tuvo una participación de 58.6 por ciento, en la que ganó el panista Rafael Moreno Valle; en 2004 ganó el priista Mario Marín Torres con una votación de 55.18 por ciento; en 1998 fue del 55.5 por ciento y la ganó el priista Melquiades Morales Flores; en 1986 fue del 49.1 por ciento para el triunfo del priista Mariano Piña Olaya; y de 1980 del 53 por ciento a favor del PRI con Guillermo Jiménez Morales.

Como vimos, los poblanos, salvo la elección de 2018, tienen poca asistencia a las urnas… pero la de ayer fue una jornada alarmante.

Con el 99.9 por ciento de actas computadas, el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) reflejó que el candidato de “Juntos haremos historia” (Morena, PT y PVEM), Luis Miguel Barbosa Huerta, ganó la elección a la gubernatura de Puebla con 682 mil 137 votos y una ventaja de 11.4 por ciento sobre su más cercano adversario.

Los más de 682 mil votos que obtuvo Barbosa Huerta representa el 44.6 por ciento de la votación; mientras que el candidato del PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, Enrique Cárdenas Sánchez, obtuvo el 33.2 por ciento con 506 mil 996 votos; y finalmente el candidato del PRI, Alberto Jiménez Merino con 281 mil 875 votos que representan el 18.4 por ciento.

En cuanto al nivel de participación, el PREP reflejó un 33 por ciento de la lista nominal, que representa un millón 526 mil 932 votos. A penas, el pasado mes de febrero el Instituto Nacional Electoral había informado que el padrón electoral del estado de Puebla se encuentra formado por 4 millones 561 mil 740 ciudadanos. Luego entonces, tres millones de electores no salieron este domingo a votar.

Pongámoslo así, el abstencionismo no es la enfermedad, sino el síntoma de un síndrome de apatía política y ética que tenemos en este país, producto de muchísimas cosas, entre ellas deficiente educación, ausencia de hábitos de lectura de libros y periódicos, y quizás un desencanto de las instituciones partidarias, pero sobre todo negación a participar en asuntos públicos.

Imagínese que un país pequeñito como Guatemala tiene asistencia de 70 por ciento de su población en los comicios. Es un poco vergonzoso que México ocupe uno de los primeros sitios en la lista de abstinencia electoral del continente americano.

Ante este panorama, se haría necesario que los órganos legislativos consideren la necesidad de hacer que el voto sea obligatorio y quién no acuda a las urnas se haga acreedor a una sanción administrativa. En total, en sólo 26 países en el mundo, el voto es obligatorio y se tiene una concurrencia de más de 90 por ciento de electores el día de los sufragios.

Me parece que los partidos políticos en México no han discutido el tema porque el obligar a las personas a votar, los convocaría a analizar cada una de las ofertas y a reflexionar sobre sus propuestas de campaña, en pocas palabras, la obligatoriedad haría que la gente piense. Cosa que creo, al menos por ahora, no les interesa. Un pueblo informado exige, en tanto que un pueblo desinformado es fácil de manipular. Ya lo decía Simón Bolívar: “un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción.”

Así que si considera que no votar es una manifestación de rechazo, piénselo dos veces.

Si tiene algo qué contarme, escríbame norcudi@gmail.com me interesan mucho sus puntos de vista.

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Norma Angélica Cuéllar

Periodista egresada de la UNAM, especializada en política, derechos humanos, religión y migración, con artículos publicados en revistas y diversos medios nacionales. Doctora en Sociología por el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la BUAP.

 
 

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