Dimensiones del “hampa periodística”

  • Juan Luis Hernández Avendaño
Posibilidades que tiene el poder público para domesticar a los medios.

Hace algunos años en una televisora nacional, un jefe de información recibió la siguiente llamada: “Roberto, consigue un reportero que haga un reportaje para golpear al político (…), lo presentamos en el noticiero de la noche”. Un par de horas después el jefe de información recibe otra llamada: “Roberto, el político (…) ya se puso de acuerdo con el jefe, busca un reportero que haga un reportaje para hablar bien de él, lo presentamos en el noticiero de la noche”.

Variaciones del mismo tema se han presentado a nivel nacional y subnacional en todos los medios de comunicación impresos y electrónicos que han decidido tener una relación orgánica con el poder, sean gobiernos o partidos políticos. Alguna vez Emilio Azcárraga II dijo que era “un soldado del PRI” pero en su contexto era todo lo que había de poder. Hoy una parte significativa de los medios de comunicación son soldados de quien gobierne, sean priístas, panistas o morenistas.

Eso explicaría la esquizofrenia de algunos medios de comunicación poblanos que en su línea editorial en las elecciones del año pasado convirtieron a Barbosa en el enemigo público, centraron las guerras sucias en él y no ahorraron ni tinta ni espacio para demonizarlo y atacarlo sin piedad. Esos mismos medios son ahora barbosistas, se han sumado sin pudor alguno a la cargada del poder emergente y con visos de hegemonía, y ahora cambiaron sus dardos para lanzarlos sin clemencia a Enrique Cárdenas, el nuevo enemigo público de quien tiene el poder.

Ninguno de los dos (Barbosa y Cárdenas) son como dicen los medios, convertidos éstos en correas de transmisión de equipos de campaña ávidos de demostrar estrategias alegales y amorales para destruir al contrario, cueste lo que cueste.

Esta dimensión del “hampa periodística” planteada en un ensayo de Enrique Krauze cuando aún existía el periódico unomasuno, y retomada en una mañanera por López Obrador, nos ofrece las diversas posibilidades que tiene el poder público para domesticar a los medios y con ello domesticar a la sociedad. Desde “no te pago para que me pegues” hasta erogar miles de millones de pesos en periodistas-empresarios-francotiradores, los gobiernos de cualquier signo parecen estar convencidos que así es como se gobierna o se mantiene el gobierno.

A juzgar por los resultados del gobierno de EPN, los periodistas-empresarios-francotiradores que aparecieron en las listas que dio a conocer el diario Reforma, habrían engañado vilmente al ex presidente de marras, toda vez que los miles de pesos invertidos en ellos y sus empresas no le habrían servido a EPN y su grupo a mantener el poder ni tampoco a estar seguros de en qué momento el humor de AMLO los puede llevar al patíbulo mediático y justiciero.

Mientras Lozoya ya circula en la pira pública y se hacen apuestas a ver cómo el gobierno de AMLO administra la petición al poder judicial de órdenes de aprehensión de personajes emblemáticos del sexenio anterior, los periodistas-empresarios-francotiradores gozan de cabal salud no sólo por los millones recibidos sino por las condiciones que ofrecen para estar al servicio del mejor postor. Claro que, si sus reputaciones no están precisamente en su mejor momento, tampoco importa, ¿cuándo ha importado?

En todo este escarnio ha quedado de lado el papel de las nuevas audiencias y sus nuevos usos tanto de información como de interacción con los medios, tanto tradicionales como sólo los digitales. Las preguntas asaltan ¿quién le cree o lo creía a López Dóriga? ¿o a Ricardo Alemán? Probablemente más de lo que nos imaginamos, pero mucho menos que lo que valieron sus contratos millonarios. Y en Puebla ¿vamos a ver con la nueva administración gubernamental una lista de los periodistas-empresarios-francotiradores beneficiados del morenovallismo? Pero si casi todos se volvieron barbosistas de la noche a la mañana parece difícil que eso suceda, o lo que es lo mismo, el “hampa periodística” persiste y sobrevive ante cualquier amague de cambio político, cambio de régimen o 4a transformación posible.

En los últimos años afortunadamente también han surgido nuevos proyectos de investigación periodística que buscan sobrevivir sin la dependencia de la publicidad oficial. Los lectores, credibilidad y trabajo profesional hablan por ellos y eso en estos tiempos es digno de celebrarse y apoyar. Felizmente no sólo existe el “hampa periodística” y los nuevos contextos de concientización ciudadana ya no asimilan fácilmente fake news o narrativas pro poder. Un escepticismo sano recorre una parte importante de la sociedad mexicana y ese es el principio de cualquier vacuna contra quienes creen que aún tienen poder para fraguar posverdades irremediables.

- Politólogo, Director del Departamento de Ciencias Sociales de la Ibero Puebla

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Juan Luis Hernández Avendaño

Politólogo, director general del Medio Universitario de la Universidad Iberoamericana Puebla y profesor-investigador de Ciencias Políticas por la misma institución.