Desde la cuna, sentenciado a ser pobre por la desigualdad de oportunidades

  • Lucero Hernández
¿Tu tono de piel, el lugar donde naciste o tu género definen el camino de tu vida?

¿Tu destino ya está marcado? ¿Aún ayuda el “échale ganas” cuando se trata de crecer profesional o económicamente? ¿Tu tono de piel, el lugar donde naciste o tu género definen el camino de tu vida? Las respuestas a estas preguntas, aunque deberían no ser una sentencia, lo son, y esto se debe al contexto socio-económico del país donde vivimos: México y su baja, muy baja movilidad social.

La realidad es que las oportunidades de crecimiento a la par, no existen en México. La diferencia de nacer en el sur y norte del país, no solo es un tema territorial, es también de desigualdad por un desbalance de políticas públicas, nula efectividad y medición sobre el impacto de la población.

El Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) presentó su informe de Movilidad Social en México 2019, con base en resultados de una encuesta aplicada en el último trimestre de 2017, y que elabora cada seis años, con el fin de identificar el peso de las condiciones de origen de las personas en sus opciones de desarrollo.

El panorama no cambia para la población, eso sí, los cambios administrativos de gobiernos federal, estatal y municipales, sí, estos si deben renovarse, junto con sus promesas de igualdad de oportunidades, pero con el mismo resultado de siempre cada sexenio, y así lo demuestra el estudio de movilidad social.

49 de cada 100 personas que nacen en los hogares más pobres del país, se quedan ahí toda su vida, y aunque la otra mitad logra ascender, 25 de ellos no superan la línea de pobreza. En contraste, 57 de cada 100 mexicanos que nacen en hogares ricos, se mantienen ahí el resto de su vida.

Ahora veamos el mismo escenario por regiones: la región centro del país, donde se encuentra Puebla, el grado de desigualdad de oportunidades es del 46 por ciento, similar al de estados del sur del país como Veracruz, Oaxaca o Guerrero, con el 45 por ciento, no así, si medimos ambas regiones con el norte de México, donde la desigualdad se reduce a 31 por ciento.

Los contrastes son considerables, no es lo mismo nacer pobre en el sur de México que en el norte. Mientras en el sur, el 67 por ciento de la población con ingresos bajos se queda ahí toda su vida, en el norte, el rango es del 23 por ciento.

Para la región centro, donde está Puebla, la situación alcanza a 38 de cada 100 poblanos, cuya vida está marcada por la pobreza al haber nacido en hogares de ingresos muy bajos. Quienes logran rebasar ese nivel de vida y llegan hasta el más alto nivel económico, es de apenas 4 por ciento, pero si esta persona hubiera nacido en algún estado del norte del país, las posibilidades se incrementarían el doble: hasta el 8 por ciento.

Ahora vayamos al tema del género. Ser mujer u hombre cómo impacta en la movilidad social. Los indicadores son preocupantes: las ventajas o logros que adquieren las mujeres son más limitados que los de los hombres con condiciones de origen equivalentes.

Si una mujer nació en el nivel económico más bajo, tendrá menos probabilidades que un hombre de escapar de la pobreza: 75 de cada 100 mujeres no logran superar la condición de pobreza, frente a 71 de cada 100 hombres que presentan la misma condición.

Para quienes nacen en hogares de riqueza más alto, el escenario es el mismo: 50 mujeres, en comparación con 57 hombres, se mantienen ahí el resto de su vida.

Conocedores de la discriminación del país, el color de piel se ha convertido en un factor determinante sobre la movilidad social de las personas. Los mexicanos de tono más oscuro experimentan menor movilidad ascendente y mayor movilidad descendente respecto de quienes tienen un tono de piel más claro.

En movilidad educativa, la región centro -donde se ubica la Ciudad de México y Puebla- quienes logran alcanzar estudios profesionales con padres del mismo nivel de estudios, es el más alto del país: 68 por ciento; el más bajo lo tiene la región norte con el 53 por ciento.

Historia diferente presentan los mexicanos que tienen padres con estudios no mayor a la primaria pero cuyos hijos logran alcanzar un nivel profesional, el rango se reduce a solo 9 por ciento para la región centro y 10 por ciento para el norte, mientras que para el sur, es del 8 por ciento.

Ante esta desigualdad de oportunidades y baja movilidad social ¿hacia dónde debe ser el reto? Buena pregunta para los políticos, o como es en el caso de Puebla que atraviesa un proceso electoral y está próximo a elegir gobernador.

Si la realidad es que nuestras condiciones de origen definen nuestra movilidad social, ¿dónde está la acción del Estado? ¿o esperamos otros seis años para que el informe del siguiente periodo nos siga advirtiendo del mismo panorama crítico?

Lucero Hernández García

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