Llegamos a la hora cero

  • Norma Angélica Cuéllar
El aumento en la temperatura ambiental en el mundo es preludio del caos.

El día de hoy, por primera vez en su historia, tuvimos en Puebla una contingencia ambiental, debido a la malísima calidad del aire provocada por centenares de incendios forestales que han ocurrido en la periferia de esta ciudad de ángeles.

El tema lo podríamos tomar con naturalidad, si no fuera porque lo mismo están ocurriendo en  la ciudad de México y algunas otras urbes del sureste mexicano, donde la ausencia de lluvias y una ola de intenso calor está provocando incendios en bosques y/ o pastizales secos.

En lo que va de 2019, se han contabilizado 307 incendios forestales en Puebla, de los cuales 9 siguen activos y de acuerdo con la dirección de Protección Civil, han propiciado un fenómeno meteorológico conocido como “Calima” que consiste en la presencia de partículas muy pequeñas de polvo, arcilla, arena o ceniza del Popo en suspensión.

Si no tiene a que salir, mejor no salga, quédese en su casa y lea un buen libro o interactúe en las redes sociales porque la cosa no pinta bien.

No quiero alarmarlos, pero el aumento en la temperatura ambiental en el mundo es preludio del caos climático que viene.

Nada menos, en estos días expertos de 132 países, incluso México, lanzaron una alerta, mediante el documento Evaluación Global de la Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos, en cuyo contenido expusieron que el ritmo del cambio mundial en la naturaleza durante los últimos 50 años no tiene precedentes en la historia de la humanidad.

El resumen, elaborado por la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativo sobre Diversidad Biológica y Servicios Ecosistémicos (IPBES, por sus siglas en inglés) durante su séptima sesión plenaria realizada del 29 de abril al 4 de mayo de 2019 en País, en la sede de la UNESCO, concluyó que además se había iniciado la extinción de un millón de especies (más de la mitad de las especies vivientes) y que tres cuartas partes de la superficie terrestre y dos terceras partes de los océanos han sido profundamente impactados por actividades humanas.

Los causantes de la degradación de los ecosistemas terrestres y marítimos son la sobrexplotación, cambio climático, contaminación y la introducción de especies invasoras (sobre todo peces depredadores).

En los últimos años, he leído estudios acerca de si ya llegamos o no a la hora cero. Creo que hay mucho debate al respecto, pero no hace falta ser muy avezado en el tema para saber que no tenemos ya mucho tiempo para ofrecer alternativas a la crisis ambiental que estamos viviendo.

Ya el economista ecológico Herman Daly había sentenciado que los supuestos de la economía neoclásica estuvieron planteados para un mundo vacío, pero ya no operan para este mundo lleno. Dicho de otra forma, ya no estamos en el contexto aquel de nuestras abuelas que salían a los ríos a lavar la ropa y la corriente de agua se depuraba por sí sola. Hoy la naturaleza ya no es capaz de sanear todos los desechos que generan los procesos industriales que alimentan a 7.5 mil millones de almas. La naturaleza ha comenzado a ofrecer signos de agotamiento alarmante.

Si bien, se consideraba que los efectos del cambio climático se verían a muy largo plazo. Ya hay proyecciones del Banco Mundial que estiman que en unos pocos años, el calentamiento global provocará migraciones masivas en el mundo.

Y no es que yo quiera ser catastrófica, Dantesca, emisaria de la calamidad o sembradora de mala onda. No, los informes oficiales y las investigaciones académicas han llegado a esa conclusión.

Y no se culpe tanto, porque no es solo su responsabilidad. En realidad, los grandes contaminadores del planeta, son las industrias, el uso de combustibles, la cantidad de kilómetros que tiene que viajar una mercancía desde donde es fabricada hasta los puntos donde son vendidas a los consumidores, y que está calculada en 5 mil kilómetros.

Lo que es evidente es que hay un conflicto físico entre el crecimiento de la economía y la preservación del medio ambiente. Desde la Segunda Guerra Mundial, el mundo entró en un crecimiento económico exponencial.

El desarrollo de la humanidad está alcanzando -o, en algunos casos, excediendo- los límites de la naturaleza a nivel local, regional y planetario. La obsesión predominante con el crecimiento económico nos ha puesto en el camino hacia el colapso ecológico, sacrificando el sustento mismo de nuestro bienestar y supervivencia. Y son, en este contexto, los países pobres, de la periferia, los más vulnerables al deterioro ambiental, con el agotamiento del agua potable y de la tierra, por mencionar sólo algunos aspectos.

Lo que está sucediendo en el mundo es alarmante. Hoy más que nunca, la ecología debe ser un tema de estudio integral, la contaminación sigue siendo una asignatura pendiente de soluciones urgentes. Hace falta conciencia social, la ética individual y política para enfrentar la problemática. Creo que todos debemos involucrarnos en esa lucha, de otro modo, la crisis de ambiental que estamos viviendo será cosa de niños.

Aprovecho este espacio, para contarles que mi hija universitaria está lanzando una campaña para reforestar lo que se está consumiendo en estos momentos en Puebla. Si quiere sumarse a las brigadas para plantar árboles, mándame su correo electrónico y los pongo en contacto con ella. norcudi@gmail.com

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Norma Angélica Cuéllar

Periodista egresada de la UNAM, especializada en política, derechos humanos, religión y migración, con artículos publicados en revistas y diversos medios nacionales. Doctora en Sociología por el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la BUAP.

 
 

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