Maduro: Game Over

  • Marcela Cabezas
Apoyo de agentes externos (EE. UU.) y la dimisión de militares claves de Maduro.

Se hizo extensiva la hazaña del autoproclamado presidente venezolano Juan Guaido con la estrategia de convocar a las fuerzas armadas a ponerse a favor del pueblo, y a su vez,  evadir la prisión del líder de oposición Leopoldo López, evidencia de que la crisis venezolana no llegará a su fin por vía pacífica, muy a pesar de los buenos deseos.

Para nadie es un secreto que la desestabilidad económica y social que afecta a Venezuela resulta problemática para la economía y la política pública de los países vecinos, la migración masiva y la sobreoferta laboral se ha convertido en un tema importante en la agenda de países como Colombia, Chile, Perú, por mencionar algunos, y,  sin embargo,  no pasa nada aún en el terruño de Maduro.

Frente a tal panorama no resulta sorpresivo el hecho que el grupo de venezolanos y venezolanas a favor del presidente “ilegal pero legítimo” Guaido,  promueva la opción de un levantamiento militar con miras a derrocar al presidente vitalicio,  y con el desmantelar la serie de políticas económicas que hoy día elevan la inflación del país al límite, siendo el último recurso que, aun, no se puede desestimar.

Si bien es cierto, la salida del mandatario Nicolas Maduro reclamada por gobiernos de diversos países del globo se convoca por medio de una vía pacifica y constitucional, tal escenario ha tardado y dista de consumarse: la imposibilidad de que existan elecciones libres, y con estas un tránsito democrático se diluye, al tiempo que las instituciones políticas están cooptadas por una autarquía en el poder.

Frente a esto, los hechos que hace unos días despertaron a los ciudadanos venezolanos , aunque lamentables, eran fácilmente previsibles. El apoyo de agentes externos (EE. UU.) y la dimisión de militares claves de Maduro asilados en territorio de países como Colombia y Perú, es una mezcla de actores con una agenda específica, que aunque fallida no significa que deba desecharse prontamente.

En tal empresa existen intereses encontrados: de las grandes potencias que ven en Venezuela atractivo geopolítico, caso de Rusia y de EE. UU. por supuesto, y a la sombra de esto, el llamado de un pueblo que se ahoga por la desaceleración económica y la inexistencia de una salida a tal escenario, mientras tanto, el exilio sin regreso – en gran magnitud- del pueblo venezolano a tierras desconocidas continua.

Es bien sabido que Latinoamérica tiene una experiencia lúgubre respecto a los múltiples conflictos que le han azotado a lo largo de la historia, no es esta la mejor vía para alternar los gobiernos, que de los males de la rancia monarquía transitaron a la dictadura militar, y,  posteriormente hacia la “democracia”.

 Mas, estas formas de gobierno continúan vigentes – las tres- en la medida que, aun en el siglo XXI hay países en los que los gobernantes se entronizan en el poder a pesar de la funesta conducción de los asuntos públicos; Maduro es evidencia de esto.

Tal hecho invita a una serie de recursos que se debacle entre lo instituido y lo instituyente, entre el pueblo conducido como bola de borregos y uno que decide hacerse cargo del desastre dejado por el ejecutivo que se aferra al poder in situ.  

En suma, es necesario que estos actores y otros se pongan del “lado correcto de la historia”, y, aunque Guaido y compañía fallaron en su intento esta vez, estos y otros más, en una próxima, convergerán a algo más que una manifestación a favor del imperialismo, tal como lo califico Maduro; esta vez se trata de apostar mucho con la intención de ganar “todo o nada”. Ojalá y el transito de la dictadura a la democracia – ¿cuasi democracia?- no diste del horizonte venezolano mediato e inmediato.  

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Marcela Cabezas

Magíster en Ciencias Políticas y politóloga colombiana. Catedrática y columnista en prensa independiente.