¿Adiós al INEE con la nueva reforma educativa?

  • Oscar Barrera Sánchez
Se anula sólo el nombre para oscurecer la continuidad de los vicios.

La aprobación en lo general y lo particular de la nueva Reforma educativa, los días 24 y 25 de abril, impulsada por el Movimiento Regeneración Nacional (MORENA) sólo fue eso, una nueva reforma que dista mucho de una verdadera transformación en el terreno educativo, ya que no se trasciende el ámbito neoliberal eficientista, antes de calidad y ahora de excelencia. Sin embargo, aún y cuando falta que la apruebe el Senado de la República, lo que es claro es que no hay una intención de abrogación de la mal llamada Reforma educativa de Enrique Peña Nieto, sino la aprobación de una versión light, edulcorada y pintada de rojo pálido de la misma, incumpliéndose la promesa de campaña de Andrés Manuel López Obrador de abrogarla.

En este sentido, aunque desaparece el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), parece que se anula sólo el nombre para oscurecer la continuidad de los vicios, corrupción, mal uso y tratamiento de datos y vínculos perversos entre personas e instituciones que hicieron de la evaluación educativa un coto de poder, además de un negocio que beneficio solo a algunos y poco a los estudiantes y docentes en el país.

El Sistema Nacional de Mejora Continua de la Educación propuesto por el gobierno federal y aprobado en la fracción IX de la Minuta Proyecto de Decreto por el que se reforman, adicionan y derogan diversas disposiciones de los artículos 3o., 31 y 73 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, aprobada por la Cámara de Diputados es muy parecido, en sustancia, al INEE creado por Vicente Fox, en 2002.

Esta fracción menciona:  

Para contribuir al cumplimiento de los objetivos de este artículo, se crea el Sistema Nacional de Mejora Continua de la Educación, que será coordinado por un organismo público descentralizado, con autonomía técnica, operativa, presupuestaria, de decisión y de gestión, con personalidad jurídica y patrimonio propios, no sectorizado, al que le corresponderá:

  1. Realizar estudios, investigaciones especializadas y evaluaciones diagnósticas, formativas e integrales del Sistema Educativo Nacional;
  2. Determinar indicadores de resultados de la mejora continua de la educación;
  3. Establecer los criterios que deben cumplir las instancias evaluadoras para los procesos valorativos, cualitativos, continuos y formativos de la mejora continua de la educación;
  4. Emitir lineamientos relacionados con el desarrollo del magisterio, el desempeño escolar, los resultados de aprendizaje; así como de la mejora de las escuelas, organización y profesionalización de la gestión escolar;
  5. Proponer mecanismos de coordinación entre las autoridades educativas federal y de las entidades federativas para la atención de las necesidades de las personas en la materia;
  6. Sugerir elementos que contribuyan a la mejora de los objetivos de la educación inicial, de los planes y programas de estudio de educación básica y media superior, así como para la educación inclusiva y de adultos, y
  7. Generar y difundir información que contribuya a la mejora continua del Sistema Educativo Nacional.

El Plan Maestro de Desarrollo 2007-2014 del INEE del gobierno de Felipe Calderón, publicado en 2006, ya mencionaba:

El Decreto Presidencial que creó al INEE define su función diciendo que deberá colaborar con la SEP en la evaluación del Sistema Educativo Nacional, así como en el desarrollo de lineamientos para la evaluación que hagan las autoridades educativas locales. Señala que corresponde al INEE diseñar un sistema de indicadores de la calidad del Sistema Educativo Nacional; apoyar la realización de evaluaciones del aprendizaje; desarrollar modelos para la evaluación de las escuelas; apoyar la extensión de la evaluación en las entidades y la evaluación de programas y proyectos prioritarios; diseñar instrumentos y sistemas de evaluación; impulsar la cultura de la evaluación; difundir resultados y desarrollar acciones de capacitación; realizar investigaciones en la materia; representar a México ante los organismos internacionales de evaluación educativa y coordinar la participación del país en los proyectos internacionales al respecto.

Es interesante la similitud de ambas instancias y sus funciones, cuando lo que se busca es combatir los vicios que encarnó dicho instituto evaluativo para la educación del país. Ante ello, cabe preguntarse, ¿además de seguir con los mismos preceptos jurídicos, administrativos y educativos de los regímenes de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, también operarán las mismas personas (como Sylvia Schmelkes, Jorge Hernández Uralde, Laura Delgado Maldonado, Andrés Sánchez Moguel y Yolanda Leyva) y grupos que lesionaron alevosamente la dignidad docente y pusieron en riesgo la educación de los estudiantes de este país? Bien mencionaba Aurelio Nuño que la reforma educativa de 2013 mostraría sus efectos en 20 años, pero nunca mencionó si estos efectos perjudicarían tanto a este país. No hizo falta esperar tanto tiempo, cuando vemos como a afectado la vida, el trabajo y la cohesión social la llamada Madre de todas las Reformas peñanietistas.

Aun cuando desde hace meses las oficinas del INEE en las entidades de la república desaparecieron, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha tenido mucha complacencia con el inflado personal del instituto de evaluación en la Ciudad de México, lo cual es incongruente con el plan de austeridad republicana y con la ola de despidos de personal de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), el Sistema de Administración Tributaria (SAT), la Secretaría de la Función Pública (SFP), la Secretaría de Cultura, entre otras dependencias que han despedido a trabajadores. Tan sólo pensemos que el INEE foxista y calderonista contaba con cerca de 250 trabajadores y con Peña Nieto y hasta nuestros días tiene más de 1000 empleados.

Cabe señalar que los salarios del personal del INEE no estaban homologados con los demás trabajadores de la administración pública, ya que eran más altos; no eran seleccionados ni reclutados con mecanismos claros y objetivos, lo cual se prestaba a mal uso de las plazas; contaban con prestaciones extraordinarias como una tarjeta con una alta cantidad económica, además del aguinaldo que era superior a cualquiera de los trabajadores de este país. Los mismos vicios y excesos que se critican a diputados y senadores eran reproducidos por la Junta de gobierno, jefes de unidad, directores y trabajadores del INEE.

Asimismo, es importante que este gobierno no reubique a los miembros de la Junta de Gobierno, tanto los vigentes o los que ya no están en ella en puestos importantes del Sistema Nacional de Mejora Continua de la Educación, como ha ocurrido en la actual Secretaría de Educación Pública (SEP). No se trata de cambiarle el nombre a las instituciones para beneficiar a los mismos.

Esperemos que sectores vinculados a la educación y los derechos laborales, así como verdaderos investigadores educativos, periodistas comprometidos, organizaciones de la sociedad civil y la ciudadanía en general estemos vigilando que esta nueva reforma no sea la misma gata, los mismos gatos revolcados y revolcándose. La única salida digna y legitima es la abrogación de la Reforma peñanietista y evitar que las personas y grupos del INEE que lesionaron los derechos a la educación y al trabajo permanezcan de forma impune en lo que se dice nuevo, de la 4ª transformación.

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Oscar Barrera Sánchez

Doctor en Ciencias Sociales y Políticas por la UIA. Comunicador y filósofo por la UNAM y teólogo por la UCLG.