Mario Marín, en campaña

  • Juan Luis Hernández Avendaño
Pero involuntariamente, otras fuerzas extra radio de Puebla, lo han metido de lleno en la campaña

El último gobernador priísta de Puebla ha entrado de lleno en la campaña por la gubernatura 2019. Fue el propio Mario Marín Torres quien audazmente decidió reaparecer públicamente en actos proselitistas del candidato priísta a la gubernatura Alberto Jiménez Merino. Supuso que los legados ominosos del morenovallismo borrarían del todo el pasaje más negro de su gubernatura. Voluntariamente, el “gober precioso” acogió la hipótesis de que su partido necesita en esta campaña perfiles como los de él, ante un agudo declive del otrora partido hegemónico.

Pero involuntariamente, otras fuerzas extra radio de Puebla, lo han metido de lleno en la campaña. El Poder Judicial de la Federación, por apelación del Ministerio Público Federal, ha emitido una orden de aprehensión contra Marín y otras tres personas más, por el delito de tortura, en agravio de la emblemática luchadora social Lydia Cacho. A falta de información más precisa y oficial, en la conferencia mañanera de este miércoles el presidente López Obrador ha celebrado la orden de aprehensión contra el ex gobernador poblano.

Se aprecian diversas aristas de la posible aprehensión de Marín para el curso de la campaña electoral. La noticia es un excelente distractor en medio de la pugna Barbosa-Polevnsky/Armenta-Monreal en sus escarceos por dominar territorio morenista. Aún está por saberse el daño que a la campaña puede generar el canibalismo partidista que hemos observado estas últimas tres semanas y el desembarco de perfiles morenovallistas que hasta hace poco eran acérrimos enemigos de Morena y hoy orgullosos arribistas de la cargada. Marín, sin duda, puede ayudar a que estos procesos por demás impresentables pasen como efectos colaterales.

El proceso judicial en contra de Marín acompañará toda la campaña. Si bien la semana santa ha servido de contexto para la noticia de la orden de aprehensión, una semana en donde hasta el círculo rojo se va de vacaciones, el proceso mismo de captura y la no posibilidad de enfrentar los cargos en libertad, aseguran audiencias importantes en las que de entrada el PRI seguirá lastrando su marca y AMLO/Morena anotándose unos puntos importantes ante las ansiedad de la opinión pública por ver peces gordos del pasado pagando por sus muchos pecados.

La candidatura de Alberto Jiménez Merino, con otras claves y contextos electorales, hubiera sido más competitiva. Hoy carga una de las losas más pesadas que un político pueda sostener, la marca de un partido que a nivel federal terminó por hundir al país en casi todas las variables y cuyo nombre es sinónimo de corrupción e impunidad. En Puebla, por si fuera poco, el PRI decidió enfáticamente ser aliado del morenovallismo abdicando a cualquier posibilidad de identidad programática o ideológica. Cooptado y colaboracionista, el PRI poblano fue desapareciendo gradual pero consistentemente como una fuerza política que agregara intereses sociales. La reaparición de Marín en la campaña parecía una apuesta por recuperar el partido, reanimar las bases territoriales ante el trasvase a Morena, y volver a construir un capital político. No alcanzaba para competir pero sí para reagrupar a los que aún creen que es posible salvar al PRI.

No obstante, el llamado de la justicia para que Marín responda por sus actos de represión terminará por colocar al partido tricolor en los márgenes de la política estatal y seguirá provocando una sangría de militantes y simpatizantes que ven con expectativas su futuro en la tienda de enfrente.

La campaña se centrará más aún entonces entre Barbosa y Cárdenas, a la espera de si nuevamente algunos actores federales deciden tocar a un perfil emblemático morenovallista/panista del pasado reciente que irrumpa en el proceso electoral. Marín es el primer chivo expiatorio de la 4T, los procesos judiciales siguen siendo implacablemente puntuales para coincidir en procesos electorales, por ahora Morena podrá capitalizar la defenestración del ex gobernador y, por lo menos, esta campaña parece que tendrá algunas sorpresas más.

López Obrador se ha cansado de lanzar perdones a los protagonistas del régimen anterior. Y ello ha dado lugar a que se denomine Primor al hipotético pacto de impunidad entre Morena y PRI. Sin embargo, AMLO parece haber leído y releído a Baltazar Gracián, quien afirmaba que “es más fácil matar al ave que tiene un vuelo uniforme que a la que tuerce su trayectoria (…) El jugador nunca mueve la pieza que el contario espera, y menos aun la que desea”. A juzgar por la aparición involuntaria de Marín en la campaña, el perdón presidencial durará hasta que la necesidad política apremie por el hambre y sed de justicia.

Politólogo, Director del Departamento de Ciencias Sociales de la Ibero Puebla.

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Juan Luis Hernández Avendaño

Politólogo, director general del Medio Universitario de la Universidad Iberoamericana Puebla y profesor-investigador de Ciencias Políticas por la misma institución.