Dejar viva la Reforma educativa es dejar vivo al neoliberalismo

  • Oscar Barrera Sánchez
Tan sólo basta poner como ejemplo una de las posibles traiciones que ha tenido el presente gobierno

El 17 de marzo pasado, el presidente, Andrés Manuel López Obrador, puso fin a lo que llamó la política del pillaje, antipopular y entreguista, es decir, el neoliberalismo que ha servido como fundamento no sólo de la política económica del país, sino que conducido la vida política de la nación en materia de relaciones exteriores, política interna como los asuntos educativos, laborales, agrarios, la tendencia y explotación de la tierra y los recursos naturales, comercio, entre otros. La declaración “Declaramos formalmente el fin de la política neoliberal, aparejada con su política económica de pillaje, antipopular y entreguista. Quedan abolidas ambas cosas”, mencionada por el jefe del Ejecutivo suena muy bien, pero las acciones de su gabinete y de las fuerzas políticas en el Poder Legislativo parecen brincarse la abolición.

Tan sólo basta poner como ejemplo una de las posibles traiciones que ha tenido el presente gobierno federal con la ciudadanía que otorgó su confianza por medio del voto: la derogación de la reforma laboral y administrativa, denominada educativa. Botón que sirve de muestra para evidenciar que la presente administración postneoliberal, no es más de los mismo, pero populachero, de una ideología más cincuentera o sesentera mexicana, de pan y circo, frases populares y caudillismo decimonónico.

“Honradez y honestidad, que no son lo mismo; no al gobierno rico con pueblo pobre, poner fin al dispendio con una política de austeridad republicana; el mercado no sustituye al Estado; por el bien de todos primero los pobres, igualdad sustantiva”, mencionaba el presidente de México, ¿pero cómo es posible que la reforma educativa que busca la privatización de la educación, por medio de un mecanismos economicista, neoliberal y tecnócrata como la evaluación educativa sigue siendo parte fundamental de la estructura de educación del actual gobierno. Se dice que el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) permanecerá igual, pero con un nombre más acorde a la 4ª Transformación. Sin embargo, la estructura, personal y “metodología” de dicho instituto permanecerá igual, pero con el nombre de Instituto Nacional para la Revalorización del Magisterio.

Tal parece que la incapacidad de los jefes de bancada de Morena y el Secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán, no han logrado hacer su trabajo político, así como actuar contra la contrarreforma impulsada por el Partido Acción Nacional (PAN), Partido de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento Ciudadano (MC), además de algunos investigadores educativos y periodistas muy afines con personajes y negocios de miembros de la Junta de Gobierno.

De no derogar la Reforma educativa, se mostrará que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador cuenta con un gran respaldo popular numérico, pero que sus acciones verdaderas de justicia social, económica y laboral son más que ilegítimas. No sólo con promesas y dichos se crea gobierno, sino con acciones reales, concretas y específicas para combatir la corrupción, el uso indebido de erario público y la violación de la dignidad y derechos humanos de docentes y estudiantes del país.

Dejar que la Reforma educativa continúe viva es dejar vivo al neoliberalismo y la tecnocracia en el campo educativo haciendo de la suyas. No hace falta que los profesores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) presione al gobierno federal con movilizaciones en la Ciudad de México y estados de la República, Andrés Manuel López Obrador y su gabinete deben cumplir con la encomienda histórica que el pueblo de México le ha confiado y ahora le exige. De no hacerlo, tendremos un nuevo neoliberalismo de izquierda institucional.

Picaporte

Pedir que la Corona española se disculpe es una actitud de dignidad de los pueblos indígenas o latinoamericanos actuales. Su respuesta la de una casta de rapiña. La disculpa no sólo es por el saqueo brutal, los asesinatos y violaciones que algunos han llamado mestizaje. Del pillaje de Cortés hasta el “por qué no te callas” y la nueva negativa de reconocer su bandidaje en nuestros pueblos dan muestra de la miserable institución gachupina. Ojalá y nuestra historia nos enseñe a un día pedir que se callen los miserables de la realeza y hacer que la república guillotine al viejo régimen y a la blanquitud que impera en muchas de nuestras mentes.

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Oscar Barrera Sánchez

Doctor en Ciencias Sociales y Políticas por la UIA. Comunicador y filósofo por la UNAM y teólogo por la UCLG.