El barbosismo cultural

  • Patricio Eufracio Solano
La plataforma de MORENA nada dice en materia cultural, por lo que es de temer.

Ganó Luis Miguel Barbosa Huerta la candidatura de MORENA en Puebla. La elección extraordinaria –en todos los sentidos- para el periodo gubernamental 2019-2024, ha entrado en su fase final y definitiva. Si atendemos las encuestas hasta hoy publicadas, la jornada electoral del próximo 2 de junio será un mero trámite democrático, de ahí que resulta ocioso indagar en lo que proponen, (si es que algo proponen), las demás fuerzas políticas, ya que lo sustancial del gobierno por venir es lo que plantee, y sea factible de ejecutar, por el naciente barbosismo poblano. Mismo que, en materia cultural, no tiene mucha tela de donde cortar, porque, durante la campaña política contra el morenovallismo, Luis Miguel no habló mucho, y más bien nada, sobre el proyecto cultural de su gobierno. De tal suerte, todo está por hacerse en materia del barbosismo cultural.

La integración de un gobierno tiene como sustento –teórico al menos-, aquello que sus ciudadanos le demandan. Las campañas políticas, por ende, sirven, primordialmente, para que ambos componentes de la ecuación electoral: pueblo y candidato,  dialoguen, se entiendan y lleguen a acuerdos mínimos de gobierno conjunto. Por decirlo llanamente, el candidato/a propone proyectos, acciones y maneras de ejecutar lo prometido, y los votantes los avalan, rectifican o enriquecen y ya, ambos de acuerdo, se implantan e implementan los modos de cumplir lo consensuado. Esto que es sencillo de entender en casos puntuales como: la educación, la salud y la seguridad, se torna escabroso cuando la materia de acuerdo es algo tan complejo, multifactorial y plural como la cultura.

De ahí la imposibilidad de “simplificar” la política pública cultural de un Estado.  Más aún, si la particularidad cultural estatal debe armonizarse, como es el caso de México, con los proyectos, planes, programas e intereses de la Secretaría Federal del Ramo. Y si a ello le agregamos otras variables, como: la equidad de género; la poli etnicidad mexicana; el fomento, sustento y trascendencia de artes, artesanías, artistas y artesanos, etcétera, etcétera, el asunto alcanza la magnitud de lo apoteósico.

Sin embargo, cualquier candidato/a puede agilizar el entendimiento con sus coterráneos si, previamente, hace del conocimiento de los potenciales electores sus planes y propuestas mediante un documento claro, conciso, puntual y ampliamente difundido. Los técnicos electorales lo saben desde hace tiempo y, por ello, solicitan a cada partido político, coalición o candidato independiente, su propio plan; lo llaman: plataforma electoral. ¡Y anda tú!, que para el caso de esta elección extraordinarísima, el INE, por la premura electoral poblana, ha consentido que los partidos contendientes utilicen, de nueva cuenta, la plataforma que habían propuesto para la contienda anterior: ¡el reciclaje, pues, de sus compromisos, planes y proyectos!;  pero, da la casualidad, que la plataforma de MORENA nada dice en materia cultural, por lo que es de temer que corremos el riesgo de vivir con el barbosismo, lo mismo que con el morenovallismo: improvisación, ocurrencias, caprichos, berrinches y despilfarros culturales.

Ante la posibilidad de este escenario, pongo a consideración del barbosismo cultural, algunos temas.

1. Renacimiento de la Secretaría de Cultura. Lleven a cabo la refundación de la SC poblana; cuanto antes: de facto y en lo mediato próximo: de jure. O sea, comiencen ya la estructuración organizacional de la SC, definiendo de inmediato sus aspiraciones, sus campos de acción, sus activos y pasivos, sus vocaciones y sus metas generales; ¡vamos: el por qué y el para qué debemos contar en Puebla con una SC propia! No descuiden lo jure de la refundación, pero sin que esto les quite el sueño; después de todo, la formalización jurídica solo es provechosa si ya tenemos un plan y no antes (recuerden el horror del CECAP). Y en esto de la reestructuración administrativa, no tenemos que descubrir el –ya descubierto hace mucho tiempo- hilo negro cultural, puesto que la definición y delimitación de los nichos y vocaciones culturales de un Estado están más que definidas y delimitadas por las Instancias y Documentos rectores mexicanos, así como por las organizaciones culturales internacionales –la UNESCO, como máximo ejemplo- dedicadas a estos asuntos. Conocer dichos documentos, lineamientos y propuestas, interpretarlas y adaptarlas a nuestra realidad cultural no demanda mayores esfuerzos. ¡Claro, si este conocimiento, interpretación y adaptación la hace alguien empapado en el tema y no un “extraterrestre anticultural”, aunque tenga estudios de posgrado en cualquier cosa que no sea cultural o sea un buen correligionario!

2. Elijan a los mejores perfiles profesionales de la cultura poblana. El desarrollo, ejecución y retroalimentación de la Cultura, no es una labor para improvisados, por más amigos que sean. Por fortuna, en la actualidad, prácticamente en todas las áreas, nichos y vocaciones culturales, existe la posibilidad de hacer estudios formales –cursos, diplomados, especialidades-, tanto en los Institutos y Universidades nacionales, como en Organizaciones culturales del mundo, lo mismo de forma presencial, que “en línea”; por lo que no hay necesidad de emplear a personal no capacitado en materia cultural. Y, es comprensible, que un gobierno con las expectativas y compromisos del que empezará en agosto de este año, quiera retribuir a todos sus adeptos y simpatizantes; es lógico, la amistad y gratitud se demuestran en la nómina, pero la gran diferencia de este gobierno, en comparación con los anteriores, es el compromiso de acabar con la corrupción –no mentir, no robar, no traicionar-, y, designar a un incapaz en un puesto público, es una de las tantas prácticas deleznables que, con nuestro voto y confianza, le pedimos al proyecto Amloista que terminaran para siempre; y ese mismo proyecto nacional es el que está a punto de instaurarse en Puebla en la persona de Luis Miguel Barbosa Huerta, et alii, por lo que esperamos que no sea menos en cuanto a cumplir la máxima morenista de: no mentir, no robar, no traicionar.

Una forma eficaz e imparcial de terminar con el amiguismo laboral, es la implementación, largamente postergada, del Servicio Profesional de Carrera en la Cultura de Puebla.

3. Privilegien la vasta cultura y acervos artísticos poblanos. Puebla tiene más 5 siglos de existencia pluricultural. Por ello, sus acervos artístico culturales son inconmensurables. Están aquí, repartidos a lo largo de sus 217 municipios, tanto en colecciones públicas como privadas. Acercarlos a los poblanos a través de la ya próxima SC, resulta indispensable para revitalizar nuestra esencia e idiosincrasia. Superemos ya la chatez identitaria y ampliemos el reconocimiento del cosmopolitismo que nos caracteriza desde nuestra fundación en el siglo XVI. Puebla no es solo, ni muchos menos: Historia prehispánica; sino, también: Virreinato (y no únicamente barroco como se empeñó en destacar el morenovallismo cultural ramplón); es Multiculturalidad étnica: indígena, española, libanesa, etcétera; es Vanguardia en la Reforma y el Porfirismo; y, es, Modernidad en la segunda mitad del siglo XX.

De todo esto tenemos testimonios y huellas culturales y artísticas, silenciados, arrumbados, ignotos por nuestra tozudez de querer mostrar uno solo de los muchos referentes culturales que nos conforman.

4. Creen nuevos productos culturales y refuercen los existentes. La cultura es varias cosas; una de ellas: “productos” legítimamente comercializables, tanto para consumo local, como nacional, como internacional. Los españoles, campeones mundiales en la comercialización de su cultura, son el mejor ejemplo de ello. Cada año congregan millones de consumidores alrededor de sus productos culturales; lo mismo aquellos de una sencillez supina (como La Tomatina en el pueblo Buñol de Valencia), que los de desbordante complejidad y solemnidad (como la Semana Santa en Sevilla). Y estas manifestaciones culturales –bobalicona y liberadora de tensiones la primera, y fastuosa e impactante la segunda- no son más que acertadas estrategias de comercialización de sendos productos culturales.

Para el caso, Puebla cuenta con una riqueza cultural edificada, monumental, festiva, religiosa, musical, libresca, teatral, gastronómica y geográfica, tanto, o más, que España; sin embargo, los dirigentes culturales de antaño no han logrado transformar (quizá porque no les interesó, o por falta de conocimientos o exceso de prejuicios) esta vastedad cultural en productos de consumo masivo y permanente. Pongo un ejemplo sencillo: Puebla capital se jacta de producir y comercializar los mejores dulces artesanales (hasta tiene una calle exclusiva destinada a ello), sin embargo, no tiene un museo taller de aprecio histórico y elaboración de ellos, como si lo tienen Morelia, Querétaro y –¡aunque no lo crea!-, Monterrey. Los museos de estas ciudades existen por el empeño de particulares, pero ninguno de ellos se precia, como Puebla, de iniciar esta tradición con la llegada de la Orden de las Clarisas en el siglo XVII.

En la creación de novedosos productos debe existir: sustento histórico, tradición arraigada, impronta cultural poblana y, sobre todo, deseo de trascendencia cultural.

Finalmente, y como señalé al inicio, el futuro de la cultura en Puebla está destinado a ser barbosista morenista. Ojalá que sus diletantes se porten a la altura del desafío.

El lago de los chismes.

A partir de esta colaboración y cuando lo amerite el caso, publicaré este anexo para ventilar algunas de las acciones, inacciones, traperías y satrapías del mundillo cultural poblano. Envía tus comentarios, (¡sin lenguaje soez, por favor!) a esta dirección de correo: «el.lago.de.chismes@gmail.com»

1. Libelos. Han aparecido en las redes sociales, más de un libelo denostando a este o aquel personaje de la vida cultural poblana. Dos de ellos son particularmente bajos: uno, refiriéndose a personajes de la OPD Museos de Puebla y, el otro, a la Subsecretaría de Cultura. Contienen, como todos los escritos de esta catadura, datos ciertos, aseveraciones verosímiles y calumnias francas. Desde luego, no es mi intención defender a ninguno de los enjuiciados en estos panfletos (algunos se han ganado a pulso los epítetos), sino, únicamente, apelar a la buena crianza y la profusión de redaños, invitando a los creadores de tales escritos a sustentar sus decires con su nombre y apellido, dejando atrás la cobardía del anonimato. Por ello, ofrezco este espacio para la denuncia sustentada, en el correo arriba señalado; desde luego, no se divulgará el nombre real del denunciante, pero, para sanidad del debate, debe acompañar su denuncia con sus datos y señas verdaderas y mínimos elementos probatorios. Elevemos el nivel del debate cultural en Puebla. Si no lo hacemos nosotros ¿quién entonces?

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Patricio Eufracio Solano

Es Licenciado en Lenguas y literaturas hispánicas por la UNAM.

Maestro en Letras (Literatura Iberoamericana) por la UNAM.

Y Doctor en Historia por la BUAP.