AMLO contra la sociedad civil

  • Jorge Machuca Luna
Sin la sociedad civil tampoco se entendería la primera alternancia en el poder en México.

“¿Saben cómo se le llamaba antes a lo que ahora es la sociedad civil antes? El pueblo, nada más que yo no sé quién agarró eso y de la sociedad civil se apropiaron la derecha, el conservadurismo, es muy raro encontrar que haya un agrupamiento de la sociedad civil progresista.

“Y hay gente bien intencionada en la sociedad civil, pero por lo general todas las empresas promueven a organismos de la llamada sociedad civil que son independientes del pueblo, no de los intereses creados” (sic).

Las baterías del presidente Andrés Manuel López Obrador, tal como lo había hecho en campaña en 2018, se enderezaron el miércoles pasado de nuevo contra la “llamada sociedad civil”, a la que desdibujó en segundos y prácticamente echó al basurero.

Vaya contradicción. Es precisamente esa sociedad civil, a la que en su alocución matutina descalificó, la que con su lucha añeja sentó las bases que él llegase al Palacio Nacional.

Sus antecedentes se ubican en años emblemáticos como 1968 con la lucha estudiantil, 1985 cuando la “sociedad civil emergente” -como la describió Carlos Monsiváis- se movilizó en los sismos de esa época -hecho replicado en 2017-, o la del 1988 con el Movimiento Popular Cardenista, el Frente Cívico Potosino de 1991, el movimiento de observación electoral Alianza Cívica de 1994, mismo año que vio surgir un gran movimiento de la sociedad civil encabezado por el obispo Samuel Ruiz García, que sentó las bases de la pacificación en Chiapas.

Sin la sociedad civil tampoco se entendería la primera alternancia en el poder en México en 2000, ni se hubiera presionado al gobierno como lo hizo el movimiento suscitado tras los trágicos hechos de la Guardería ABC en Sonora en 2009, al igual que otro movimiento emblemático de los años recientes, el de los familiares de los normalistas de Ayotzinapa desaparecidos en 2014.

Pero hay de sociedad civil a sociedad civil: no es lo mismo el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro o el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, que México S.O.S., Fundar, Transparencia Mexicana, Oxfam, Artículo XIX, Cemefi, Nosotrxs, Médicos Sin Fronteras y un largo etcétera de miles de agrupaciones serias, de intereses variopintos, con presencia e influencia en la vida nacional. Todas -las serias- suman, grandes y pequeñas.

Y muchas, desde su trinchera representan cada vez más un contrapeso al poder, y es justo eso lo que al parecer no le agrada al presidente López Obrador, los contrapesos ni las críticas. Las voces que se alcen y señalen los errores.

El botón de muestra es Save The Children México, que ha emprendido una defensa del programa de estancias infantiles para madres trabajadoras, valioso porque atendía a un sector vulnerable específico: madres y padres solos, de hogares con ingreso por debajo de la línea de bienestar, que trabajan, buscan empleo o estudian, y a la par carecen de alternativas de cuidado y mecanismos de seguridad social. Sin ese programa, no tienen otra vía para acceder a servicios de cuidado y atención para sus hijos pequeños. El quitar ese programa, digo, es un atentado contra los mexicanos más indefensos.

Save The Children le recordó a López Obrador que el Estado Mexicano no debe dejar de atender la observación número 7 del Comité de los Derechos del Niño: como Estado parte, el Mexicano es responsable “de la provisión de servicios para el desarrollo en le primera infancia; el papel de la sociedad civil debe complementar y no reemplazar el papel del Estado. Cuando los servicios no estatales desempeñan una función preponderante, el Comité recuerda a los Estados Partes que tienen la obligación de supervisar y regular la calidad de la entrega para garantizar que se protegen los derechos del niño y se atiende a su interés superior”.

Este tipo de voces de la sociedad civil son indispensables en estos días, tal como lo son las que se aglutinan en el colectivo #SeguridadSinGuerra, que con argumentos sólidos ha demostrado los peligros que representa la creación de la Guardia Nacional tal y como la plantea el nuevo grupo en el poder.

La sociedad civil mexicana no es pequeña, ni de derecha, ni ignorante. Es la manifestación de un México vivo, que independientemente de su gobierno, contribuye desde su trinchera a la viabilidad del país, alzando la voz, poniendo el dedo en la llaga, actuando e incidiendo en los temas que como mexicanos nos duelen. Ojalá un día lo entienda el presidente, porque con o sin él, la sociedad civil va a seguir haciendo lo suyo.

 

Twitter: @JorgeMachucaL

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Jorge Machuca Luna

Periodista con experiencia en prensa, radio, televisión, medios digitales y docencia universitaria, egresado de la licenciatura en comunicación de la UPAEP. Diplomado en Transparencia, Acceso a la Información y Gobierno Abierto