Algo no anda bien en morena

  • Samuel Porras Rugerio
Actitudes de displicencia en el desempeño de los cargos que la ciudadanía les confió.

Son pocos meses de estar en cargos públicos y las confrontaciones internas del partido se han vuelto caldo de cultivo para nota principal de los medios de comunicación. La rudeza que se muestra en los ataques entre personajes que los ocupan, o por aspirar a otros que consideran de mayor importancia para la carrera política individual, no está denotando en los protagonistas un cambio sustancial respecto a sus formas anteriores de hacer política. La disputa por los cargos aparece como el objetivo principal de las diatribas. La descalificación se ha convertido en privilegiada forma discursiva entre quienes suponiéndose correligionarios, en la competencia por los puestos, devienen fieros adversarios. Expresiones como “elección de estado”, “persecución política”, “no temo un cabildazo”, “revancha”, etcétera, a voz en cuello y sin cortapisa, se lanzan sin reflexión alguna sobre el impacto que tendrán en la ciudadanía, tratándose del partido que promueve el cambio social. Semejan contiendas políticas con el régimen anterior.

Actitudes de displicencia en el desempeño de los cargos que la ciudadanía les confió, chapulinismo, autopromoción, turismo “oficial”, desdén hacia las bases y el trabajo organizativo de partido, entre otras, están caracterizando la cotidiana forma de conducta pública de las <<personalidades>> del partido en Puebla. Advertimos como señales claras de que algo no anda bien en Morena, tres hechos lamentables: la confrontación interna; la displicencia en el desempeño de los cargos; y el mal ejemplo social. En la primera destacan la ausencia de disciplina ideológica y partidaria, rudeza de los ataques para descalificar al otro, y la disputa por cargos que abandona principios. En la segunda aparecen, la falta de respeto a los electores, descuido de los trabajos inherentes al cargo obtenido, y las reticencias a cambiar las formas de hacer política en tiempos de la cuarta transformación. Y, en la tercera, están las consecuencias sociales que acarrea la incoherencia; esa contradicción manifiesta entre el decir y  hacer de los presuntos protagonistas del cambio, que castigan los electores y se harán visibles en futuras elecciones. Los órganos de dirección estatal del partido parecen rebasados y cumplir el papel de mudos testigos del acontecer interno sin atinar a definir, con rumbo claro, el destino del partido y las formas de conducta pública que deben observar sus militantes en cargos públicos. El lujo más absurdo que se pueden dar, un partido y sus militantes, es derrochar el capital político con el que cuentan por no saber agradecer ni corresponder a la confianza que les deposita el pueblo.

Quizá abriguen y estén confiando en la idea de que los otros partidos –por algunos vacíos políticos- no tendrán capacidad electoral competitiva; sin embargo, el trabajo que está desarrollando el gobierno interino y la colocación en puestos públicos clave de personajes de esos otros partidos, en tiempos y condiciones previos a la elección, debiera indicarles que tales vacíos no son permanentes y que siempre se encuentran maneras de llenarlos. Si antes fue por conveniencia para mantenerse en el poder y ahora será por necesidad de sobrevivencia política, es menester considerar que el Prian se mantiene vivo y a la expectativa de retornar al poder. El interinato es una bocanada de oxígeno.

Existe una percepción social, más o menos generalizada, de que la elección extraordinaria la ganará Regeneración Nacional. Sobre esa base se apuntan para contender cuatro aspirantes, hasta ahora. Ojalá no lleguen a la cantidad que se propusieron para el interinato. En respaldo de las aspiraciones suele presumirse  el historial de ocupación en otros cargos públicos; sin embargo, sobre un proyecto político para atender las necesidades sociales del estado, poco o nada se dice. Si bien existe el proyecto de nación establecido por el ejecutivo federal, al que por forma todos dicen adherirse, no se advierte la exposición de ideas que indiquen cómo se propone cada aspirante, en caso de ser candidato, aterrizar ese proyecto en las particularidades socio-económicas y culturales de Puebla. Una de las principales causas por las que esta entidad no ha podido salir de su atraso social radica en el pasmo científico de sus políticos que, obnubilados en la disputa de los cargos públicos y el ejercicio infame del poder, abandonaron la reflexión teórica sobre los problemas sociales fundamentales que lo agobian, las causas reales que los producen, los planteamientos sobre las acciones públicas para enfrentarlos, y los probables resultados que de tal manera se obtendrían. Cierto es que no todos los integrantes de Morena son como Andrés Manuel por la excepcionalidad política de éste. El punto está únicamente en seguir su ejemplo.  

En el gobierno federal se discuten temas de vital importancia para el futuro político del país: Corrupción en empresas del Estado, Guardia Nacional, activismo político de la Suprema Corte, migración extranjera, relación con Estados Unidos, austeridad republicana, reforma laboral, gasoductos, minería, etcétera; frente a los cuales Morena-Puebla no establece directrices para asumir posición y responsabilidad. Viendo las dimensiones de la corrupción y las adversidades que el gobierno federal está enfrentando en estos primeros meses de gobierno, flaco favor se hace a sus propósitos de cambio político y social si quienes en campaña electoral prometieron asumir los postulados políticos de trabajo para la nación propuestos por el tabasqueño, ahora, instalados en los cargos públicos, salgan a mostrar conflictos internos, abulia en el trabajo, e inclinación por el individualismo y el oropel.

Si aquí, se está percibiendo algo parecido a que la delincuencia actúe con sentido, dirección y tiempos políticos para desacreditar la viabilidad del proyecto de nación en todos los niveles, como mecanismo de oposición al mismo, aprovechando las ausencias y conflictos internos; entonces, en Morena no pueden darse ni aceptarse las irresponsabilidades que están exhibiendo. La vida partidaria no se percibe socialmente. Hay una enorme falta de interacción con los grupos sociales y sus problemáticas específicas; pareciera, más, un partido ajeno a las necesidades colectivas y a los requerimientos políticos de estos tiempos. En tales circunstancias bien vale decir oportunamente: Por el bien de todos, el mejor ejemplo de integridad política individual y partidaria debe provenir de Morena.

Heroica Puebla de Zaragoza, a 15 de febrero de 2019.

JOSÉ SAMUEL PORRAS RUGERIO

Opinion para Interiores: