Nuevas tecnologías, nuevos golpes de estado

  • Julio Broca
Venezuela, El Salvador y lo que vendrá

La desinformación supera el adoctrinamiento

El reciente descalabro del FMLN en El Salvador, (que no puede calificarse precisamente como golpe de estado bajo la acepción clásica del concepto) y la tensión de Maduro en Venezuela para mantener el poder, tienen parte de explicación en las nuevas formas de relacionarnos a través de internet. La falla fundamental de estos líderes es que mientras el mundo comienza a regir su socialidad bajo los ritmos de la virtualidad, ellos se siguen peleando contra “el imperialismo yankee”, un término, no del todo obsoleto, pero absolutamente inoperante para hacer frente al hegemón virtual. El adoctrinamiento político "clásico" no supera en poder de manipulación a los medios virtuales contemporáneos; los cuales, despliegan un complejo entramado socio cultural que va desde series televisivas impecablemente producidas hasta la regulación del tráfico en internet para privilegiar este y no aquel mensaje. De lo más visto en El Salvador es un cuasi adolescente youtuber que los últimos años ha transmitido su vida frente a la consola de videojuegos, hemos visto salir su incipiente bigotillo de pelusa mientras se contonea al más crudo estilo butoh cada vez que “lo matan” en el videojuego; no es de extrañar que el actual presidente de El Salvador sea un producto de Twitter. Estas nuevas formas de relacionarse socialmente, deben ser entendidas desde sus “revoluciones” predecesoras.

Revoluciones tecnológicas clásicas 

Parece como si todo cambio tecnológico fuera también un cambio social. Sin embargo, mejor tecnología no necesariamente implica mejor sociedad. La Revolución Industrial y la Revolución Verde son ejemplos clásicos. En el caso de la primera, encontramos que en sus orígenes se promulgaron de leyes contra pequeños agricultores y ganaderos empujados a convertirse en obreros —una categoría gremial que surge con las fábricas—, así como niños que morían de hambre y frío extenuados... hoy en las maquiladoras de Ciudad Juárez se ha tenido que dar nombre al triste fenómeno “las muertas de Juárez”. En el segundo caso, la “Revolución Verde", hablamos de tierra de cultivo muerta por uso de fertilizantes milagrosos, genes de escorpión en el maíz para hacerlo inmune a las plagas, producción de semillas estériles de marca registrada que obligan a los campesinos a comprar para sembrar. De lo anterior nos hemos ido enterando poco a poco, como si la conquista de la verdad fuera un penoso trabajo, y lo es. Todo Progreso tiene un taller oculto.

La revolución de la “información”... sin comillas: desinformación. 

Nos encontramos con la "revolución" de la información-desinformante, y como otras "revoluciones", (llamadas así más por costumbre), modifica nuestras formas de relacionarnos al tiempo que produce su forma distópica. Los padres no pueden competir contra los smart phones, las tablets o Netflix por la atención de sus hijos, ni desean competir porque el dispositivo digital ofrece adormecimiento, ensoñacion teledirigida que parece experiencia, pero no lo es. Nos dicen “vive la experiencia”, “atrévete”, “ten el valor” y lo mejor de todo “desde la comodidad de su hogar”. Dirá usted que esto no es mucho, pero ha sido el vector de la catástrofe cultural que silenciosamente operó durante los últimos veinte años.

Sujeto virtual, objeto viral.

Hemos desarrollado una vida paralela, virtual. Es tarde para renegar de ello. Decía Bauhman que maldecir a la televisión es como matar al cartero por traer malas noticias. Concuerdo. Sin embargo, de forma más intensa que la antigua televisión, la vida virtual en internet está regulada. Si la vida ciudadana comienza con acta de nacimiento y termina con acta de defunción, la vida internauta comienza con la aceptación de términos y condiciones, se renueva con actualizaciones y termina cuando decidimos no utilizar la misma red social virtual que nuestros seres queridos. En la vida virtual producimos sociedad virtual, y por lo tanto política del mismo tipo. Ha surgido el sujeto virtual y tiene peso. Genera consenso virtual. Lo que es un hecho, es que la voluntad democrática puede ser manipulada a través de internet. Por lo tanto, los golpes de estado ya no dependen solo de Generales, sino de influencers, es decir, los votos contra los likes y retweets. 

El conocimiento supera la desinformación

La única forma de combatir la manipulación hoy y siempre es el conocimiento. Por lo tanto, la tension fundamental entre un presidente como Maduro y su autoproclamado contrincante es que el primero intenta sostener el poder con un fuerte componente doctrinario —sin querer simplificar los aciertos y errores del complejo proceso chavista— y el segundo, lo disputa desde las redes virtuales de desinformación y manipulación. El vacío no es de poder sino de conocimiento, solo la ignorancia que produce por un lado la manipulación y por otro la desinformación produce ciudadanos colaterales —carne de cañón—. Maduro, por mucho que no lo quiera, comienza a ocupar el papel de quien pelea contra un fantasma y, los ciudadanos en su contra, en fantasmagorías que dependen de opiniones externas para existir. La conciencia política de sus aliados se enfrenta a la fantasmagórica legitimidad virtual de sus detractores. Internet deslegitima a Maduro, no es solamente que sea reconocido o desconocido por países, es que Facebook y Twitter lo han desconocido. Estas redes virtuales no nos pertenecen: son gratis pero cuando algo es gratis es porque el producto es usted.

El voto como metáfora del like (la realidad desplazada a metáfora, por la virtualidad)

El mito de la caverna de Platón adquiere pertinencia. Es importante notar cómo la realidad está siendo desplazada por lo simbólico hasta que se opera una inversión de pensamiento y, deja de ser la realidad fuente de la experiencia. Se va reduciendo la realidad a un campo de batalla, el lugar para comprobar todo lo que la virtualidad me dicta. No está lejos el tiempo en que internet ofrezca liberarnos de nuestra "pesada" existencia física e intelectual para recibirnos en un sueño eterno de navegación digital hedonista hecha a la medida de cada ego solipsista a través de un dispositivo. Tal dispositivo pasará de la palma de la mano a alguna circunvolución cerebral. Lo único que tendremos que hacer es aceptar los términos y condiciones con un click que incluirá permitir a Facebook votar en nuestro nombre.

Opinion para Interiores: 

Anteriores

Julio Broca

Artista gráfico y sociólogo, investiga fenómenos culturales de disrupción y rebelión. Diseñador del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”-BUAP.