Audiosex: ultraje y violencia

  • Ana Teyssier
Hoy en día los géneros musicales son tan diversos como las personas que los escuchan

La música es el arte de organizar sensible y lógicamente una combinación coherente de sonidos y silencios utilizando los principios fundamentales de la melodía, la armonía y el ritmo, en combinación con la letra se logran complejos procesos psicoanímicos inspirados en personas, lugares, entornos, situaciones etc. Hoy en día los géneros musicales son tan diversos como las personas que los escuchan, sin embargo, las letras de las canciones han quebrantado la delicada línea entre la creación musical y, la dignidad y el honor de las personas argumentando libertad de expresión, cambio de época y terreno ganado a la censura del pasado.

Y es que nadie está peleado con el punchis, punchis, la buena onda, la alegría que provoca la música o la excelsidad de las letras o notas musicales. ¡No!, la situación es más compleja, en privado podemos hacer lo que nos venga en gana mientras no dañemos a terceros, lo mismo aplica en los establecimientos creados con fines lúdicos, lamentablemente en la esfera pública no se ha roto el paradigma de que se debe soportar todo porque se trata de espacios tangibles e intangibles de todos y de nadie, las canciones se toman como símbolo de una pretendida libertad y resiliencia tratando de amordazar a sus detractores.

Las letras musicales de los diversos géneros cada vez más estereotipan, cosifican, insultan y denostan, sobre todo, al género femenino; hacen gala de hipersexualización, sexismo, misoginia, aversión, violencia de género, apología de los delitos sexuales, contra la vida, contra la salud, patrimoniales, etc.; violencia pasiva y simbólica. Esto no quiere decir que en el pasado las letras de las canciones no estaban cargadas de contenido sexual y violencia, sí pero tácito o explotaron el erotismo, a veces con juegos o distorsión de palabras.

Las canciones audiporno o audiosex a diferencia de la pornografía han sido creadas para entretener y su finalidad última no es la excitación, no obstante, los mensajes de las letras se insertan en el imaginario colectivo y en la cultura como máximas a cumplir a base de repeticiones en una distorsionada e interminable sexualización. El problema no es la música, ésta es un conjunto de vibraciones, es la forzada e innecesaria sexualización de las letras de las canciones que se ha normalizado hasta entre los menores de edad que no han alcanzado un pleno desarrollo psicosocial. Y de los videoclips ni que decir, rayan en la apología de la pornografía.

Parece haber una crisis en las composiciones musicales, banales y frívolas o agresivas, lascivas y satíricas que de por sí fuerzan su composición favoreciendo la interpretación subjetiva; lo mismo sucede con la apreciación musical, si importa más el ritmo para qué incluir letras ultrajantes. Unas cuantas letras incoherentes, sin significación y repetitivas han permitido a unos cuantos alcanzar la fama como “artistas”, crear derechos de autor e interpretación y enriquecerse dejando los efectos de los patrones conductuales que han creado en la mente colectiva.

Una realidad rampante es que la pornografía ha sido llevada a una multitud de plataformas incluido el audio y por ende a las letras musicales, ahora se despliegan nueva conductas: insultos electrónicos, audioacoso colectivo, violencia digital, entre otros.

¿Cuántas veces en un establecimiento para supuestamente atraer a los clientes se reproducen canciones de este tipo que nada tienen que ver con el producto o servicio ofertado?, ¿cuántas veces el transporte público parece cantina en las mañanas y antromóvil en las noches?, ¿cuántas veces alguien le ha dicho que tomó de referencia una conducta porque así lo dice la canción?, ¿cuántas veces un ignoto o su propio vecino le impone su gusto musical sin importarle la privacidad, la hora o el volumen?

Regular la reproducción de contenidos musicales en espacios públicos es la vía más idónea en un sistema democrático donde la dignidad y el honor de las personas deberían estar por encima de la imposición de los gustos musicales de unos cuantos.

anateyssi@gmail.com

Opinion para Interiores: 

Anteriores

Ana Teyssier

Escritora emergente, emprendedora social e investigadora independiente. Se desempeña como periodista cultural, narrativa y de opinión. Premio Municipal de la Juventud y el Galardón Poblano Distinguido. Trotamundos y otras manías.