La importancia de la preparación de nuestros representantes

  • Héctor Hernández Álvarez
No todos deberían poder ser tomadores de decisiones

Comienzo este artículo con una frase que seguramente han escuchado: “para ser político, no hace falta estudiar”. En nuestro país, lamentablemente esa aseveración es real y verdadera. Llamó la atención que recientemente se diera a conocer que sólo 276 de nuestros próximos representantes en la Cámara de Diputados, cuenten con estudios superiores.

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM) en su artículo 35, establece los derechos de los ciudadanos. Se detalla que tenemos el derecho a votar y de poder ser votados para todos los cargos de elección popular. En general, los requisitos para contender a un cargo de este tipo son sumamente laxos. Entre algunos de estos se encuentran haber cumplido la edad estipulada dependiendo el tipo de representación; ser ciudadano mexicano por nacimiento; no ser secretario o subsecretario de estado, ni ministro de algún culto religioso o mando del ejército; no ser director de algún organismo federal autónomo; contar con credencial para votar, entre otros descritos ampliamente en la CPEUM.

Ciertamente, los argumentos de los que defienden el poder ser votados sin importar la preparación académica, me parecen válidos y dignos de analizar. Abarcan la no discriminación, el valor de la igualdad y aprecio a las capacidades de todos como seres humanos. Las democracias liberales, tienen la cualidad de defender este tipo de ideales y plasmarlos en sus leyes. Sin embargo, no me parece que sea lo más adecuado, sobre todo, si la meta es contar con un grupo de servidores públicos bien capacitados, conocedores de la actividad que desempeñarán, con el fin de lograr desarrollo, seguridad y justicia para los ciudadanos.

No hay que olvidar, que ser nombrado a desempeñar un cargo de elección popular significa ser un servidor público de alta jerarquía, un tomador de decisiones. Pensemos: aunque llegasen a contar con consultores, consejeros, asesores o especialistas en los temas de interés, al final del día son ellos, los representantes, los que decidirán si una propuesta de política pública es digna de ser propuesta o implementada.

Las buenas intenciones de la gente por querer ayudar a su pueblo no son suficientes para representarlo. Para efecto de ejemplificar este punto, imaginemos un caso explicativo a manera de analogía: si una persona padece cáncer, el indicado para atender el padecimiento del enfermo será un médico, de preferencia, un médico especialista en oncología. Quizá, una persona que tenga buenas intenciones de curar al paciente pudiera tratar la enfermedad con los conocimientos no especializados con los que cuente, lo que podría derivar en agravar la enfermedad y provocarle hasta la muerte. México, tiene muchos males, entre los principales están la impunidad, la corrupción, inseguridad y falta de Estado de Derecho; se necesita a ciudadanos con buena voluntad de ayudar y con conocimientos especializados.

Vuelvo con la frase del principio: “para ser político, no hace falta estudiar”. Me pregunto (con molestia) en qué momento se empezó a ver a los estudios de la política como de segunda categoría. Es decir, para los asuntos de salud, por ejemplo, el diagnostico del médico es el más respetado y acatado. En cambio, resulta que, para los asuntos de interés social, los encargados de resolver nuestros problemas son gente con cuando mucho, buenas intenciones.

La política, al contrario de lo que mucha gente piensa, si es una ciencia. Como bien lo dijo el gran filósofo Realista Thomas Hobbes: “la política, es el estudio y conocimiento de las causas sociales; la relación entre el gobernante y el gobernado”. Por lo tanto, no sólo se trata de aparentar algo que en realidad no se es, de mentir y montar una escena de teatro para robar del erario. Se trata de estudios filosóficos, que tienen que ver con conocimientos de administración pública, de administración de intereses y pasiones de la sociedad, de los bienes y servicios del Estado para la resolución de problemáticas populares.

No obstante, es importante señalar que, algunos personajes, aun estando preparados en política, han dado resultados francamente malos que han derivado en daños terribles para sus representados. Como ejemplo tenemos el caso de Javier Duarte, Doctor en economía, ex gobernador del estado de Veracruz; quien fue responsable de corrupción por desvíos millonarios y vínculos con la delincuencia organizada durante su mandato. En definitiva, la preparación académica debe ir acompañada de valores para dar el efecto correcto.

Por último, comento: en este tema, como en muchos otros, no hay un consenso. Hay quien piensan que las Leyes están bien y que nos puede representar cualquier persona; otros en cambio, creemos que se necesita de estudios especializados y valores bien cimentados para dar mejores resultados. En definitiva, en asuntos sociales, no hay verdades absolutas, no queda más que analizar lo mejor posible y recapacitar para nuestro bien.

hector.hernandezaz@udlap.mx

@Hector_HHA1

Opinion para Interiores: 

Anteriores

Héctor Hernández Álvarez

Licenciado en Relaciones Internacionales UDLAP. Participa en investigación en ciencias sociales: Índice Global de Impunidad y el Índice de Impunidad México del Centro de Estudios Sobre Impunidad y Justicia (CESIJ)