Nuestras ventanas rotas

  • Oscar Gómez Cruz
Experimento de Stanford. Puebla, situación similar.

Era el año 1969, en la universidad de Stanford, un grupo de sociólogos puso en marcha un experimento muy interesante.  Colocaron dos vehículos idénticos en zonas opuestas de Estados Unidos, para ver qué ocurría en cada caso.

 

Uno en el Bronx, Nueva York, en un lugar muy problemático en ese momento, con enorme inseguridad, pandillas, tráfico de drogas, asaltos y adictos durmiendo en casas abandonadas.

 

El otro en Palo Alto, California. Una zona de gente adinerada, con elevados niveles de educación, poca inseguridad y violencia, donde el respeto a la ley era una constante.

 

El primer vehículo, en el Bronx, al cabo de unas horas estaba totalmente desmantelado, no le dejaron nada.

 

El segundo estaba intacto y así permaneció durante varios días. Fue entonces que, deliberadamente, los científicos le rompieron una ventana y sucedió algo increíble.  Después de un tiempo, este vehículo quedó igual que el del Bronx, desmantelado.

 

Por eso se llama la teoría de las Ventanas Rotas. Cuando hay una pequeña imperfección, una pequeña falla o en este caso una ventana rota y NADIE la atiende, la sociedad entiende, lee o asume, que no hay nadie a cargo ni nadie a quien le importe y al suceder esto, viene una escalada de violencia, crimen y caos.

 

Ése es el punto en el que nos encontramos en México y particularmente en Puebla, donde se está viviendo una ola de inseguridad, que mantiene con miedo a los ciudadanos que salen y ven sus autos en cuatro ladrillos y sin espejos, o los asaltos a mano armada a plena luz del día en toda la ciudad y particularmente en la zona de Angelópolis, pasando por asesinatos, huachicol y balaceras, de las que pensamos estábamos a salvo en nuestro estado.

 

No se atendió una ventana rota y se propició una escalada de violencia y crimen. Esto es relevante porque en la mente de los maleantes, donde se puede cometer cualquier crimen una vez y no hay consecuencias, entonces se entiende que se pueden cometer muchos más; y si sigue sin haber reacción de la autoridad, se diversifican de inmediato los crímenes y se escala en violencia.

 

El problema se vuelve aun peor en esta era que vivimos de información (o desinformación) globalizada, porque la percepción se convierte en realidad y a su vez en paranoia; es decir, aunque una persona nunca haya sido víctima de algún delito, por todo lo que lee y escucha en sus grupos de WhatsApp o sus redes sociales, vive con miedo y es una víctima pasiva de la inseguridad, limitando su posibilidad de vivir plenamente.

 

El miedo paraliza. El miedo es uno de los peores enemigos de la sociedad, porque hace que todos desconfíen de todos, convirtiendo la convivencia entre las personas, en algo incompleto, agresivo y peor aun, indiferente.

 

Así que antes de enviar algún mensaje en tus chats de WhatsApp o en tus redes sociales, donde se diga que acaban de asaltar en tal o cual lugar o de aseverar que acaba de suceder algún ilícito, infórmate bien y confírmalo, porque esparcir ese tipo de noticias, que en muchos de los casos son falsas, solamente propaga el miedo y afecta la convivencia entre los ciudadanos.

 

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Oscar Gómez Cruz

Maestro en Asuntos Internacionales de Negocios Universidad de Columbia. Maestro en Administración Pública INAP. Egresado de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard. Es presidente de 2TRES15