La culpa no es de “el cuau” ni de Sergio Mayer…

  • Héctor Hernández Álvarez
El principal responsable es la propia ciudadanía.

Mucho se ha hablado y escrito acerca de los polémicos nombramientos de Cuauhtémoc Blanco y Sergio Mayer en cargos públicos de relevancia. Sin embargo, ¿quién es responsable de ello?, ¿la ciudadanía, los partidos o los propios políticos? Si bien, la responsabilidad es compartida, el principal responsable desde mi punto de vista es la propia ciudadanía. Ciertamente, cuando un personaje gana alguna elección y toma protesta, este adquiere una serie de responsabilidades y obligaciones con sus representados; no obstante, algunas decisiones de estos recientes representantes han dejado mucho que desear.

Comenzaré por Sergio Mayer, actor y productor. Sus actividades cotidianas estaban directamente relacionadas con el mundo del espectáculo, las telenovelas y el entretenimiento. Actualmente, es diputado federal por el partido Movimiento Regeneración Nacional (MORENA). Recientemente, fue nombrado presidente de la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados, hecho que molestó a más de uno, pues este personaje era ajeno a los asuntos de la vida pública y al tema que decidieron encomendarle.  Adicionalmente, hace poco, cometió errores garrafales, indignos del cargo que ostenta, como decir que el salario que recibiría como diputado le sería insuficiente (mismo que es de 74 mil pesos mexicanos netos mensuales) para solventar sus gastos familiares. Otro error fue el de llamar librería a una biblioteca y adjudicar a un supuesto hacker, los tweets ofensivos o con faltas de ortografía de su propia cuenta.

Por su parte, Cuauhtémoc Blanco, actual gobernador del estado de Morelos por el Partido Encuentro Social (PES), no terminó si quiera los estudios correspondientes al nivel secundaria y nombró en su gabinete a algunos exfutbolistas y exárbitros. Tal es el caso de Gilberto Aguilar, quien fue designado como Secretario de Desarrollo Social de Morelos; Francisco Reyes Olvera, como vocero de su gobierno; Germán Villa será el encargado del Instituto del Deporte y, por último, Isaac Terrazas, se ocupará del fideicomiso del estadio Coruco Díaz. A decir verdad, el único nombramiento que me parece inobjetable es el de Germán Villa como encargado del Instituto del Deporte, ya que tiene relación con el tema; todo lo demás, me parece digno de ser cuestionado.

A todo esto, vale la pena preguntarse: ¿qué esperaban los que votaron por estos personajes? Evidentemente iba a ser muy complicado que tomaran decisiones brillantes o por lo menos acertadas. No se sabe con exactitud qué porcentaje de votantes esté arrepentido de haber elegido a Sergio Mayer o Cuauhtémoc Blanco, aunque seguramente varios ya lo están asimilando y muchos otros aun están esperanzados en que hagan cosas de provecho.

Por otra parte, a los periodistas, columnistas y analistas políticos: sepan que la crítica no siempre debe ir dirigida a los políticos que ya ostentan un cargo de elección popular, recuerden que si están ahí es porque la gente los eligió. Ciertamente, en México es triste que nuestra clase política tenga muchas carencias de desempeño. Si los electores vieron en Mayer o en Blanco la opción menos mala para dirigir las riendas resulta menos criticable, pero no se indemniza la falta de criterio para escoger y exigir a las autoridades, así como a los partidos políticos para que les presenten a candidatos decentes para los cargos a ocupar.

En general, ha existido una ola por la crítica a las autoridades, es una de las actividades más comunes en los medios de comunicación en general. Sin embargo, yo diría que también hay que criticarnos a nosotros mismos. La sociedad mexicana es apática y falta de cultura política. Por supuesto, ¡no!, no basta con elegir al menos malo o al que así lo parezca. La gente se debe atrever a ejercer su voz y acción en contra de la tiranía, la demagogia y el populismo.

Cuando un personaje de estas características llega al poder, el partido político que lo abandera se beneficia porque aumenta su popularidad e influencia en determinados puntos geográficos. El personaje mismo, toma ventaja porque eleva su ego al destacar en diferentes facetas. Por lo tanto, ¿en qué se benefician los ciudadanos?, ¿en tener la ilusión de que harán las cosas de diferente forma? Y ¿si no es así? Solamente creará decepción y apatía, que ayudará a consolidar la falta de interés característica de nuestro paupérrimo sistema político, formando un círculo vicioso. En cambio, México necesita ciudadanos honestos y preparados para dejar de lado la política amateur y profesionalizarse en la actividad.

Por último, seguramente han escuchado la frase: “el pueblo tiene el gobierno que se merece”. Al respecto, creo que en nuestro caso es cierto. Mientras sigamos creyendo que la política es puro teatro y no una ciencia formal, seguiremos teniendo problemas serios de desinterés por mejorar las situaciones sociales, corrupción e impunidad.

Está bien que los deportistas no hayan terminado sus estudios por destacar en su disciplina; está bien ser actor, stripper y entretener a la gente, pero honestamente y con todo el respeto que merecen esas profesiones, no están a la altura comparadas a lo que significa un cargo político. Recuerden: ¡zapatero a sus zapatos!

@Hector_HHA1

Opinion para Interiores: 

Anteriores

Héctor Hernández Álvarez

Licenciado en Relaciones Internacionales UDLAP. Participa en investigación en ciencias sociales: Índice Global de Impunidad y el Índice de Impunidad México del Centro de Estudios Sobre Impunidad y Justicia (CESIJ)