Consulta anticorrupción: pobres resultados

  • Marcela Cabezas
Los ánimos independentistas de los paisas. ¿Qué se pasa con la democracia colombiana?

  […] El cáncer que consume a un país  son las pugnas interinas por el ejercicio del poder público, que conduce a que algunos pueblos se consideren Estados dentro del mismo Estado, haciéndose por ende imposible consolidar un proyecto de Nación; ¡de una gran Nación! Menciona el libertador Simón Bolívar en una de sus reflexiones tras su derrota al tratar de construir aquella Pangea Suramericana, a la que llamó  la Gran Colombia.  

  Desde aquel entonces a la actualidad la vida política de Colombia no ha cambiado mucho, por supuesto que ya no está ligada a Ecuador, Perú y Bolivia como lo bosquejó Bolívar, pero la continuidad de pugnas por liderazgos regionales ha sido característica en la construcción de la Republica unitaria en el siglo XIX y continua hasta el siglo XX, además del tránsito a un Estado descentralizado en la década del noventa.

    Departamentos como Antioquia, Cauca y Tolima han sido focos centrales del conflicto político interino y a lo sumo de la influencia de caciques regionales que promueven  una agenda regional que logra impactar en la nacional, caso de los Valencia, los López y más recientemente el expresidente y senador Álvaro Uribe Vélez.  Caso paradigmático es el antioqueño, donde de manera más evidente se ha manifestado, incluso, la voluntad separatista de territorio colombiano; a la actualidad los “paisas” parecen disentir en numerosas ocasiones de proyectos políticos promovidos desde Santa fe de Bogotá, y a lo sumo no han apoyado como se esperaba en términos de su potencial electoral.

   Uno de los logros de la constituyente de 1990 fue lograr mayor autonomía territorial, siendo en ese entonces una de las demandas principales de diversos sectores sociales y políticos al considerar desventaja frente a la concentración del poder público en la capital. Ahora tras los pobres resultados electorales de la consulta  y el alto porcentaje de abstencionismo en los departamentos más golpeados por desfalcos al heraldo público, queda mucho a la imaginación; sobre todo cuando lo que para unos es benéfico para otros resulta pernicioso producto de la elogiada ingeniería institucional. Entonces ¿cuáles  han sido los aciertos y desaciertos de la apertura democrática en  Colombia? 

  Al termino de la jornada electoral que convocó  a la primera consulta popular tras la introducción de tal mecanismo en la constitución política de 1991 (ley 134 de 1994), ¡óigase bien la primera en casi treinta años!,  y los pobres resultados en términos de votos efectivos, que por poco impidieron pasar el umbral (la tercera parte del padrón electoral estimado en 36,421.026), llama la atención la ínfima participación de los antioqueños en tal proceso, que en cambio en Bogotá obtuvo la mayor cantidad de votos. En ese sentido, es posible plantearse que el alto nivel de abstencionismo en el departamento de Antioquia es un caso programático en el cual su gente manifiesta apatía hacia la consulta de carácter nacional- pues entre otras cosas su capital, Medellín ha sido reconocida en varias ocasiones como innovadora, moderna y sustentable-  o,  más bien, se trata de la vigencia de una percepción política influida por cacicazgos regionales, que en figuras notables como Uribe Vélez tuvo  el mayor detractor a la consulta.   

   Pero, ¿qué significa ser cacique en una región con potencial social y económico a grandes luces? Por cacique se comprende según Fernando Diaz  a políticos y civiles que operan en un nivel territorial más restringido en base a relaciones clientelares de tipo político y económico (1). De forma que la relación que se establece entre el líder -comúnmente político de carrera es jerárquica y tiene como objeto obtener un beneficio a cambio, en el mas de los casos se presume  como la continuidad del vasallaje feudal-. Una de las características del sistema político colombiano es el hecho de haberse construido bajo practicas clientelistas entre representante y electorado con un interés  de por medio; de hecho a juicio de Guevara y Leal  “(…)el clientelismo en Colombia ha sido parte activa en la transformación del sistema de partidos de los años setenta a la actualidad tras la redefinición de las reglas del juego en la Constitución de 1991”. (2).

  En tal esquema, el hecho de que en Antioquia la consulta haya tenido tan poca afluencia electoral no solo evidencia el hecho de que es un departamento mayormente conservador, con representantes políticos de derecha y centro-derecha, sino que, copia bastante de la proclama deslegitimadora de la consulta del partido Centro Democrático, que habiéndose declarado a favor de la consulta previo a las elecciones en primera vuelta, arremetió de manera evidente contra la intención real de la consulta. En este mismo tono el departamento del Tolima – del que soy oriunda-  y, sin ahondar mucho en el caso dado que no ha pretendido independizarse de la Republica unitaria colombiana porque esta años luces de la ventajosa Medellin, y por qué además, fue víctima su capital de uno de los desfalcos a lo publico mas vergonzosos como  fue el de los juegos Olímpicos que a la actualidad tiene al alcalde de ese entonces investigado- , la consulta tampoco logró mover a los electores que esperaba (ver nota aquí),  pues de lejos obtuvo los 1.062.821 posibles, la interpretación no difiera del caso de los paisas, ya que en los comicios pasados la derecha representada por Ivan Duque obtuvo un gran fortín electoral en buena parte del departamento.

   Frente al resultado de la consulta dos cosas. Por un lado, resulta afanoso afirmar de que en el departamento de Antioquia no se apoyo la consulta porque se consideran un Estado dentro de un Estado mina los ánimos de un pais que esta fuertemente polarizado en el ámbito electora, y obstruye los planes del presidente electo de concertar una concertación nacional de carácter multisectorial contra la corrupción, dado que en el Tolima Grande la cosa no fue diferente, y se presume bastante patriota en el momento.

   De otra manera, Colombia política e institucionalmente no ha cambiado mucho, dado que los liderazgos regionales continúan vigentes y parecen tener hoy bastante potencial, en tanto que el proyecto de la descentralización animado desde los años ochenta y concretado en los noventa no arrojó los resultados esperados, dado que la mayor autonomía territorial no ha garantizado un acceso autónomo en términos de recursos y proyección de políticas públicas, no así la competencia electoral y la administración de lo público que continua sujeta a la capacidad negociadora de los caciques, que bien saber hacerse oír en momentos de contienda electoral  con su maquinaria política, y a lo sumo, administrar lo público como a los iluminados  les resulte conveniente.

   En ultimas, Colombia continúa siendo un país de regiones, lejos de consolidarse un proyecto progresista en el cual las demandas de las regiones se tramiten tanto en lo local como en lo nacional, lo local toma aun más protagonismo, sobre todo cuando se trata en términos comparativos por obtener mayores beneficios público-políticos, encontrándose en este caso Antioquia privilegiado, al punto de no envidiarle casi nada a la gloriosa capital de la Republica de Colombia. A lo sumo, aquello que bien vislumbró el Libertador en los años de la independencia no ha mutado en el tiempo, de hecho muchas de sus frases suenan premonitorias, aun cuando se desperdiga su proyecto, aun.

 

Notas

 

-- (1) Citado en Knight, Alan. 2000.  Cultura política y caciquismo.

-- (2) Ladrón de Guevara . 1999.  Clientelismo: representación e intermediación política en Colombia ¿Qué ha pasado en los años noventa?   Pp 61-78

-- -------------------------Leal B, F . 1989.  El Sistema Político del Clientelismo* Revista Analisis Politico.Instituto de Estudios de la Universidad Nacional de Colombia IEPRI

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Marcela Cabezas

Magíster en Ciencias Políticas y politóloga colombiana. Catedrática y columnista en prensa independiente.