Ideología partidista versus agenda gubernamental

  • Marcela Cabezas
¿Velorio instrumental o, más bien, de su reacomodamiento dentro del oficio político?

A pocos días de asumirse Iván Duque como presidente de las colombianas y  colombianos, llaman la atención los partidos políticos que continúan uniéndose a su equipo de gobierno, sobre todo, cuando movimientos como el ASI -Movimiento originalmente indigena- se declara de la bancada del gobierno luego de ser fuerte critico y acompañar a la oposición al  mismo tiempo en los comicios presidenciales. (Ver nota aquí).

  Frente a esto, uno puede preguntarse si existen aún ideologías de base en una organización política, o si se trata de un síntoma de crisis de la representacion política el que los partidos traicionen sus postulados ideológicos. En un momento en el cual se considera que “[…]la política es el arte de camuflarse en el bando más conveniente” (expresidente Santos al salir de la Casa de Nariño) habría que ver si no se trata ni de lo uno ni de lo otro, sino más bien de que la y las ideologías han sido instrumentos para el ejercicio del poder político que en la pugna por persistir sabrá cambiar consignas a cambio de banderas efectivas, sobre todo en coyunturas políticas clave.

     En el debate público en Colombia y Latinoamérica en general parece confluir al tema de la crisis de la representacion política, ejercida principalmente por los partidos políticos, otrora depositarios del poder popular soberano, y, en términos de Sartori “[…] el canal institucional para conducir las demandas e intereses de los ciudadanos que confían el poder a un representante”(1). En ese sentido la democracia representativa se origina bajo la lógica del poder soberano delegativo mas no participativo, por lo que “[…] pedirle más a la representacion política resulta inoficioso e improductivo” (Leffort 1994) (2) en consideración de que la cosa se hizo mal desde el comienzo en el engranaje institucional. 

  A consecuencia de esto, y en una etapa histórica “moderna” en la que la burocracia institucional suele faltar bastante a su palabra: sobre todo la empeñada en la contienda electoral, no resulta extraño que una organización partidaria que en la riña se declara completamente opositora y de “centro-izquierda”, ahora acepte amores de la derecha entronizada en el poder -pasa en el país bananero y en muchos otros- por lo que la línea ideológica entre derecha e izquierda pareciera verse difuminada tal como alardean bastante los opinólogos. Tal visión, sin embargo, resulta minimalista frente a la complejidad política del ejercicio del poder, y además de esto, en la pugna constante de la estructura para pervivir a pesar del cambio en términos del politólogo norteamericano David Easton (3), en tiempos en los cuales la invitación a izar la bandera de la unidad y el cambio por parte del gobierno entrante parece hacer un buen trueque con la consigna ideológica partidista en todos sus matices.

  No se debe mirar entonces la ideología separada de la estrategia política: lo uno y lo otro confluyen,  y, mal que bien, parecen complementarse. Históricamente la izquierda o izquierdas en Colombia -debido a que son tantas y tan diversas las fuerzas políticas que se ubican allí y en gran parte no logran ponerse de acuerdo sobre lo esencial- ha sido fuertemente golpeada por el conflicto armado y señalizada por sus detractores, lo que condujo a procesos de exterminio, caso de la Unión Patriótica en los noventa, detonante en parte de la consolidación de guerrillas de todo tipo a lo largo del país.  Ciertamente  no resulta fácil hacer oposición en un país en donde hasta este año se estrena un estatuto para el ejercicio deliberativo de los “partidos no alineados” en el congreso de la Republica frente a las fuerzas políticas de la derecha-conservadora y liberal- ¡óigase bien! han sabido bien aliarse y sortear la repartición del poder público y a la par, reproducir la visión de una nación republicana con los defectos que aún padece, salvo algunas modificaciones progresistas, abanderadas por algo de lo llamado bulliciosamente “nuevas derechas”.  

   Al entendido de Marx la ideología es el instrumento del que hace uso el Estado y sus aparatos de poder para dominar a la sociedad “pueblo oprimido”, siendo la ideología  un aspecto central en el ejercicio del poder, y por ende en el estudio politológico. Desde esta concepción, la iglesia, el ejercito y los partidos políticos no son más que instituciones que hacen parte de tal estructura de dominación. Mas, hablar de la ideología partidista en términos contemporáneos alude, además de lo ya expuesto, a “[…] fuerzas ideológicas opuestas a las dominantes e históricamente presentes en la vida política institucional”(Bartolini 1988: 218) (4). Dichas fuerzas urden como actores unitarios e individuales, pero también como interacciones sub unitarias entre los grupos de una organización.  De forma que analizar al partido político supone concebirle dentro de algo más complejo como es el sistema de partidos, que en el caso de Colombia brilla por su practicidad y estabilidad, sobre todo cuando el cambio de gobierno supone el realineamiento de las fuerzas que le apoyaran en su campaña, o por el contrario si serán su piedra en el zapato.

   Una de las consignas centrales –si no la más- del presidente electo Iván Duque ha sido conminar a las diversas fuerzas políticas (derecha, centro, izquierda) al bloque de unidad para promover cambios sustanciales y urgentes en la realidad social y política del país. Aunque el lema no es nuevo, pues ya el gobierno saliente de Santos supo consolidar una unidad partidista bajo la coalición de la U con el objeto de aprobar los acuerdos de Paz, sí lo es en cuanto a la estrategia que adopta Duque. No se trata de unir cierto bloque: derecha y centro derecha al estilo de Santos, sino de provocar a los sectores críticos por antonomasia como son los partidos alternativos, y caso puntual del movimiento indígena (ASI) Alianza Social Indigena, conocido por la reticencia a las políticas del gobierno de turno -venga de donde venga- dado que la demanda de derechos socio-culturales y políticos ha sido un tema especialmente alienado en la agenda de la clase política del país.

    Bajo tales supuestos se difieren varias cosas. Por un lado, hablar de la crisis del sistema de partidos y de la representatividad política debido al abandono del programa ideológico por parte de esta institución para hacer mella con el gobierno de turno, no solo resulta tibio sino también desconocedor de la coyuntura social que enfrenta el país ad-portas de promover reformas sustanciales sobre todo en el ámbito económico y educativo (tenencia de la tierra, y financiamiento de la educación media y universitaria, por nombrar algunas).

  De otra manera, la ideología se bien es cierto ha sido interpretada como segmento de estructuras políticas rígidas que impiden que el pueblo se haga y ejerza el mismo: dictadura del proletariado, esta, es también la que permite  conducir un debate que aunque pareciera ser antagónico: derecha e izquierda, opta por diluir la distancia pragmática para construir acuerdos más amplios, plurales y concisos, al estilo de la experiencia de la concertación en Chile tras el tránsito de la dictadura a la democracia, resultando central la agenda que lograría promoverse entre derechas e izquierdas un tanto más progresistas. Por tal,  no es menester juzgar a la Alianza Indigena por su decisión sin antes ver la dinámica del sistema de partidos colombiano a la actualidad, sobre todo en la era post Santos, post Uribe. Sin duda, el desafío de Duque ha de ser no solo continuar con la estrategia de ganar adeptos sino también de consolidar una agenda más acorde a la problemática del país, y en el caso de los indígenas a hacer todo aquello que no se ha hecho desde la conquista, hasta la era post(…) pasando por la “modernidad”.

 

-- (1) Sartori, Giovanni. Party and party systems .A framework for Analyses. Cambridge, 1976.

-- (2) Leffort, Claude. 2004.  La incertidumbre democrática, ensayos sobre lo político. Pag 17.

-- (3) Easton, David. THE POLITICAL SYSTEM New York, Alfred A. Knopf, Inc.; 1953.

-- (4) Bartolini, S & Leonardo Morlino 1988. Manual de Ciencia Política. Alianza Editorial. 

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Marcela Cabezas

Magíster en Ciencias Políticas y politóloga colombiana. Catedrática y columnista en prensa independiente.