La Gran Marcha del pasado 12 de agosto

  • Samuel Tovar Ruiz
El refrendo de la lección del poder democrático. La masificación del pueblo.

Después de la multitudinaria marcha del día 12 de agosto, MORENA  estatal y nacional, se demostró a sí misma la imperiosa necesidad de creer en el pueblo (la gente, la nación, la verdadera soberanía o en el poder real). No es tiempo de “autismos” políticos, por el contrario es tiempo de <<creer en la gente>>. El poder democrático no puede sino reconocer este axioma, y de ese modo proseguir la política pública, el ejercicio real del poder que no termina en la asunción de un puesto público, sino que debe verificarse igualmente como satisfacción de las expectativas reales en que la gente pensaba y sigue pensando al momento y después de colocar su voto en las urnas.

Por supuesto no sólo abrigaba su mente la idea reduccionista, o el propósito aislado  de llevar a una figura política al poder, sino sus propios problemas, sus demandas irresueltas por mucho tiempo, sus intereses muchas veces defraudados y que otras tantas veces lastimaron su sentimiento ciudadano. He aquí la necesidad de un mínimo de congruencia que abriga todo funcionario democrático. La otra urgencia de empatar no sólo psicológica, moral  y políticamente, sino material, social, económica, culturalmente con la gente.  Tal empatía no sólo es un mínimo de congruencia sino de <<sapiencia>> democrática que debe abrigar todo funcionario que sobre todo provenga de un proceso de selección mediante el ejercicio del <<sufragio libre>>.  Tal esfuerzo, tal ejercicio, no se lo podemos pedir a un funcionario que por el contrario subyace bañado de ”impunidad”, de “corrupción”, de “bajeza” moral y política. Tales condiciones abyectas suyas  no le permiten hacer un ejercicio de ese calibre.  En cambio en un funcionario democrático bañado del reconocimiento y prestigio popular, en el sí que es dable tal ejercicio.  Más aún conserva fresco, intacto, como si fuera hoy mismo el día en que salió electo,  su compromiso de refrendar al pueblo lo que es del pueblo: su ansia derecho a ser de feliz, libre  y tener bienestar.

Al pueblo de Puebla desde aquí un reconocimiento por su heroísmo, tantas veces demostrado, pero tantas veces pasado de largo. Ahora es tiempo de hacerle un reconocimiento de excelencia.  El domingo 12 de agosto, de igual manera que el 1º   de julio masificó las urnas, ahora masificó las calles del centro histórico de la ciudad de Puebla de Z. Su gran lección no solo mostró a MORENA, sino al mismo Morenovallismo en quién y dónde reside el poder real.  Tal poder no reside sino este mismo pueblo que es capaz de producirse y reproducirse como masa, como columnas interminables de gente convencida de su acción, como concentración multitudinaria que copaba el Zócalo de la ciudad.  Tales demostraciones no les pasaron desapercibidas a Barbosa, por supuesto, ni a Horacio Duarte (representante jurídico de AMLO y MORENA Nacional), ni a Jeidkol Polevnsky (Pta. del comité ejecutivo nacional) ni a Noroña (diputado federal de MORENA), ni a Claudia Rivera (Pdnta. Municipal de la ciudad de Puebla), ni al resto de funcionarios electos de MORENA que ahí iban, disciplinados, con gran convicción marchando.  Contagiados por la energía humana de tanta gente que repudiaba el FRAUDE ELECTORAL, el aberrante despojo de la gubernatura en agravio de la misma soberanía popular de Puebla y de MORENA, y dese luego de Luis Miguel Barbosa,  sin duda tomaron nota de ese gran pulso y axioma ciudadano.

La lección que vimos nuevamente este 1º de julio no consistió sino en entender en qué consiste que el pueblo se instituya como poder, tal y como el art. 39 constitucional lo consagra y mandata.  Ese poder no sólo son las instituciones formales, este es sólo uno de sus estados, sino el poder real que surge de sí mismo, de la soberanía de hacerse movimiento, es el otro estado que residiendo en la nación se instituye mismo. Así esa soberanía que posee la virtud de desdoblarse y convertirse en movimiento real de sí misma no es sino el mismo estado que de sí se instituye y consuma, perfeccionándose permanentemente. Un poder de esa magnitud requiere no sólo entenderse sino comprenderse, pero más aún actuarse.  Si no, no puede ejercerse.  El poder ciudadano, el poder de la gente, el poder del pueblo ahí está. Lo posee MORENA, por propia decisión popular. La selección del nombre MORENA ya es parte de ese entendimiento, pero requiere traducirse en políticas públicas concretas, populares, que devuelvan a la ciudadanía  su identidad, su capacidad de saberse misma en su propio producto electoral.  Esta capacidad se interrumpió y afrentó en Puebla.  Tal afrenta es el origen de una nueva lucha emprendida por la ciudadanía y MORENA por restaurar el quebrantamiento del Estado de Derecho constitucional, misma que constituye un delito de <<Lesa democracia>> por quienes cometieron los actos constitutivos del “Fraude” y la “guerra sucia” que lo financió y posibilitó.

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