Gobernabilidad del gobierno de Duque

  • Marcela Cabezas
El ajedrecista mueve sus fichas: el juego político de Duque en la encrucijada de la gobernabilidad

El ajedrecista mueve sus fichas: el juego político de Duque en la encrucijada de la gobernabilidad, en un país en que, mal que bien, premia a la estabilidad institucional.

Expresaba el excelentísimo Libertador Simón Bolívar que “[…]en los preámbulos del amor ningún error es corregible” (1) a propósito del terreno dispuesto para tal batalla, misma que no dista de la complejidad del ejercicio del poder político. ¿Qué tan lejos, que tan cerca esta Iván Duque de consolidar una bancada de gobierno que le permita gobernabilidad en los próximos cuatro años de su mandato presidencial? En tanto que la oleada de presión pública fruto del llamado a indagatoria de la Corte Suprema al expresidente Álvaro Uribe Vélez podría arremeter contra su pupilo ad-portas de posicionarse como nuevo mandatario de los colombianos y colombianas. Un paso en falso afectara la gobernabilidad de Duque sostienen los viejos zorros del Capitolio Nacional, mientras que, los analistas más optimistas se refieren a nuevos vientos que soplaran desde la Casa de Nariño.  Uno y otro resaltan un aspecto de la vida política que ha puesto en vilo a la Ciencia Política y a la administración pública: la gobernabilidad.

Es bien sabido que en la política colombiana priman las familias poderosas reproductoras de caciques y caciquiles que han sabido hacerse con cargos públicos en el ámbito nacional y subnacional, para la muestra tenemos a los Char en la Costa y a los Santos en el senado y en la casa de Nariño, pululan los Lleras, los López, entre otros (http://www.elcolombiano.com/historico/el_arbol_de_los_herederos_del_poder_politico_en_colombia-HYEC_264928), quienes poseedores del poder económico en primera instancia han logrado hacerse con el político, en el mas de los casos alimentado por la potencialidad mediática en un país muy receptivo y prolífico de tal medio. En momentos claves como el reordenamiento del equipo de gobierno del entrante presidente, la voz de estas figuras sabe bien calar dentro y, más allá de las salas del Capitolio nacional.

De entre los herederos de tal linaje encontramos a figuras como Arturo Char, Juan Diego Gómez, Fernando Araujo, por considerar algunos, presentes en el senado y cámara de representantes prontos a funcionar; a la par, la estructura del equipo al lado del presidente electo Iván Duque se figura sin mayoría total en el capitolio, ya que,  si bien es cierto el Centro Democrático ocupa 19 curules  en el senado de la Republica , el gran ganador fue el Llerismo que logro duplicar su capital electoral y, ahora mancomunado con el partido Conservador que ocupa el tercer lugar (http://www.cbhe.org.bo/index.php/noticias/27290-colombia-asi-quedo-conformado-el-congreso-2018-2022-en-elecciones-intermedias) le apuesta a influir en el nuevo gobierno, mientras que aquel desea recuperar “algo” de aquellos tiempos mozos en los que entronizado en el poder con figuras como Laureano Gómez calo hondo un modelo de país que a la actualidad persiste en gran medida. El odio sectario característico del siglo XIX muta ahora al servilismo ante nuevas generaciones de señores y sus señoríos.

En tiempos en los cuales el nuevo gobierno comienza a mover sus fichas para la nueva partida, uno se pregunta ¿Cuál será la estructura del equipo Duquista que parece verse amenazada por los liderazgos de caciquiles y la política tradicional del capitolio? Y ¿Qué impacto tendrá el escándalo judicial que salpica hoy a Uribe -su mentor-a la bancada del presidente? Lo uno y lo otro es paradójico en un momento en el cual la institucionalidad colombiana parece regocijarse en que las cosas “mal que bien funcionan”, mientras que la maquinaria judicial del país parece activarse en un momento clave en que el Uribismo vuelve al poder y amenaza en persistir en lo instituido, siempre y cuando este no resulte contrario al proyecto político del partido, y a la visión particular de un presidente joven de talante conservador-progresista que considera que, el desarrollo del país depende de la buena salud de los ricos y empresarios que arrastraran a los menos favorecidos.

Según Antonio Camou la gobernabilidad alude a un estado de equilibrio dinámico entre el nivel de las demandas societales y la capacidad del sistema político (estado/gobierno) para responderlas de manera legítima y eficaz” (2001:36). (2) En tal sentido, los índices de gobernabilidad de un gobierno se determinan a partir de las reformas logradas – de cualquier tipo- y del impacto de estas en términos de legitimidad política y social, siendo esta una preocupación central en las democracias modernas-liberales. La disputa entre hacer y no hacer en el debate legislativo toma especial relevancia cuando el gobierno entrante promete ir en contracorriente del proyecto político inmediatamente anterior (Santos) ¡eso de pasar de ser oposición a gobernar no es un asunto menor!... Al tiempo que los afectos y desafectos por temas como el de la Paz en Colombia, la penalización de la dosis mínima de droga , etc, etc , empieza a hacer ruido desde ya en el legislativo.

En la estructura dispuesta en el recinto deliberativo encontramos que, el Centro Democrático, partido del presidente electo, dispone de un recurso de representantes importante, mismo que tendría que entrar a negociar con la segunda y tercera bancada con mayor presencia en el legislativo, las cuales tras adherirse a la candidatura del ungido por Uribe -hoy elegido- en un escenario poselectoral pugnan por no dejarse absorber por la agenda del uribismo que hoy retoma el poder con total brío. Al respecto dos eventos auguran conflicto a la agenda del nuevo gobierno.

Por un lado, el escándalo jurídico que salpica al expresidente Álvaro Uribe Vélez, quien manifestara su intención de renunciar a su curul en el senado – la más votada históricamente- debido al recurso interpuesto en su contra a propósito del uso de falsos testigos en el proceso legal relacionado con el paramilitarismo en el país. (http://www.eltiempo.com/justicia/cortes/indagatoria-de-alvaro-uribe-en-la-corte-suprema-sera-este-tres-de-septiembre-249594). Por el otro, la disputa entre los representantes en el congreso que facilitaran o entorpecerán los proyectos de ley anunciados por Duque desde su campaña:  cárcel para los miembros del secretariado de las Farc que hayan cometido delitos atroces y la imposibilidad de que tales personales ocupen curules, y  la penalización de la dosis personal, entre los más controversiales.

En tal escenario la suerte del gobierno de Duque sortea dos escenarios. Uno en el cual las viejas figuras que han dispuesto de herederos de capital electoral en el senado logren chantajear lo suficiente al ejecutivo para no perder los hilos del poder que han detentado históricamente con temas como el de la Paz en el que aún no se ponen de acuerdo-caso de la bancada del exvicepresidente German Vargas Lleras y conservadores-; y, otro en el cual el Centro Democrático haciendo uso de la presidencia del senado presidida por el senador del mismo partido Ernesto Macías logre imponer un proyecto político que lleva varios años en cocción bajo la supervisión de la figura política más importante del país andino en los ultimo años -para bien o para mal-Uribe Vélez.

A propósito de Uribe Vélez, y por ultimo se presume que el hecho de que se augure un proceso jurídico en su contra, a juicio de la opinión publica en general, este no podría entorpecer la labor de Duque dado que siendo pupilo del expresidente y senador bien sabrá sortear los ánimos de un Centro Democrático que aun siendo acéfalo – escenario harto improbable debido al as siempre bajo la manga de Vélez-  procurara enaltecer los valores programáticos del partido, y a lo sumo hacer un buen uso del poder ejecutivo y legislativo, que, ahora en calidad de mayoría numérica deberá enfrentar a derechas que pugnan por no dejarse absorber del todo, e izquierdas progresistas en ejercicio de oposición.  En el preámbulo del entrante gobierno se auguran ajustes y alianzas clave para que el debate público se conduzca hacia donde debe conducirse: el equilibrio de la institucionalidad y la capacidad de que el gobierno haga lo que le compete “gobernar”.

Notas

1. García, M. Gabriel (1989) El General en su laberinto.

2. Camou, Antonio (Estudio preliminar y compilación) (2001). Los desafíos de la Gobernabilidad. México: Flacso/IISUNAM/Plaza y Valdés

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Marcela Cabezas

Magíster en Ciencias Políticas y politóloga colombiana. Catedrática y columnista en prensa independiente.