Levanta la mano si te han asaltado

  • Oscar Gómez Cruz
O robado, amenazado, intimidado... secuestrado

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Que México es un caos en materia de seguridad (o inseguridad dependiendo la óptica), no es secreto para nadie.

Todo el país está fuera de control (el robo común a nivel nacional ha crecido 17% en 2017 con respecto a 2016; ya que pasaron de 563 mil 859 a 660 mil 432 robos respectivamente por años). Solo lugares como Mérida, Querétaro y Puebla, se mantenían en una especie de “estado latente” o en una “relativa tranquilidad”.

Hoy Puebla también es un caos. Está fuera de control y les pertenece ya a los maleantes.

Hoy ser poblano a nivel nacional es sinónimo de huachicolero. Pagan justos por pecadores y ser asaltado en cualquier zona del estado o la ciudad de Puebla, es cosa de todos los días, me consta.

Las estadísticas no demuestran la realidad. Porque muchas personas no denunciamos. Y no por ignorantes o faltos de civismo, sino todo lo contrario:

Porque denunciar NO sirve de nada. No detienen a nadie que te haya asaltado o robado y sí se filtran averiguaciones previas a los medios para la nota roja, poniendo a las víctimas en doble peligro; me consta también.

Y después, con el nuevo Sistema de Justicia Penal Acusatorio, que se implementó sin estar listo todo el “sistema” al que se refiere su rimbombante nombre, los criminales salen libres por diferentes causas, entre ellas, fallas al debido proceso.

En suma, esto es un desmadre.

Robos, asaltos, secuestros, narcomenudeo, huachicol, cárteles, y todo esto se refleja en violencia y miedo. Como ejemplo, una banda opera impunemente en toda la Vía Atlixcáyotl, asaltando a los vehículos y disparando a ciudadanos, pero eso solo parecemos verlo los ciudadanos.

En el centro de todo otra vez, sí, la corrupción y la impunidad.

Y también la ineficacia. No basta con tener policías. Se requiere que obviamente estén capacitados, que pasen controles de confianza. Para aseverar eso, no se necesita haber estudiado en Harvard, Columbia o Chicago.

Es necesario el sentido común, que en muchos políticos es el menos común de los sentidos.

Nuestras fuerzas de seguridad acaban en muchas ocasiones trabajando para los malos, porque no los cuidamos; les pagamos como sistema (aquí sí es culpa del gobierno, de nadie más) una miseria. No hay bonos de desempeño, se trabajan en jornadas absurdas que solo afectan el ciclo de sueño y vida de cualquier policía, y con ello es obvio, se afecta su desempeño (jornadas de 24 horas laborables por 24 de descanso o 24 horas laborales por 48 de descanso).

La próxima vez que vea usted a un policía durmiendo en una caseta o en una patrulla, no es por flojo, es porque esa persona no ha dormido en 24 o 48 horas.

Nuestros policías no tienen un seguro de gastos médicos mayores adecuado, que los proteja a ellos y a sus familias. No tienen seguros de vida respetables por si llegan a fallecer en cumplimiento del deber. Les piden dinero para poder tener arma, balas y patrullas.

Y después nos preguntamos, ¿por qué se unen o colaboran con el crimen organizado?

 

¡Porque tienen que comer!, ¡porque sus jefes se los ordenan!  Porque existe corrupción e impunidad en el sistema.

 

Puedes invertir 100 millones de dólares en un Centro de Control, Comando, Coordinación y súmenle las “C” que quieran; si dentro de ese sofisticado lugar donde se ven miles de cámaras, se despachan unidades de emergencia y se notifica a otras corporaciones, hay UNA sola persona que, por 500 mil pesos al mes, alerte a los maleantes sobre los operativos a implementar, de nada sirven esos 100 millones de dólares invertidos.

¿Me explico? Con 500 mil pesos de corrupción y posterior impunidad, se vuelven inservibles no cientos, sino miles de millones de dólares y esfuerzos de gente honesta y bien intencionada.

Ojo Puebla, los asaltos a mano armada están al alza. Los cambios de gobierno no ayudan. Así que, aunque suene inverosímil, extreme usted precauciones; si va en transporte público no traiga el celular en la mano, lo mismo si camina por la calle.

Si tiene usted recursos, bájele al perfil. Si cree en Dios, récele. 

Si conoce a alguien que haya sido asaltado, robado, amenazado o secuestrado, comparta esta columna. Así, las visitas servirán como una medida alterna a las estadísticas oficiales, que NO reflejan la realidad.

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Oscar Gómez Cruz

Maestro en Asuntos Internacionales de Negocios Universidad de Columbia. Maestro en Administración Pública INAP. Egresado de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard. Es presidente de 2TRES15