¡Seremos cien, cien, cien!

  • Alejandra Fonseca
La sustancia con que las mujeres cuidan a sus bebés. Su participación en procesos de paz.

El por la oxitocina: auténtica hormona facilitadora de la vida; la que nos cambia el cerebro a las mujeres para poder cuidar de nuestros bebés con sentimientos amorosos cuando somos madres; la que nos ayuda a cohesionarnos solidariamente entre nosotras para formar comunidades y proteger a nuestras familias porque las mujeres llevamos, damos y protegemos la vida; es el principio biológico que en muchas partes del mundo se está aprovechando en favor de la paz. Esta es la manera “femenina”: la voluntad de paz que las mujeres llevamos en nosotras mismas.

 

En 1998 las Naciones Unidas, en su Resolución A/52/13, definió La Cultura de Paz que consiste en valores, actitudes y comportamientos que rechazan la violencia y previenen los conflictos tratando de atacar sus causas para solucionar los problemas mediante el diálogo y la negociación entre las personas, los grupos y las naciones. La Declaración y el Programa de Acción sobre una Cultura de Paz fue realizada en 1999, en su Resolución A/53/243 que pretende llevar a cabo una socialización orientada hacia la no violencia y hacia una colaboración entre hombres y mujeres e identificaron ocho ámbitos de acción para los actores al nivel local, nacional e internacional.

 

Convocadas por este Programa de la Unesco, Mujeres y Cultura de Paz, en 1999, en Zanzíbar, Tanzania --donde se cruzan el mundo árabe, indio y africano--, se reunieron cerca de 300 mujeres de todo el continente africano y de varios países en conflicto para hablar de sus experiencias con la guerra y la violencia, y buscar soluciones juntas. La idea de realizar esta conferencia nació en 1995, durante la Conferencia Mundial de las Mujeres, en Beijín (China), donde las participantes se marcaron el objetivo de reflexionar sobre la influencia concreta del "segundo sexo" en la prevención y la resolución de los conflictos. El año 2000 la Asamblea General de las Naciones Unidas fue proclamado como “Año Internacional de la Cultura de Paz” y la UNESCO divulgó el Manifiesto 2000 redactado por un grupo de Premios Nobel de la Paz.

 

En todas partes se ha puesto de manifiesto que sin la participación plena y activa de las mujeres, no hay paz duradera: En Argentina, las Madres de la Plaza de Mayo; durante la guerra de Chechenia, las madres de los soldados rusos exigieron a las autoridades militares información sobre sus hijos; cinco siglos antes de nuestra era, las mujeres de Atenas y de Esparta decidieron hacer huelga de amor mientras sus hombres fueran a la guerra; en 1990 en respuesta a la invasión de Kuwait por Irak, 282 mujeres árabes quisieron llevar leche y harina a los niños iraquíes en barco; en Israel, en los 80, un grupo de mujeres -la Organización de Mujeres por los Presos Políticos- defendía los derechos de los presos políticos palestinos. Las mujeres masai empiezan todas sus jornadas rogándole a Dios que lleve la paz a su comunidad y a todos los rincones del mundo.

 

Ahora en México, para empezar, ¡seremos cien, cien, cien!

 

Continuará…

 

alefonse@hotmail.com

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Alejandra Fonseca
Psicóloga, filósofa y luchadora social, egresada de la UDLAP y BUAP. Colaboradora en varias administraciones en el ayuntamiento de Puebla en causas sociales. Autora del espacio Entre panes