Proceso electoral federal 2018, el peor de todos

  • Raúl Espejel Pérez
Malos candidatos. Pésima propaganda. Descalificaciones y ocurrencias. Ambiente de criminalidad.

Cuatro son, en mi opinión, las principales características que definirán el proceso electoral federal 2018, como uno de  los peores procesos realizados dentro del marco de  la vida institucional del país: 

 

-- 1. Malos candidatos presidenciables

-- 2. Excesiva y pésima propaganda electoral

-- 3. Campañas electorales a base de descalificaciones y ocurrencias

-- 4. Ambiente de criminalidad

 

Aun cuando el 27 de junio terminan las actividades proselitistas del proceso electoral federal 2018, ya existen elementos suficientes para efectuar una valoración objetiva de la campaña electoral que están efectuando los  candidatos a la presidencia de la república.

 

1.- Malos candidatos presidenciales. De éstos, solamente Andrés López y Ricardo Anaya son competitivos. José Meade, por estar situado en el tercer lugar de las intenciones de voto del electorado, prácticamente, está fuera de la contienda presidencial, debido a que sobre su espalda lleva montada la pesada carga del repudio y hartazgo que existe en la sociedad contra el PRI.

 

Repudio y hartazgo que se incrementaron por los actos de corrupción (Casa Blanca, OHL, Grupo Higa, Tren de Alta Velocidad México-Querétaro, Socavón de Cuernavaca y Odebrecht) cometidos por el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto.

 

Margarita Zavala, mujer honesta y de sólida formación ideológica, cuya candidatura apuntaba a ser competitiva antes de renunciar al PAN, decidió retirarse de la batalla electoral en un acto de congruencia política, al percatarse que no tenía posibilidades de triunfar..

 

Jaime Rodríguez, obtuvo indebidamente el registro de su candidatura en el INE, al entregar firmas de apoyo ilegales. Conducta fraudulenta que debió llevarlo a comparecer en la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales, en vez de hacerlo aparecer en la boleta electoral por decisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

 

Ningún candidato presidencial fue designado democráticamente por los militantes de sus respectivos partidos políticos.

 

AMLO y Anaya impusieron sus candidaturas en forma autoritaria. Meade fue nominado por el presidente Enrique Peña Nieto, mediante el viejo procedimiento priísta del dedazo.

 

López es el mejor ejemplo de la antidemocracia. Impulsado por su vocación autócrata ─semejante a la de dictadores como Hugo Chávez, Nicolás Maduro, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega  y del sátrapa norcoreano Kim Jong-un─  impuso su candidatura al PRD en 2006 y 2012 y ahora, en 2018, la impuso a Morena, mucho antes que se le ocurriera fundar este partido, que, en términos políticos y financieros, le ha resultado un productivo negocio. Que es de su exclusiva propiedad.

 

Anaya, por su parte, aprovechando que ocupaba el cargo de presidente del comité ejecutivo nacional del PAN, arbitrariamente hizo a un lado a Margarita Zavala ─que estaba muy bien posicionada en la preferencia de los electores─ al tomar por asalto la candidatura presidencial en forma parecida a como lo hizo Vicente Fox.

 

Con la salvedad que Fox logró su propósito de ser presidente del república, mientras Anaya está lejos de conseguirlo, porque tiene en su contra que es un político en quien no se puede confiar. Un día, siendo diputado federal, votó a favor de la reforma constitucional que avalaba el pase automático del titular de la PGR a la Fiscalía General, siendo aspirante a la candidatura presidencial la impugnó.

 

Pero eso no es todo. Debilitó al PAN al sembrar la división entre sus militantes y además todavía no aclarara, satisfactoria y convincentemente, su situación patrimonial.

 

Meade no ha demostrado capacidad ni liderazgo para dirigir al país. Tampoco ha conseguido atraer, hacia su candidatura, el interés y simpatía de los electores y el apoyo masivo de ellos.

 

Sigue rezagado en las preferencias de voto  del electorado.

 

Su clientela electoral, está compuesta básicamente por grupos de personas desinteresadas o desinformadas respecto a los asuntos primordiales del país. Son personas que tradicionalmente son acarreados para asistir, en calidad de espectadores pasivos, a los eventos de proselitismo electoral, a cambio de recibir un lunch, una cachucha o playera y cualquier otra baratija.

 

Esta operación compra-votos, que usa el disfraz de estrategia electoral, como se sabe, fue instaurada hace más de siete décadas por el partido que ahora ostenta las siglas del PRI. También es utilizada por López, Anaya y cualquier otro buscador de cargos de elección popular.

 

2.- Excesiva y pésima propaganda electoral. Los spots divulgados profusa y machaconamente en radio y televisión, han sido un auténtico bodrio. Igual que la propaganda impresa.

 

Insustanciales y carentes de interés.

 

Muchos meses antes que se iniciara el tiempo marcado en el calendario electoral del INE para difundir propaganda electoral, López y Anaya, utilizaron los medios electrónicos para atosigar con su respectiva imagen personal a millones de radioescuchas y televidentes, hasta convertirlos en personajes detestables.

 

Después vino un cruel bombardeo que el 27 de junio terminara siendo de 59 millones 700 mil spots.

 

3.- Campañas electorales a base de descalificaciones y ocurrencias. Las campañas electorales, a ras de tierra, de López, Anaya y Meade, se han caracterizado por el mutuo lanzamiento de descalificaciones y ataques personales y han estado estado plagadas de ocurrencias. Han sido tan costosas como inútiles e interminables

 

Los candidatos ofrecen ayudas económicas a las amas de casa, a los ancianos, a las madres solteras y personas que ni trabajan ni estudian.

 

Ninguno de los tres ha demostrado que tiene idea del costo financiero que implican sus ocurrencias y menos, todavía saben de dónde provendrán los recursos económicos que se requieren para cumplirlas.

 

Hacerlas realidad, servirá para fomentar la costumbre arraigada en amplios sectores de la población de vivir a costa de la caridad gubernamental, cuando deberían vivir del producto de su propio esfuerzo.

 

Mencionaré un ejemplo de ese tipo de ocurrencias que acarrean adeptos a candidatos que compran votos y popularidad con dinero de las finanzas públicas.

 

A través de un programa “social” llamado  Pa’ las jefas, que se le ocurrió inventar a la candidata  a jefa de gobierno de la Ciudad de México por la coalición PAN-PRD-MC, Alejandra Barrales,  para comprar el voto femenino,  anunció el reparto de un millón de tarjeas entre mujeres, que serán fondeadas mensualmente con 2 mil 500 pesos, siempre y cuando triunfe Barrales.

 

Según el INEGI, al cierre de 2017, el país tenía 123’578,270 habitantes, siendo mujeres el 51.2%. La CDMEX, tenía 8’811,262 residentes. De los cuales 4’511,366 son mujeres.

 

En cifras cerradas, significa que de cumplir su ofrecimiento Barrales entregaría 30 mil pesos anuales y 180 mil durante su mandato, a una de cada cuatro mujeres capitalinas.  

 

Su demagógica ocurrencia costaría a las finanzas de la CDMX, 2,500 millones de pesos mensuales, 30 mil millones al año y 180 mil millones durante un sexenio gubernamental.

 

Ahora mismo, diversos grupos de personas que sufrieron daños en sus casas o la perdieron por el sismo del 19 de septiembre de 2017, bloquean vialidades en la Ciudad de México para exigir al gobierno que con fondos públicos resarzan los daños que  el terremoto ocasionó a sus viviendas. 

 

Problemas como la desigualdad económica que afecta a más de la mitad de la población y la inviabilidad financiera que amenaza la estabilidad del sistema de pensiones del IMSS e ISSSTE, que pueden convertirse conflictos sociales durante el próximo sexenio, han pasado desapercibidos para AMLO, Anaya, Meade y Rodríguez.

 

Lo mismo ha sucedido con la negociación del Tratado de Libre Comercio.

 

4.- Ambiente de criminalidad. El proceso electoral federal se ha desarrollo en un ambiente de criminalidad donde han ocurrido secuestros y asesinatos de candidatos a ocupar puestos de elección popular.

 

El periódico Excélsior, en su edición del 20 de mayo, publicó la noticia que en 35 municipios de 9 estados de la república (Chiapas. Estado de México, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Morelos,  Nayarit y Oaxaca) la inseguridad y violencia ponen en riesgo  las elecciones del 1 de julio.

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Raúl Espejel Pérez

Ha colaborado como articulista en la revista Jueves de Excélsior, El Universal de México, El Universal Gráfico, El Universal de Puebla, El Día, Nueva Era de Puebla y la revista Momento de Puebla (versión impresa y digital).