La persona desnuda

  • Alejandra Fonseca
Álvaro Mutis en Lecumberri. Las entrevistas que Poniatowska le hizo. Ahí encontró seres humanos.

Lecumberri, la inmensa cárcel capitalina, es también conocida como el “Palacio Negro”. Penal construido por Porfirio Díaz en 1900, con base en los planos de la cárcel de Burdeos, Francia, dejó de ser penitenciaría en 1976, para pasar a ser Archivo General de la Nación.

 

En 1958, el novelista y poeta colombiano, Álvaro Mutis Jaramillo, que residía en México desde el 56, llegaba a su casa en la colonia Roma después de un fin de semana en Acapulco, cuando fue detenido al bajar de su coche. Sin poder dar aviso a nadie, fue conducido al Campo Militar No 1, y de ahí a Lecumberri. Estuvo preso 15 meses en espera de ser extraditado a Colombia, cuestión que nunca se consumó. Nombres que resonaron en Lecumberri en esos días, visitantes de Mutis: Siqueiros, Revueltas, Rodríguez Lozano y Buñuel.

 

Mutis vivía en Colombia cuando fue acusado de malversación de fondos en la petrolera Esso, Standar Oil, y se vio obligado a exiliarse en México. Esa fue la imputación. Esta experiencia cambió del todo su visión del dolor y del sufrimiento humano y, como escritor, transitó de la poesía hacia la prosa, con "El diario de Lecumberri" que escribió al siguiente año de ser liberado en diciembre de 1959, y encontró el camino de su literatura.

 

Este capítulo Mutis lo desterró de su memoria y lo obligó a sumirse en el olvido. Pero Elena Poniatowska, 30 años después de sucedido, en 1998, lo revivió al publicar las cartas que Álvaro Mutis le envió durante su encarcelamiento en el Palacio Negro de Lecumberri.

 

Cada semana Mutis le hacía llegar sus cartas a su “querida Hélène”; y cada semana, ella respondía sin chistar. De igual manera, cada domingo, con permiso del director del penal, grabadora en mano, Poniatowska visitaba al poeta. El libro deja entrever uno de los episodios menos conocidos y más interesantes en la vida del escritor colombiano, que confiesa que estas cartas eran salvadoras, ya que, después de escribirlas, poco a poco, se tranquilizaba el alma. Al redactar las cartas de manera paulatina entraba en un orden, que fue vital para Mutis.

 

Por su parte Poniatowska interrogaba al escritor sobre su cautiverio, le pedía impresiones del lugar y de la gente, hablaba de literatura, apuntaba recomendaciones de libros, y de alguna manera lo ayuda a sobrellevar el encierro.

En referencia a la publicación del libro de Poniatowska, Alvaro Mutis confesó:

 

"En la cárcel tú llegas al final de la cuerda; todo lo que sucede en la cárcel es verdad absoluta. Ahí no tienes lugar especial, ni por tu posición social, ni por tu condición de escritor; pierdes todos tus privilegios, y eso es muy sano… Estás frente a la nada, no sabes qué va a ser de ti.

 

“Uno llega a la cárcel y primero ocurre el choque brutal de pensar que ahí se acabó la vida y terminó todo. Y después uno empieza a encontrarse con seres humanos. Esas personas viven ahí de la misma forma en que lo hacen fuera de la cárcel. Uno se acomoda a la vida carcelaria pues está hecha fundamentalmente de la relación humana.

 

“Uno debe mirar a las personas sin preguntarse por qué están ahí, Lo que uno aprende es que se está con seres humanos y no es conveniente juzgar porque tienes derecho a la amistad de los demás y podrás encontrar a una persona que quiere a sus hijos, sin importar la falta que cometió, trátese de un homicidio o de un asalto a una casa.

 

“Yo no soy un juez en ese momento, soy un compañero de él, para compartir la comida, la ida al cine, en fin, para vivir con él, pues es una persona que habita a mi lado. En ese instante se acabó el problema de todo un mundo judicial y lo que queda es la persona desnuda.”

 

alefonse@hotmail.com

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Alejandra Fonseca
Psicóloga, filósofa y luchadora social, egresada de la UDLAP y BUAP. Colaboradora en varias administraciones en el ayuntamiento de Puebla en causas sociales. Autora del espacio Entre panes