Guerra sucia y abstencionismo

  • Germán Molina Carrillo
En vez de centrarse en propuestas para atender los problemas, usan estas campañas como marketing.

Para identificar claramente lo que es la guerra sucia en campañas electorales, considero conveniente citar una parte del texto del libro “La Guerra Sucia en Campañas Electorales” de Andrés Valdez Zepeda: ganar o conservar el poder político implica una buena dosis de astucia, creatividad e inteligencia, no solo para obtener los votos que se requieren para construir mayorías electorales estables, sino, sobre todo, para derrotar a los adversarios. Las campañas negativas, cuyo objetivo central es vencer a los opositores, se han convertido en prácticas privilegiadas de los partidos y candidatos que disputan un cargo de elección popular, a pesar de las restricciones normativas. Este tipo de campañas adquieren el adjetivo de negativas porque se centran en hablar del adversario, generalmente en contra, en lugar de hablar sobre las fortalezas o propuestas propias.

Lamentablemente para nuestro país la guerra sucia en la política mexicana, ha sido en los últimos tiempos un instrumento del marketing político que ha tenido un éxito rotundo, pues se usa como estrategia para debilitar, desprestigiar y vulnerar al contrincante político, olvidándose de plantear propuestas coherentes y funcionales para el desarrollo de una sociedad mexicana, con una necesidad imperiosa de ellas.

Por ello, es común ver y oír en los medios de comunicación, que si el niño corrupto, que si el transexenal que se hizo de la vista gorda ante el enriquecimiento de gobernadores corruptos, o que si ya sabes quién, es un chavista acaparador de todos los dinosaurios corruptos del PRI, y que va a terminar por convertirnos en Venezuela.

Pero de ninguno de ellos se escuchan propuestas de como terminar con más de 80 millones de mexicanos que viven en pobreza extrema, de cómo erradicar la ola de violencia de género que azota a los principales estados como: Estado de México, Puebla, Chihuahua y Veracruz, de encontrar un punto de equilibrio entre la desigualdad social en vivienda, empleo, salud y demás elementos vitales para el óptimo desarrollo de cualquier ser humano.

Basta con observar que México es considerado, uno de los países más desiguales con políticas sociales contra la pobreza, ineficientes y sin resultados, puesto que en más de 25 años; el número de pobres ha crecido de tal forma que hasta se desconoce la cifra exacta porque mientras el Consejo Nacional para la Evaluación de la Política Social, CONEVAL, manifiesta que existen en el país 55.3 millones de pobres, el estudio Evolución de la pobreza y la estratificación social en México 2012-2014 (julio de 2015) realizado por los expertos investigadores del Colegio de México (COLMEX), Julio Boltvinik y Araceli Damián, estiman que en el país hay 100.7 millones de pobres.

Cual sea la cantidad exacta son datos que evidencian la existencia de un gran número de gente con necesidades extremas, que no están siendo atendidas por nadie, llámese panistas, priístas, morenistas o del color y emblema que usted quiera.

Todos los actores políticos preocupados por acabar con su rival político, se olvidan que el peligro no está en parecernos a Venezuela, el peligro está dentro de nuestro país, el peligro son los gobernantes corruptos que han lacerado la economía y el desarrollo de México como nación prospera, el peligro es seguirnos pareciendo a este México, sin poder de decisión ciudadana, con niveles de abstencionismo de más del 50% de la población que no ejerce su derecho al voto y permitiendo que alguien más decida por él.

Lastimosamente y en base a la calidad de nuestros políticos no dude que igual que en precampañas, las campañas constitucionales estén plagadas de spots publicitarios con un bajo nivel de cultura política, los cuales, llevan escondido un objetivo mezquino, llevar a niveles superiores el hartazgo de la gente, al escuchar y ver todo el tiempo en radio y televisión política de basura, que termine por favorecer el abstencionismo ciudadano, objetivo, que no podemos, ni debemos permitir como ciudadanos, tenemos la obligación de hacer oídos sordos e intentar no ver la campaña que no ofrezca alternativas de solución a la problemática social, económica y política de México, porque de lo contrario los únicos perjudicados seremos nuevamente los mexicanos, con un gobierno contrario a los intereses comunes por los próximos seis años. ¡Usted decide!

Opinion para Interiores: 

Anteriores

Germán Molina Carrillo

Abogado, notario y actuario por la Facultad de Derecho de la BUAP; doctor en Derecho por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Es director fundador del Instituto y del Centro de Ciencias Jurídicas de Puebla y de la Revista IUS; autor de más de siete obras jurídicas, ponente, moderador, comentarista, y conferencista.