Ni pedo, me tocó…

  • Alejandra Fonseca
La influenza estacional. Las molestias. Una dinámica que inmoviliza.

Me dio sin fiebre, sin tos, sin estornudos, sin sentirme cansada, sin dolor de garganta, de cuerpo, de estómago o articulaciones. Tampoco de cabeza ni diarrea. Sí me daban calosfríos; tuve la nariz tapada que, o respiraba, o hablaba o comía y, en escasas ocasiones, con goteo. ¡Qué cosa tan asquerosa es salir a la calle, o estar con personas, y que la nariz te goteé. ¡Guácala! ¡De pena ajena! Asquito, digo yo. Por eso no salí por dos semanas, más que en casos muy muy obligados y urgentes.

 

Tuve influenza estacional. Las otras son graves ya que infectan nariz garganta y llegan hasta los pulmones. Esta es incómoda e incapacita pero la libras. Son los pinches fríos que siguen y, por más que me tapo de cebollita, --capa sobre capa sobre capa de ropa térmica y algodón grueso--, calan hondo. Y tantito te destapas de día o de noche, ahí los escalofríos penetran profundo.

 

Por más que intento saber cómo me contagié, no doy: los virus de la influenza se transmiten por contacto directo de persona a persona; o bien al tocar superficies que tienen gotitas de la tos, estornudos o saliva de personas contagiadas y luego toques tu nariz, boca u ojos, por ahí entran. No llevo registro de tantas cosas.

 

Fui al médico y me recetó antibiótico, antigripales y jarabe para las flemas. No supo el wey: los antibióticos son para bacterias, no combaten virus; los antigripales esconden los síntomas de la influenza. Con nalgas de coladera por tantas inyecciones, tomé suplementos para reforzar mi sistema inmunológico, tengo buena alimentación y tomo mucha agua y jugos, pero no cede la congestión nasal ni las flemas, ¡qué fastidio!

 

El frío sigue y seguirá por un rato; me cubro bien, salgo a la calle con cubre-bocas; lavo con agua y jabón mis manos constantemente y no me toco el rostro para nada. Y para no errar, desinfecto los espacios de mi casa y mi trabajo. Me da mucho asco cuando veo a alguien escupir en la calle, ¡es lo superlativo de repugnante! e infecta nuestros espacios y objetos públicos, y ahí los virus se van al viento. Desde luego no visito a mis amigas embarazadas ni me acerco a niños ni personas mayores. No doy la mano, ni abrazos, ni besos. No comparto alimentos, vasos o cubiertos. No ando en lugares cerrados, sin ventilación o lugares con mucha gente. Estoy enclaustrada en mi casa. Ni pedo, me tocó.

 

alefonse@hotmail.com

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Alejandra Fonseca
Psicóloga, filósofa y luchadora social, egresada de la UDLAP y BUAP. Colaboradora en varias administraciones en el ayuntamiento de Puebla en causas sociales. Autora del espacio Entre panes