“¿Se puede llegar a tener asco por una persona?”

  • Alejandra Fonseca
Consideraciones sobre una pregunta que suscita memoria y reflexión.

No sé qué motivó la pregunta del compañero del Facebook; imagino algo le caló muy hondo, y como siempre, deseamos reafirmar nuestros sentimientos negativos, porque nos hacen sentir culpables y nos repiten que ese veneno lo bebes tú y te envenena a ti. Pero expresarlo en un foro donde el casi anonimato y el deseo de ser auténticos nos echa pa’delante, y expresamos respuestas sinceras.

La pregunta fue: “¿Se puede llegar a tener asco por una persona?” Todos, sin excepción, contestamos en afirmativo y cada quien puso su huella personal. Mi respuesta primera fue: “El asco es el desprecio máximo.” Pero la pregunta seguía apareciendo en mi muro una y otra vez, como si la persona lo hubiera seguido posteando tantas veces fuera necesario para llamar mi atención y me explayara con sinceridad; en la primera ocasión había sido escueta, impersonal, sin plasmar ni mi verdad ni mi sentir. Y no tardaron mucho en fustigarse las brasas de mi interior y sacar el incendio de las personas a las que les tengo asco.

He sentido el máximo desprecio por personas que estuvieron cerca de mí en algún momento de mi vida de una manera muy cercana y en quienes yo confiaba. Creo que lo que más duele es haber confiado y haber sido tan ingenua. Pero sigo: son varios a flor de piel, de quienes sufrí las supremas traiciones realizadas de la peor manera, pero te vienes a enterar cuando ya es tarde y ya ni en tu vida están porque los mandaste a la chingada sin querer saber más. ¡Y claro que dan asco! No sólo eso; hay deseos de venganza.

El primer caso fue de quien pensé era mi amiga del alma por muchos años. Pero recién me enteré que desde muy chicas ella se acostaba con mis novios en turno, y más, hablaba pestes de mí. Nunca pensé tener tan cerca tanta saña, tanta envidia, tanto veneno. Y lo peor es que no me di cuenta hasta que uno de ellos me lo confió apenas el año pasado. ¿Pero si yo me daba cuenta que se acostaba con los esposos de sus amigas, quién era yo para que no lo hiciera conmigo? ¿Si yo me daba cuenta de que traicionaba hasta a sus propios hijos, y a sus propias parejas, y decía que ella podía acostarse con quien quisiera mientras ellos no se enteraran? ¿Quién era yo para que no me metiera en el mismo costal? ¡Podía fingir tanto y hacer tanto daño! ¿Cómo no sentir asco por una tipa de esa calaña que se lleva el premio a  la traición?    

Un segundo desprecio máximo, con justa razón, es de un tipo, asumido homosexual que se cree de la gran elite. Se decía mi amigo y con él realicé un programa de televisión. Un día dejé en su casa un costoso y me lo robó en mis narices. Y lo demandé.  

¿Cómo no sentir asco por gente así que se encuentra en cualquier esquina de nuestras vidas para infligir el máximo daño posible cuando se les da la oportunidad? Y puedo seguir con dos de las susodichas líderes de la empresa Nuskin en Puebla, que abusan de las personas que confían en ellas, y comenten los peores abusos de confianza que permite una compañía multinivel. Pero eso se cuece aparte.

Mientras aparecía y aparecía la insistente pregunta de mi contacto virtual, “¿Se puede llegar a tener asco por una persona?” con ese tantito a flor de piel se incendió mi respuesta: “Es el desprecio máximo ¡y claro que lo sentimos con razón! No sólo asco, sino que en nuestra fantasía, los matamos.” 

 

alefonse@hotmail.com

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Alejandra Fonseca
Psicóloga, filósofa y luchadora social, egresada de la UDLAP y BUAP. Colaboradora en varias administraciones en el ayuntamiento de Puebla en causas sociales. Autora del espacio Entre panes