¡Voto apabullante vs. régimen autoritario!

  • Germán Molina Carrillo
Los 12 años de los panistas no ayudaron mucho. El regreso del PRI a Los Pinos, mucho ruido...

El ambiente tenso que se ha generado entre la población desde el anuncio de la liberalización de los precios de los combustibles, el contexto social reinante desde hace ya muchas décadas en México, a pesar de la supuesta alternancia en el poder, en el que predomina la precariedad y la restricción económica.

Los altos niveles de inseguridad, el avance avasallador de la corrupción en todos los niveles gubernamentales, que nos llevan a ocupar el primer peldaño de América latina en ese sector y la probada ineficiencia de nuestros gobernantes para aportar alternativas de solución, han abonado al crecimiento del hartazgo social y la falta de credibilidad en las instituciones encargadas de la funcionabilidad democrática de nuestro sistema político.

Sin embargo, reivindicar la vía electoral como la privilegiada en una democracia para que las inconformidades sociales se procesen por la vía pacífica, es la única vía de salvación que la población debe entender.

Es cierto, que ni Vicente Fox ni Felipe Calderón se atrevieron a diseñar un cambio de cultura política, y actuaron en forma parecida al PRI. ¿Fue por miedo a las consecuencias violentas de las rupturas? ¿O fue por incapacidad para imaginar nuevos esquemas? ¿O se debió a ambas circunstancias? Lo cierto es que la idea de alternancia en el poder quedó descartada como alternativa de solución para el mexicano; y el PAN carga hoy con la losa que le recordará que cuando llegó a Los Pinos fue incapaz, por partida doble, de instrumentar el cambio que por décadas había prometido.

Asimismo, el desencanto popular permitió que en 2012 el poder federal regresara a manos de quienes, se llegó a decir, podrían ser corruptos pero no eran tan ineficaces como los blanquiazules. Con el agregado de que los del nuevo gobierno eran dueños de un discurso reformista que en los primeros meses de la administración sorprendió a más de uno.

Pero esa narrativa ha quedado sepultada por la única cultura que el PRI conoce, una en la que no importan los ciudadanos ni el bien del país, sino los grupos que tienen capacidad de ejercer presión para burlar o pervertir la ley.

Con base en lo anterior, MORENA es un partido que ha experimentado una preferencia ascendente para erigirse como la posible alternativa de muchos ciudadanos ávidos de soluciones para vencer ese régimen de gobierno fallido.

Pero la verdadera fuerza de cambio radica en el ciudadano, aunque suene demagógico, es real que en un régimen democrático el poder radica en el pueblo, solo que los ciudadanos hemos permitido, desde nuestra indiferente y apática participación política, la sumisión a ese régimen.

Por lo que la única posibilidad de alcanzar un verdadero cambio, es mediante la vía electoral, donde la participación ciudadana sea tan grande y apabullante que termine por aplastar con votos, el poderío de la maquinaria que apoya a Antonio Meade, el candidato oficial del régimen, o al capricho llamado Frente por México de Anaya.

Si el día de la elección, salimos a ejercer nuestro derecho al voto, más del habitual 65%, la victoria (gane quien gane), será de la ciudadanía, representara el golpe de autoridad que pondrá a temblar al régimen autoritario.

Porque ellos, el régimen, ya se está preparando para contrarrestar y acallar a los inconformes con sus prácticas, tendrán a su disposición la Ley de Seguridad Interior, con la que pretende legalizar su dictadura, al conferirle poderes extraordinarios al presidente en turno y a las fuerzas armadas en labores de seguridad pública, sin que existan controles democráticos que permitan regular su actuación.

Por ello, ciudadano, no vendas ni permitas que te compren tu único instrumento de autoridad, no lo cambies por una despensa o por una promesa de hueso político, que por cierto nunca verás, no permitas que te arrebaten la oportunidad de combatir los gasolinazos, la inseguridad, la corrupción, la pobreza, todo lo que ha lacerado el crecimiento y desarrollo de nuestro país, si lo permites, cualquier queja o grito posterior resultara estéril.

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Germán Molina Carrillo

Abogado, notario y actuario por la Facultad de Derecho de la BUAP; doctor en Derecho por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Es director fundador del Instituto y del Centro de Ciencias Jurídicas de Puebla y de la Revista IUS; autor de más de siete obras jurídicas, ponente, moderador, comentarista, y conferencista.