Tres frentes electorales para el 2018

  • Rubén Moreno Morales
Meade, muy al estilo indígena. Anaya, Amealco de Bonfil. AMLO, el gabinete presidencial.

Los tres precandidatos que se han registrado ante los órganos internos de sus partidos políticos, para contender en el 2018, han dado inició a sus actividades proselitistas en estos días de diciembre y ninguno dejará pasar un segundo o un minuto sin aprovecharlo. Algo muy inusual para los políticos mexicanos, quiénes suspendían todas sus actividades en estos días para irse de vacaciones y nos anunciaban su regreso hasta enero, ahora los veremos y escucharemos todos estos días.

 

Por eso uno de los tres, Antonio Meade Kuribeña (PRI), empezó desde el primer minuto de este 14 de diciembre, con una concentración muy al estilo indígena en el municipio de San Juan Chamula, en Chiapas. Algo así, como lo hecho por el Sub Marcos, el primero de enero de 1994 a primera hora en San Cristóbal de la Casas. Claro, este no fue un levantamiento social del precandidato priista, solo fue su primera presentación ante los verdes y priístas. Ricardo Anaya, al contrario, se fue a la plaza pública de Amealco de Bonfil, en el estado de Querétaro, para iniciar su precampaña ante medios de comunicación, con la presencia de una mujer indígena que fabrica muñecas artesanales. Andrés Manuel López Obrador, presentó en la Ciudad de México a su gabinete presidencial en caso de ganar las elecciones en julio del 2018; un equipo previamente conocido y en su mayoría coincidente con su generación, en donde la mitad son mujeres.

 

Aquí cabe destacar la presencia de una poblana, María Luisa Albores, asesora de la cooperativa más conocida de Cuetzalán del Progreso.

 

Visto así, el escenario prelectoral de estos tres aspirantes, nos prefiguran sus primeros roces y sus posturas de lo que vendrá después. Aunque sus términos lingüísticos aún no nos definen e indican nada, buscarán demostrar que ellos son los mejores y quienes resolverán los grandes problemas nacionales.

 

Aunque el ambiente social no les es muy favorable, la gente común en estos momentos tiene otras preocupaciones y su vida cotidiana gira en torno a las celebraciones de diciembre.

 

De igual forma, ninguno de estos tres precandidatos, podrá presumir algún crecimiento electoral por estas fechas, entre la opinión pública hay desinterés por la política y como sus eventos estarán enfocados hacía lo interno y para sus propios militantes, sus efectos y logros están muy ubicados.

 

Sin quitarle importancia a lo anterior, asistimos a presenciar nuevas condiciones de competencia que se podrán visualizar durante el proceso electoral concurrente de julio 2018.

 

Elementos políticos y fundamentales para poder entender el entramado por la disputa del poder en el país.

 

De tal suerte que a las distintas fuerzas no solo les interese tener a sus represente para los más de los 19 mil cargos de elección popular que se disputaran. Les importa tener candidato, partido, estructura y recursos económicos para poder ganar, esa es su función y vocación como organismos partidarios.

 

 Quien piense hoy que las elecciones son las mismas de ayer se equivoca. No hay ninguna comparación posible y los contextos son diferentes. Estos comicios concurrentes son muy importantes e interesantes y no serán una disputa o confrontación ideológica entre polos de derecha, centro e izquierda.

 

No son elecciones de ideales, es una férrea disputa por el poder y en donde entran a trabajar todos los mecanismos pragmáticos y estructuras partidarias.

 

En donde el árbitro electoral, relativamente nuevo, buscará que sean pacíficas, legales y transparentes, por eso se han inaugurado nuevas reglas de competencia, en donde existe una ruta trazada sobre el funcionamiento para las elecciones y de igual forma la vigilancia de estas precampañas, que tendrán cerca de nueve millones de spots distribuidos en más de las 3 mil estaciones de radio.

 

Por eso, los partidos también se han modernizado, aunque es difícil verlo y palparlo, pero han tenido que entrar a jugar bajo nuevas reglas, porque no hacerlo los conduce a la marginación institucional.

 

Lo hemos visto de lejos, ninguno de estos, ha tenido situaciones de graves escisiones internas por sus procesos de elección interna, todos han cuidado sus mecanismos de control vertical. No se han fracturado y tampoco se han dividido, nadie quiere cometer el más mínimo error.

 

En lo único que no cambian, es que todos tienen referentes históricos de provenir de caudillos y sus partidos son patrimonialistas. Es decir sus elites políticas siguen decidiendo su actuar político y electoral.

 

 De ahí su necesidad de construir sus propios frentes o bloques políticos, por ejemplo en el PRI, la decisión sigue recayendo en el primer priísta, en este caso el Presidente de la República decidió quien sería el abanderado para sucederlo. No hubo nadie quien se opusiera, mucho menos alguna revuelta, solo modificó –ordenó modificar- los estatutos del PRI, para que un ciudadano externo y sin militancia los pudiera representar en estas elecciones.

 

No tuvo que hacer más, como en sus tiempos lo trató de hacer Carlos Salinas de Gortari, cuando buscó cambiarle el nombre al PRI, por el partido de la Solidaridad y así terminar con los cuadros duros de ese partido.

 

Ahora el PRI tendrá su alianza con el PVEM y la trabaja con el PANAL para presentarse como un frente electoral.

 

El PAN construyó junto con el PRD y Movimiento Ciudadano, su coalición denominada “Por el Frente por México”, en donde tres presidentes partidarios tomaron una decisión y se repartieron los espacios en disputa, sin ningún  procedimiento democrático, fue el dedo de tres dirigentes nacionales.

 

No tuvieron fracturas importantes, solo algunos rasguños y renuncias, pero sus nomenclaturas mantuvieron sus privilegios políticos. Ninguno de ellos desaparecerá, tampoco se disputarán los votos de izquierda, derecha o centro. No les interesa que se hayan desdibujado como opciones partidarias, su objetivo solo es alcanzar la presidencia de la República con un proyecto que nada tiene que ver con planteamientos ideológicos.

 

Morena trabajó y construyó su coalición con PT y de última hora con el Partido Alianza Social (Juntos Haremos Historia), en donde Andrés Manuel López Obrador es su candidato oficial, no de ahora, sino de hace años. Sin más ruido y situaciones de confrontación, en un partido centralizado y en donde las decisiones solo se acatan.

 

Nada diferente a lo que han hecho en el PRI, el PAN o PRD, sus actos son herencia del caudillaje que se vive y practica en nuestros partidos políticos.

 

En estas precampañas que hemos empezado a ver y escuchar, tal vez lo más rescatable es observar que estos tres frentes políticos no tienen fracturas que lamentar o escándalos que afrontar. Solo lanzan palabras y términos de su propia lingüística que aún no dicen nada.

 

 

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Rubén Moreno Morales
Miembro del Observatorio Pobreza y Desarrollo Regional.
Analista en temas políticos y sociales.