Los deseos que difícilmente se volverán realidad

  • Enrique Cárdenas Sánchez
Supuestamente sin partido, Meade es posiblementre una de las mejores cartas del PRI

En días pasados se decidieron ya los personajes que serán, sin mayor duda, los candidatos a la presidencia de la República en 2018. Todos hombres, a menos que Margarita Zavala consiga las firmas que le faltan para lograr llegar a la boleta, todos con claroscuros que hacen de esta contienda por demás interesante. En cada caso hay sus puntos positivos y sin duda los negativos, que volverán incierto el destino final de la voluntad ciudadana.

En primer lugar, José Antonio Meade por la Alianza PRI-Verde y posiblemente Nueva Alianza, fue destapado a la manera tradicional, histórica y antidiluviana que caracterizó al PRI en las épocas “gloriosas” de la hegemonia de ese partido en la vida nacional. El autoritarismo se asomó en ese proceso, dejando ver sus fauces sin mayor recato. Supuestamente sin partido, Meade es posiblementre una de las mejores cartas que pudo haber presentado el PRI. Con una fama de buen funcionario público, serio, mesurado y capaz de entenderse con diferentes ideologías, Meade representa sin embargo lo más rezagado del PRI. En sus diferentes cargos ha tenido un desempeño presumiblemente exitoso, pero también ha visto pasar corrupción a manos llenas (como la Estafa Maestra), ha debilitado instituciones (caso Paloma Merodio), ha ordenado auditorías a modo para castigar organizaciones civiles (Mexicanos Primero, Mexicanos contra la Corrupción y otras), ha buscado modificar indicadores sociales sin realmente modificar la realidad (de acuerdo a Acción Ciudadana contra la Pobreza)… No se ve cómo vaya a quitarse de encima a quien “graciosamente” le otorgó la máxima oportunidad que cualquier partido político puede brindar: la candidatura a la presidencia de la República, sin haber ganado nunca una elección popular. En resumen, Meade es un buen deseo que difícilmente se va a convertir en realidad.

El segundo caso es el de Andrés Manuel López Obrador que competirá por tercera vez por la presidencia de México. Figura fuertemente controvertida polariza a la sociedad. Quienes lo siguen sin cuestionarse nada, o casi nada, y lo admiran como un iluminado que por su sola presencia destruirá muchos de los males que nos aquejan, y quienes lo aborrecen y temen que bajo su presidencia México podría tener un enorme retroceso. Sin duda AMLO es el único líder nacional de una de las fuerzas políticas más poderosas que habla con la gente más vulnerable, más desprotegida y también abandonada. No hay nadie más que lo haga. Ningún líder del PRI o del PAN lo hace realmente. En todo caso, viajan con tales séquitos que difícilmente la gente se puede acercar a ellos. Pero al mismo tiempo, AMLO no habla con las clases medias y altas de la sociedad. No habla directamente con los empresarios, sino que ha tenido que utilizar los buenos oficios de Alfonso Romo para acercarse a unos cuantos de ellos. Así como es positivo que se acerque a los más necesitados, también es necesario acercarse a los otros miembros de la sociedad. Al no hacerlo se tiende a polarizar su posición, o más bien, tiende a polarizar a la sociedad. Se tiene la percepción que no va a gobernar para todos.

Finalmente, Ricardo Anaya, quien ha mostrado enorme destreza y astucia política para construir el frente al lado del PRD y de Movimiento Ciudadano, y operarlo a su favor, tiene también enfrente el reto de construir una verdadera coalición que se refleje en su programa de gobierno. No es tarea sencilla pues el PAN debe convivir con ideas diametralmente opuestas a las que ha sostenido el PRD. Por ejemplo, los temas del derecho a la vida (o legalización del aborto en ciertas circunstancias), el matrimonio entre personas del mismo sexo, la lucha frontal por derechos laborales, y un largo etcétera. Parecería que la estabilidad macroeconómica debe convivir con la verdadera lucha contra la perpetuación de la pobreza y la desigualdad, lo cual de hecho es posible, aunque no se ha hecho claro en sus planteamientos hasta ahora. Estos objetivos (aparentemente) opuestos plantean retos que el Frente debe reslver si desea tener éxito, lo cual a su vez se debe reflejar en una verdadera coalición que lleve a la armonía social, no a la polarización.

¿Cómo se definirá el voto, dadas estas consideraciones? Pareciera que todos, al votar, estaremos escogiendo el menor de los males según juzgue cada quien, en lugar de escoger claramente la mejor opción.

Enrique Cárdenas Sánchez

@ecardenassan

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Enrique Cárdenas Sánchez

Economista, exrector de la UDLAP. ExDirector del Centro de Estudios Espinosa Yglesias. En 2019 fue candidato a Gobernador de Puebla en las elecciones extraordinarias. Director de Puebla contra Corrupción e Impunidad