El TLCAN en caída libre

  • Germán Molina Carrillo
La influencia estadounidense en nuestro país. Las objeciones de Trump. ¿Hay plan B de EPN?

La relación con Estados Unidos ha sido parte sustancial de la historia contemporánea de México, prácticamente ningún tema de la agenda nacional escapa a la influencia que ejerce el país vecino. Los tres mil kilómetros de frontera que unen a ambos países se han convertido en algo más que un espacio de contacto entre dos naciones. En realidad, los acontecimientos políticos, económicos, sociales y culturales en Estados Unidos afectan transversalmente la vida de todos los mexicanos, sus organizaciones e instituciones.

El deterioro del dinamismo económico estadounidense, el cambio de perspectiva del vecino del norte sobre su relación con México, una agenda binacional que pone como prioridad número uno la seguridad de sus fronteras, la criminalización de la migración y su persecución en todas manifestaciones, etc., son los síntomas de la degradación del vínculo de México, con uno de los países más importantes del mundo.

Para poder entender esta nueva relación, tenemos que dimensionar en todos sus aspectos qué es lo que sucede en Estados Unidos al estar perdiendo su supremacía económica ante Rusia y la comunidad europea, aunado a  que la tormenta de la represión contra los inmigrantes ha sido la política que más continuidad ha tenido en cada una de las últimas administraciones que han llegado al gobierno de los Estados Unidos.

En la actualidad, la creciente interdependencia entre estos países provoca que cualquier cambio significativo en la economía de Estados Unidos repercuta, generalmente de forma negativa, en la mexicana. Pero para Washington también implica su apoyo a México cuando ello suceda, como ocurrió en 1995, cuando la economía mexicana sufrió una grave crisis financiera. El problema es que la soberanía de México se reduce por la alta dependencia que tiene hacia la economía estadunidense.

El gobierno de Estados Unidos ha intensificado sus intentos por frenar el flujo migratorio proveniente de nuestro país, al grado de que Donald Trump enarboló como uno de sus ejes principales de campaña, la promesa de la construcción de su famoso muro y demás entelequias que, a lo sumo, sólo servirán para hacer la migración más peligrosa y acaso más mortífera, pero no para detenerla, y al mismo tiempo promueva medidas que, como la revisión y posible cancelación del TLCAN, generen las condiciones para provocar un mayor flujo migratorio. Al respecto, sería mucho más efectiva y humana una revisión a fondo de ese tratado, para hacerlo más funcional y eliminar las políticas que ponen en desventaja a una de las partes afectando a sus contrapartes, situación a la que Trump se ha negado.

Sin embargo, la administración estadunidense, se niega a reconocer que, el desarrollo de su economía está altamente basada en la aportación de la gran cantidad de inmigrantes que con su trabajo y mano de obra barata la han impulsado, aceptando las prácticas de explotación laboral y salarial, que difícilmente serían atractivas para los estadunidenses.  A pesar de lo que se diga  tan solo basta con observar que en el estado de California, los mexicanos sustentan con su trabajo y productividad en gran parte el desarrollo económico de ese estado.

De alcanzar su objetivo Donal Trump y salientdo los Estados Unidos del TLCAN, ello se convertiría en un golpe muy duro para la economía de nuestro país, tomando en cuenta que “el comercio de México con Estados Unidos en un solo día se equipara a todo el comercio de América Latina por un año”, conforme lo que señala Gonzalo Abad Frías, especialista en tratados comerciales y Latinoamérica del departamento de Estudios Internacionales de la Ibero. 

Lo que es lo mismo, si el tratado no es renegociado y se adaptan condiciones favorables para las naciones contratantes, ahora sí Estados Unidos estaría dándole un golpe interno a su principal base de desarrollo económico, puesto que, sin querer aceptarlo, los mexicanos son gracias a la mayoría, los que activan a la gran economía estadounidense. Y no dude que en unos veinte años el presidente de esa nación pueda ser un ciudadano de origen mexicano.

Hasta el momento en que escribo estas líneas, desconozco cuál es el Plan B que tiene considerado el presidente Peña Nieto y su gobierno, como respuesta a la postura de los negociadores de los Estados Unidos, que insisten en dar por cancelado el TLCAN, Podemos afirmar que quizás tengan la esperanza de que al final siga el Tratado, sólo con algunos cambios, o bien que no tengan clara la idea de lo que deben hacer, si se confirma la cancelación del mismo, ante un escenario mundial muy complicado y en lo interno, con un gobierno debilitado y con el nivel más bajo de aceptación que haya tenido un Presidente, aunado al hecho de que en los próximos meses, todo su tiempo y labor, estarán enfocados a lograr conservar para su Partido la Presidencia o a lograr, por lo menos negociar que quien llegue a la Presidencia, les garantice impunidad a él y su equipo para evitar terminar en prisión por las denuncias de corrupción, que cada día siguen saliendo a la luz pública sin que nadie sepa cuándo terminarán de conocerse a fondo y si los responsables finalmente serán procesados ante los tribunales competentes.

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Germán Molina Carrillo

Abogado, notario y actuario por la Facultad de Derecho de la BUAP; doctor en Derecho por la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Es director fundador del Instituto y del Centro de Ciencias Jurídicas de Puebla y de la Revista IUS; autor de más de siete obras jurídicas, ponente, moderador, comentarista, y conferencista.