Otro quejido del presidente Peña

  • Raúl Espejel Pérez
No es bullying criticar los excesos cometidos por el presidente de la república

Al clausurar el Sexto Foro Nacional Sumemos Causas ─el lunes 13 de noviembre─ el presidente de la república, Enrique Peña Nieto, una vez más, exhibió públicamente su intolerancia a los cuestionamientos que hace la sociedad acerca del funcionamiento de las dependencias del gobierno federal. Visiblemente molesto, se quejó que “a veces se escuchan más las voces que vienen de la sociedad civil que condenan, que critican y que hacen bullying sobre el trabajo de las instituciones del Estado mexicano”.

Obviamente el presidente Peña Nieto cometió un error al acusar a la sociedad ¿de hacer bullying contra las instituciones públicas al criticarlas por considerar que el desempeño de éstas no es el adecuado.

Tomando en cuenta que el bullying consiste en obligar a personas débiles o indefensas a someterse a  los designios de personas fuertes, mediante el uso de la fuerza, la arbitrariedad y la violencia, se tiene la certeza que el presidente de la república, Enrique Peña Nieto, se equivocó al acusar de hacer bullying contra las instituciones del Estado mexicano a quienes, en pleno ejercicio de su derecho constitucional de libre expresión, las critican por no cumplir las funciones que les dieron origen.

Peña prosiguió con su acusación diciendo: “Escuchamos, muchas veces, las voces que con valor y valentía son críticas a los esfuerzos vanos e ineficaces en el combate a la inseguridad y muy pocas voces escuchamos cuando hay algo digno que reconocer en la tarea de las fuerzas de seguridad pública, en la tarea de las Fuerzas Armadas… nadie habla, respalda y apoya la buena actuación de las policías; las dejamos solas, las abandonamos”, se quejó.

Señaló, a manera de reclamación, que acudió al Foro “para recoger la crítica de la sociedad civil” y para decirle que “para demandar hay que dar y reconocer cuando hay una buena actuación”. Pero olvidó que es obligación de las instituciones del Estado mexicano y de quienes en ellas laboran, hacer bien su trabajo, sin esperar reconocimientos de ninguna especie, toda vez que las dependencias gubernamentales fueron creadas para servir a la sociedad, no para recibir aplausos  ni agradecimientos como pretende Peña Nieto que ocurra.

¡Así de simple!

No es bullying criticar los excesos cometidos por el presidente de la república y su cónyuge ─recuérdese la sospechosa adquisición de la Casa Blanca de las Lomas de Chapultepec─ y la amañada licitación del frustrado proyecto de construir el tren de alta velocidad México-Querétaro, donde resultó favorecida una de las empresas constructoras propiedad de uno de los contratistas predilectos del titular del Poder Ejecutivo Federal.

Tampoco puede pasar desapercibida ─y por consiguiente sin crítica─ la extraña obstinación presidencial de mantener al frente de la secretaría de Comunicaciones y Transportes a Gerardo Ruiz Esparza. Lo mismo que los excesivos gastos de publicidad efectuados por la Presidencia de la República. Estimados en 38 mil 247 millones de pesos, derrochados, entre 2013 y 2017, para difundir la imagen del jefe del Poder Ejecutivo Federal y divulgar las obras relevantes de la administración gubernamental peñanietista.

Aún a riesgo de parecer ingenuos y ser acusados de hacer bullying al presidente Peña Nieto, los mexicanos debemos exigir que la PGR esclarezca el caso de la aportación de dinero que supuestamente hizo el consorcio constructor brasileño, Odebrecht, para financiar su campaña electoral, como sucedió en algunos países sudamericanos. También debemos exigir que la misma PGR dilucide el asunto de los presuntos sobornos pagados al anterior director de Pemex, Emilio Lozoya, con la finalidad de obtener de esta empresa diversos contratos de obra pública.

Igualmente, de ninguna manera, se debe considerar bullying, increpar a la secretaría de Gobernación porque desde el sexenio de Vicente Fox hasta el de Enrique Peña Nieto ─pasando por el de Felipe Calderón─ sistemática e impunemente ha violado el derecho constitucional de los transeúntes y automovilistas que tienen necesidad de transitar diariamente en las calles que circundan la sede de esa institución pública, al bloquearlas con batallones de policías federales y vallas metálicas cada vez que grupos de inconformes se manifiestan en esa zona. Esta recurrente violación al precepto constitucional de libre tránsito la comete la Segob no obstante que entre sus atribuciones tiene claramente marcada la obligación de vigilar que se cumpla la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Criticar a la SCT por la mala calidad de obras públicas que se realizan bajo su responsabilidad, como el caso del Paso Express de Cuernavaca, cuya duración fue efímera y  su costo se incrementó más de 100%, no es bullear a esa institución del Estado mexicano.

Enjuiciar a la SEDESOL por utilizar los programas sociales institucionales como herramienta política para acarrear votos al PRI, como ocurrió recientemente en el Estado de México para convertir en gobernador de esa entidad federativa al primo del presidente Peña, Alfredo del Mazo Maza, no es hacerle bullying.

Cuestionar a la SFP porque en la investigación ligth que, según el decir de esa institución de la república, efectuó acerca de la adquisición de la Casa Blanca de la familia del presidente Peña, no hubo de por medio un conflicto de interés que evidentemente existió, tampoco es bullearla.

Proceder al cuestionamiento de la SEDATU, porque su entonces titular, Jorge  Carlos Ramírez Marín ─actual representante del PRI ante el Instituto Nacional Electoral y además aspirante a gobernador de Yucatán─ no cumplió el compromiso de dar a conocer a los medios informativos los nombres de los servidores públicos, de los niveles federal, estatal y municipal, responsables de construir  viviendas en zonas de riesgo del estado de Guerrero que resultaron dañadas, el 13 de septiembre de 2013, por el huracán Manuel, de ninguna manera puede calificarse de bullying

Juzgar al IMSS y al ISSSTE porque la atención médica que tienen obligación de impartir es de mala calidad, debido a que por descuido y abandono del gobierno federal, sus clínicas, hospitales, equipo médico y doctores son insuficientes para atender oportuna y eficientemente la demanda de la población derechohabiente, no hacerles bullying.   

Tampoco es hacer bullying a la PGR por señalar que tres años le han resultado insuficientes para resolver el caso de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa y por no atender oportunamente las denuncias de la Auditoría Superior de la Federación relacionadas con el desvío de multimillonarios fondos públicos que evidentemente efectuaron los entonces gobernadores de Chihuahua y Veracruz, César Duarte Jáquez y Javier Duarte de Ochoa.

El discurso que pronunció Peña en el Foro Nacional Sumemos Causas revela que el presidente de la república, Enrique Peña Nieto no admite las fundamentadas críticas de la sociedad ni reconoce  que todas las instituciones gubernamentales y todos los servidores públicos adscritos a ellas son objeto del escrutinio público.

Sin embargo, al ilustre mandatario mexicano la crítica le desagrada y exaspera.

Mencionaré cinco ejemplos de la intolerancia de EPN:

1.- Al finalizar una reunión efectuada en febrero de 2015 con periodistas, para anunciar la designación de Virgilio Andrade como secretario de la Función Pública e indicarle que investigara si hubo o no conflicto de interés en la adquisición de la Casa Blanca, Peña  Nieto dijo a los reporteros de los medios informativos ¡Ya sé que ustedes no aplauden!

2.- En marzo del mismo año, la oficina presidencial, con la finalidad de contrarrestar los cuestionamientos que numerosos miembros de la sociedad civil hicieron a las supuestas bondades de la reforma energética, ordenó difundir en los medios informativos un promocional titulado ¡Ya chole con tus quejas!

3.- En otra ocasión el pintoresco presidente de la república aseguró que no se levanta de la cama pensando en ¡Joder a México!

4.- Peña Nieto demostró su inconformidad con las voces que refirieron simulaciones y pactos en la captura y encarcelamiento del exgobernador de Veracruz, Javier Duarte, al decirles que “no hay chile que les embone”.

5.- Recientemente, con la obvia finalidad de reducir a su mínima expresión las críticas hechas a su gobierno por asuntos de corrupción, Peña dijo que “Cualquier cosa que ocurra hoy en día es por la corrupción… Si hay un choque (de automóviles) aquí en la esquina, ¡ahh! fue (por) la corrupción. Si algo pasó en el semáforo. ¿Quién (lo) compró para que no funcionara?”

Por supuesto que las organizaciones no gubernamentales y muchos ciudadanos ─esperando que cuantitiva y cualitativamente cada vez seamos más─  continuaremos ejerciendo nuestro derecho a criticar todo lo que en las instituciones del Estado mexicano sea criticable, aunque al presidente Peña le cause escozor.

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Raúl Espejel Pérez

Ha colaborado como articulista en la revista Jueves de Excélsior, El Universal de México, El Universal Gráfico, El Universal de Puebla, El Día, Nueva Era de Puebla y la revista Momento de Puebla (versión impresa y digital).