La pasión por el poder

  • José Alarcón Hernández
Dinero y poder, el binomio de la vida política. El disfraz de la legalidad. Pocos los honestos.

La pasión de dominar
es la más terrible de todas
las enfermedades del espíritu humano
Voltaire

Escribo estas notas a propósito de los tiempos que ahora vivimos y testificaremos en 2018.

El ser humano posee varios sentimientos que lo distinguen de cualquier otro ser vivo existente en la Tierra. Entre esos sentimientos está la pasión por el poder y la ambición por dinero.

Toda la historia de la humanidad contiene modelos, ejemplos de los sentimientos del ser humano, desde que apareció en la Tierra.

De todos los sentimientos que cada persona posee, en diferentes grados, en relación con otros, el poder político y la posesión de recursos, esto es, principalmente del dinero, son los dos grandes motores que mueven a los seres humanos.

La obtención del poder frecuentemente se convierte en pasión, que va desde grados naturales hasta situaciones psico-emocionales, patéticas.

El poder político, el poder de mando, el poder de ser, el poder de tener, la capacidad de mandar, ordenar a los demás hombres, es una característica singular de muchos personajes, que finalmente no satisfacen y frecuentemente llevan al fracaso y a la condena por parte de los demás.

No hay país en el mundo en el que no existan dictadores, algunos emboscados, emperadores, dueños de todas y de todos, imponiendo su voluntad a costa de lo que sea.

Es más, lo que hoy llamamos la competencia en los mercados, es una expresión clara del ejercicio del poder, del dinero, esto es de la ganancia, de la utilidad, que van en pareja.

No importan los caminos que se elijan para el logro del poder y el dinero.

El primero se obtiene por la instalación de las dictaduras o por la “vía” de las democracias.

Las dictaduras son los ejemplos clásicos de la pasión por el poder. Esas, o sea las dictaduras, se imponen por la fuerza, con el ejército o con la simulación.

El poder por la vía de las “democracias” también se instaura y se adquiere por el camino del engaño, del temor, de la amenaza e incluso del asesinato.

Los poderosos por la vía política frecuentemente son psicópatas, el remedio de esto es que, no son eternos y también mueren y llegan a la tumba como el común de los seres humanos.

Los poderosos por el camino del dinero, tampoco se salvan de haber hecho fechorías, latrocinios, explotaciones, injusticias, no importándoles las consideraciones necesarias a sus semejantes, lo importante es también que, no se salvan de la muerte y mucho menos del desprecio de la mayor parte de los habitantes de cada nación.

El poder es capaz de todo, de abjurar de sus principios y valores heredados o adquiridos.

Dos clases de malvados, de los que se hicieron del poder, por ambición, pasando sobre la honra de sus padres y de los que se hicieron también por la acumulación monetaria, a veces por el asalto, por el engaño, por la amenaza o por la mentira.

En la Tierra seguramente, en todos los pueblos y en toda la historia ha existido ese pequeño grupo de ambiciosos por concentrar el poder y acumular riqueza.

A esa regla maléfica, por supuesto que ha habido excepciones, que se distinguen en las diversas religiones por la pasión de ofrecer servicio, por la vía de la humildad, la entrega y el sacrificio por los demás. Este camino de poder y servicio ha sido practicado por muy pocos que han logrado la santidad y la consagración de sus nombres por parte de sus congéneres.

Las rebeliones y las revoluciones, nunca han estado exentas de la obtención del poder, algunas con el pretexto de servir y hacer justicia, pero todas, sin excepción alguna, han terminado en el monopolio de los poderes, el de mando y el del dinero.

Allí han caminado con esos fenómenos las corrupciones y las impunidades que han sido condenadas por los propios corruptos y los impunes.

Permítame decir que esas dos fuentes de energía, el poder de “servir” y la obtención del dinero, siempre se han obtenido de manera ilegítima, aun cuando aparenten legalidad.

Legitimidad y legalidad, son principios que están en las normas supremas en todos los países, pero lo cierto es que solo adornan la ley fundamental y a su vez se convierten en instrumento para dominar y engañar.

Hay ciertamente casos en los que las personas han sido sencillas, humildes, serviciales, pero pronto llega el ansia de obtener poder imperial y dinero, que al final son actos ilegítimos.

De esto estoy convencido. Cuando escribí las biografías de los Secretarios de gobierno y de gobernación del estado, pocos, muy pocos no cayeron en esa desgracia de hacerse de dinero y de la costumbre de dominar a los demás. De los más de cincuenta secretarios no pasan de cinco que practicaron la pasión de servir y rechazar el camino de la corrupción y de la impunidad.

Ojalá, estimado lector, usted pueda hacer memoria y de encontrar los nombres de estos pocos, muy pocos, diputados, senadores, funcionarios y gobernadores.

Bertrand Russell escribió: “El afán de poder es la más violenta pasión humana”.

Mis correos: vivereparvo45@yahoo.com.mx / vivereparvo45@hotmail.com

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José Alarcón Hernández

Lic. en economía, con mención honorífica. Diputado Local dos veces y diputado federal dos ocasiones. Subsecretario de Educación Superior de la Entidad y Subsecretario de gobernación del Estado. Autor de 8 libros publicados por la Editorial Porrúa. Delegado de la SEP Federal en el Estado. Actualmente Presidente del Colegio de Puebla. A.C.