La contienda presidencial se mueve, con giros sorprendentes cada semana. La abrupta salida de Margarita Zavala del PAN ha descompuesto el cuadro totalmente. Pareció un temblor con efectos múltiples. E interpretaciones variadas también.

No provocó una desbandada, no por ahora. Pero tampoco dejó el terreno sólido para Anaya. A Ricardo le llueve más cada día, con filtraciones con olor a pino, a  Los Pinos naturalmente. Fuego de tal magnitud sobre el ambicioso dirigente panista no es casual.

Hay demasiada unanimidad para ser espontáneo. Sin dejar de anotar que Anaya ha sembrado con diligencia lo que hoy cosecha por dentro y por fuera.

Los senadores panistas que lo despreciaron se acomodan conforme a su naturaleza con Meade. Es el brinco del trepador profesional con tono celeste. No tardará mucho para que veamos su conversión inescrupulosa al priísmo. Ayer fue su compañero de gabinete, hoy es aliado.  No hay ideología, ni diferencias, ni principios. Sólo intereses. El director de la orquesta despacha en Palacio. Todos ejecutan la misma partitura.

López Obrador lo ha gritado todo el tiempo: PRI y PAN son lo mismo. El tiempo le va dando la razón. En Puebla lo vimos de modo más que evidente. Sólo tapándose los ojos podría negarse. ¿Acaso estamos por ver acá la segunda parte de la misma película?

 El doctor Enrique Cárdenas dice que no. Y trabaja en la sombra para que así sea.

José Antonio Meade será el candidato del PRI, eso  ya no está a discusión. El  tricolor fue secuestrado como ocurre cada sexenio para cocinar el destape a gusto y capricho del presidente.  Desde el PRI dirán lo mismo de la forma de operar de los demás partidos, donde las cúpulas deciden al margen y pisoteando  a sus desechables bases.

Esto explica el descrédito generalizado de los partidos. Más aún de aquellos desgastados en el uso y abuso del poder.

Y a Meade  le desbrozan el camino personajes de todo pelaje. Lo mismo empresarios que medios, organismos cooptados y “aspirantes independientes”.

 Ochoa hace maromas para esconder las credenciales panistas del candidato en ciernes y finge sordera ante las críticas de tener que depender de un panista  despreciando cuadros tricolores. Tampoco había mucha tela de dónde cortar.

Osorio Chong rumia el fallo que le es adverso. Acaso porque el sexenio resultó generoso para negocios propios o de familia sin levantar polvo. Y menos cargar en la espalda conflictos múltiples que eran de su área y competencia, y dejó pasar indiferente a la cuenta presidencial, por eso la bajísima calificación a Peña Nieto en los rubros de confianza y aprobación.

La señora Barrales hace honor a su apellido, y los medios la embadurnan de barro y fango por doquier. No le descubren una faceta desconocida, la muestran  tal cual es: predicar con tono de izquierda y acumular enorme fortuna con pragmatismo de derecha. El manejo mediático contra la perredista tiene la misma factura que los embates contra Anaya. Dijera el clásico, baste seguir la pista del dinero.

Los aspirantes presidenciales supuestamente “independientes” entran a escena como actores de la misma obra, unos más otros menos. Si acaso dos tendrán alguna carta de legitimidad, pero la casi treintena pende de hilos de titiriteros identificables. En algunos casos, el cinismo es brutal. Jaime “El Bronco” Rodríguez es el modelo.

La grabación que circuló profusamente sobre su pleito conyugal lo retrata de cuerpo entero. Exhibe que si no es capaz de controlar a su caballo, menos a su cónyuge. No obstante lo cual quiere manejar al país. El palafrenero también es tricolor, claro.

El llamado Frente Ciudadano hace agua. Sus promotores están en calidad de damnificados. Ahora les llueve de todos lados. Lo mismo de la presidencia que de Calderón y su señora, de Moreno Valle y AMLO.  Su reconstrucción será como el caso del terremoto: lenta y a largo plazo.

Y a largo plazo, ya se sabe, todos estamos muertos. Este organismo,  antes de brotar del agrietado cascarón

Sólo Andrés Manuel zorrunamente mira el escenario sin brincos ni  sobresaltos.

Parece que todos los demás le  están haciendo diligente y acuciosamente su trabajo.

Las encuestas lo muestran en el mismo  sitio puntero.

Y con los antecedentes vistos hasta ahora, no es nada remoto que haya nuevos imponderables que veamos, con el signo del escándalo y el desprestigio, sin tocarlo de modo amenazante.

Y en medio de todo esto, y más allá de las encuestas, pegue usted el oído a lo que dice la gente, husmée en todos los ámbitos, pregúntele  a Juan Pueblo qué  piensa de todo esto. Se va a llevar una agradable sorpresa… 

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