El terremoto, las fake news y el desarrollo del pensamiento crítico

  • Juan Martín López Calva
La naturaleza volvió a sacudir a México justo el día en que se cumplían 32 años del terremoto del 85

Con mi solidaridad para todos los afectados por el terremoto.

“En esa masa cada pizca de información fluye con el mismo peso específico. Y la gente, a la que se le niega el derecho a opinar por sí misma por falta de pericia pero que es constantemente abofeteada por las corrientes cruzadas de las contradictorias declaraciones de los expertos, no tiene manera de separar la paja del trigo…”

Zygmunt Bauman. Los retos de la educación en la modernidad líquida, p. 45.

La naturaleza siempre impredecible volvió a sacudir con su fuerza terrible a México justo el día en que se cumplían treinta y dos años del terremoto de 1985 que dejó como saldo más de cuarenta mil muertos en la Ciudad de México.

Esta vez los efectos se reflejaron en severos daños y más de dos centenares de personas fallecidas en prácticamente las mismas colonias de la Ciudad de México y también en varias comunidades de Puebla –incluyendo nuestra ciudad capital del estado- y Morelos.

Como en aquella ocasión del terremoto histórico, la tragedia despertó nuevamente la enorme y ejemplar solidaridad de la mayor parte de la sociedad mexicana que se ha mostrado heroica ayudando al rescate de víctimas y el levantamiento de los escombros en los edificios colapsados y organizando el reparto de ayuda a los damnificados.

Nuevamente han ido surgiendo también historias, imágenes y escenas muy conmovedoras que muestran la enorme generosidad y el gran compromiso de ciudadanos ejemplares. Ha destacado por supuesto el trabajo de los jóvenes que trascendiendo la etiqueta de “Millenials” con que los adultos los hemos calificado de indiferentes e incapaces de comprometerse con causas sociales, han demostrado un comportamiento digno de admiración y aplauso.

Todo esto es signo de renovación de la esperanza en un México marcado por el dolor, la violencia, la corrupción y la impunidad.

Además de aplaudir y expresar mi emoción por este ejemplo como han hecho muchos opinólogos y usuarios de las redes sociales, quiero referirme en este espacio de hoy a la emergencia del fenómeno de las “fake news” –noticias falsas- que se han difundido algunas veces viralmente y a la necesidad, nuevamente evidenciada en esta crisis, de trabajar en el desarrollo del pensamiento crítico de las futuras generaciones.

Porque una de las diferencias respecto al terremoto del 85 es que en esta ocasión nos encontramos inmersos en un contexto de explosión de los medios de comunicación y las redes sociales con todas las implicaciones positivas pero también con las consecuencias negativas de la llamada sociedad de la información.

Un caso emblemático y vergonzoso es el de la niña Frida Sofía, una supuesta alumna del Colegio Rébsamen a la que se estaba a punto de rescatar según relataron algunas fuentes de entre las brigadas de rescate a varios medios de comunicación. Este supuesto proceso de rescate mantuvo en vilo a gran parte de la sociedad ante la vehemencia con la que fue narrado por reporteros de varios medios de comunicación entre los que destaca por supuesto Televisa sin ser la única que estuvo siguiendo el caso.

Como todos sabemos la historia concluyó con una rueda de prensa de disculpa de dos funcionarios de la Marina Armada de México y con disculpas y aclaraciones o justificaciones de algunos de los medios involucrados y un linchamiento de otros a Televisa a la que se atribuyó haber inventado esta historia de forma deliberada para distraer la atención y levantar su rating.

No es el único caso de “fake news” durante estos días de labores de rescate. Durante varios días circuló profusamente y fue también viralizado el falso rumor de que se estaba iniciando la limpieza de los edificios derrumbados con maquinaria pesada cuando todavía no se había concluido la búsqueda de personas con vida y de cuerpos de quienes habían fallecido en estos sitios. Este rumor tuvo que ser desmentido reiteradamente por las autoridades ante la creciente molestia social generada por quienes inventaron esta versión.

Además de estos dos casos, se ha circulado también una nota falsa que afirma que los rescatistas japoneses que vinieron a México a colaborar en las zonas devastadas se habían regresado a su país muy molestos por el mal trato con que fueron recibidos por el gobierno mexicano. Esta falsedad fue también aclarada por fuentes oficiales que demostraron que no había tal molestia y que el equipo japonés no se ha retirado del país.

Estos son sólo tres ejemplos de muchos otros que proliferaron en las redes sociales durante estos primeros días posteriores al terremoto. Hay muchos más y ante la avalancha de noticias falsas incluso el periodista Esteban Illades prometió en su cuenta de Facebook que al terminar la emergencia dará un curso sobre cómo distinguir noticias falsas en internet.

Frente a esta realidad de las fake news lo más sencillo es crear culpables como en el caso de Frida Sofía que se asumió de manera simplificadora como una especie de “complot” de Televisa, que por su historia de complicidad con el poder se ha vuelto el blanco de la molestia de la sociedad ante cualquier situación negativa. Crear culpables nos exime de la responsabilidad de no saber distinguir una noticia verdadera de una falsa, de no verificar la solidez de la información que recibimos, de no analizar la seriedad de las fuentes que publican ciertas notas antes de compartirlas y difundirlas como hechos irrefutables, etc.

Pero la realidad es que en el contexto de la sociedad de la información, la avalancha de datos que nos inunda cada segundo y nuestra carencia de pensamiento crítico nos hacen muy vulnerables porque nos hemos vuelto incapaces de distinguir el trigo de la paja.

Este es –lo he planteado varias veces en este espacio- uno de los retos más grandes de la educación actual. Desarrollar un auténtico pensamiento crítico en nuestros estudiantes para capacitarlos en la identificación y evaluación de sus fuente de información, la generación de preguntas para verificar el sustento de la información que reciben y la deliberación responsable de lo que difunden.

Sólo así construiremos una sociedad democrática, bien comunicada y dejaremos de creer en historias de niñas inexistentes o rescatistas japoneses enojados.

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Juan Martín López Calva

Doctor en Educación UAT. Tuvo estancias postdoctorales en Lonergan Institute de Boston College. Miembro de SNI, Consejo de Investigación Educativa, Red de Investigadores en Educación y Valores, y ALFE. Profesor-investigador de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).