Alexis tiene 26 años; atiende mesas en una cafetería recién inaugurada en la 29 poniente 916, colonia Chula Vista en Puebla, Puebla. Fiel a sus instrucciones, procura con esmero a todo comensal. Al ver llegar a su clientela, aún sentado y comiendo. está pendiente y se levanta, se limpia boca y manos y, con gallardía, ofrece el menú del día con voz clara e impostada, como si de recitar un poema épico se tratara: “Sopa de verduras, espagueti, y lasaña o tortitas de pollo,  postre y agua de sabor. “¿Qué me recomiendas, Alexis?”, pregunté. “Yo comí lasaña, está rica”, respondió con amplia sonrisa. “Entonces quiero lasaña”, rematé.

Al terminar mis alimentos quedé con apetito de otra deliciosa porción de lasaña: “Alexis, ¿podría tener otro pedazo de lasaña? ¡Excelente recomendación!”. “Sí, --respondió contento--, ¡en una caricatura al personaje le encanta la lasaña!” (Garfield).  

Alexis Torres es un joven con Síndrome de Down. Este novedoso restaurante es una de las unidades productivas autosustentables del Centro de Atención Integral para Personas con Discapacidad Ilumina mi Vida, A. C. que capacitó a Alexis para el trabajo.

Un círculo virtuoso, autosustentable, se crea, porque ahí se come lo que producen en los huertos de traspatio del Centro y el pago de las comidas financia la alimentación de 70 personas de escasos recursos con discapacidad física, intelectual y auditiva --de Puebla, Cholula, Atlixco, Cuetzalan, Tetela de Ocampo, San Miguel Canoa--. Estas personas con autismo, Síndrome de Down, retraso mental, sordomudez, parálisis cerebral, poliomielitis, carencia de extremidades inferiores y superiores, esclerosis múltiple y distrofia muscular degenerativa, sin límite de edad, son beneficiarios de los servicios que ofrece Ilumina mi Vida, A.C.

Después de comer atendidas por Alexis, Tere Rodríguez, --fundadora de Ilumina mi Vida, A.C. a quien conocí hace 17 años cuando fundó esta AC y se presentó al hoy extinto Instituto para la Asistencia Pública del Estado de Puebla (IAPEP) a solicitar apoyo--, me llevó a recorrer las instalaciones que han crecido de manera asombrosa a través de su incansable esfuerzo para conseguir donativos para este fin. En el recorrido tuve el honor de conocer a quienes tienen un ingreso fijo por su trabajo en la producción constante de bisutería; Angy Trujeque de 31 años, sordomuda, jefa de producción de joyería quien dirige a otros trabajadores a través de señales y suaves golpes en las mesas de trabajo; Carlitos del Valle, 38 años con retraso mental, llegó a presumirme unos lindos collares que acababa de producir; Toñito Corona, de 56 años que engarza cristales en hilos y da besos a diestra y siniestra y, Lupita, quien alegremente repartió abrazos y sonrisas y me cedió su lugar en la mesa para verlos trabajar. Ella es beneficiaria de los servicios gratuitos de Ilumina mi Vida, junto con otras seis personas de la asociación civil, Mateo Quinto.   

En estas instalaciones, Ilumina Mi Vida cuenta con capacitación laboral, terapias de rehabilitación física, ocupacional, de lenguaje y psicológicas; terapias de medicina alternativa, huertos de traspatio para el cultivo de comida orgánica, cafetería, producción y venta de bisutería; enseñanza de meditación y espacios de lectura para padres y en construcción, dormitorios para personas con discapacidad del interior del estado.    

Su personal consta de 16 terapeutas de servicio social del Centro Mexicano de Humanidades y del Colegio Angelopolitano de Terapia Física, coordinadas por Diana Esponda, egresada de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla; y con 68 alumnos de servicio social para el apoyo en diferentes áreas: 40 estudiantes del Tecnológico de Monterrey; 24 de la Universidad de las Américas Puebla y 4 de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

alefonse@hotmail.com