Educación humanista: de lo abstracto a lo concreto

  • Juan Martín López Calva
Los humanismos laico-liberal y cristiano. Adecuar los principios a las situaciones concretas del hoy

“En la medida en que se atienda meramente a los conceptos, se puede pensar que los universales se les apliquen a los particulares: los universales serán la filosofía, y los particulares, aquello a lo que ella se le aplica. Pero se tiene que pensar también en la intelección, el chispazo inteligente, como el fundamento de la concepción. Esta intelección surge de los datos sensibles. Si pensamos de esta manera, veremos una relación muy diferente entre la inteligencia y los datos sensibles. La inteligencia, la intelección como chispazo inteligente, como base de la conceptualización, tiene una relación con lo particular y lo concreto muy diferente de la que se da entre los conceptos abstractos 'lo universal' y 'lo particular'…”

Bernard Lonergan. Filosofía de la educación, p. 15.

(https://mx.casadellibro.com/libro-filosofia-de-la-educacion/9789688596111/1191786 )

La educación humanista parece estar de moda. Si se revisan los documentos de sustento o promoción de las escuelas y universidades que funcionan en el país en la actualidad se puede constatar que un gran porcentaje de ellas afirman que ofrecen a sus estudiantes una educación humanista o que su modelo educativo es humanista.

El nuevo modelo educativo publicado por la Secretaría de Educación Pública en este 2017, afirma también que la educación que se busca promover en el sistema educativo nacional (SEN) está sustentada en el humanismo. Sin embargo, más allá de una referencia muy general al artículo tercero constitucional, el documento en cuestión no plantea cuál es la concepción de humanismo que está detrás del modelo.

De la misma forma, existen muchas escuelas y universidades que afirman en sus mensajes promocionales y en los folletos informativos o páginas web en que anuncian su oferta educativa que brindan una educación humanista sin definir de manera clara qué es lo que entienden por humanismo. Para este grupo de instituciones educativas, que intuitivamente parecen ser la gran mayoría, el término educación humanista no pasa de ser un eslogan publicitario.

Existe otro grupo de instituciones educativas que además de anunciarse como humanistas sí ofrecen algunas definiciones y descripciones de su concepto de humanismo y de los elementos o dimensiones que consideran prioritarios en una formación de este tipo. Se trata de instituciones más sólidas y serias que fueron creadas con una finalidad de aportación social y no meramente de negocio y que cuentan con un modelo educativo más o menos amplio y profundo del que se deriva una misión y una visión formativa de la que pueden dar razón a la comunidad.

Dentro de este conjunto de instituciones educativas humanistas que responden a una identidad bien definida y tratan de cumplir con una misión educativa de formación integral de sus estudiantes podemos encontrar una multiplicidad de definiciones y conceptos de humanismo que de manera general podemos agrupar en dos grandes tradiciones: la del humanismo de carácter laico que se define desde una visión filosófica liberal surgida en la modernidad y la del humanismo cristiano heredero de la tradición centenaria de la filosofía de los grandes pensadores católicos entre los que destacan san Agustín y sobre todo santo Tomás de Aquino.

En ambas tradiciones existen conceptos fundamentales que se consideran los pilares de la concepción de humanismo. Conceptos que se asumen, en el contexto de la cita que sirve de epígrafe a este artículo, como los universales que se aplican a los particulares, es decir, como los principios generales que se aplican a la realidad educativa en todos sus componentes –curriculares, didácticos, normativos, de gestión, etc.- para imprimirle el sentido humanista que sostienen la misión y visión de la escuela o la universidad en cuestión.

Pero la realidad es dinámica y cambiante como también lo es el ser humano y tal como afirma el mismo Lonergan, el problema de la educación “…es el problema de la educación hoy. No se trata de educar a los primitivos, ni a los antiguos egipcios, ni a los griegos, ni a los medievales, ni a la gente del Renacimiento, sino a la gente de hoy…” y si se asume el humanismo como una serie de principios filosóficos –de carácter liberal o cristiano o de cualquier otra tradición- que son los universales que tienen que aplicarse a los desafíos particulares que plantea el ser humano de hoy y la educación de hoy, será prácticamente imposible dar respuesta a las preguntas y problemas educativos que plantea el mundo actual.

En esta conferencia impartida por Lonergan a un grupo de directivos y profesores de escuelas católicas de los Estados Unidos en 1959 se encuentra, desde mi punto de vista, una buena explicación a la crisis que enfrentan las escuelas y universidades humanistas en la actualidad.

Porque el trasfondo de esta crisis se debe –y lo dicen de distintas maneras muchos directivos y profesores de escuelas humanistas con los que he tenido contacto a lo largo de mi trayectoria académica- a que el mundo de hoy ya no cabe en las categorías explicativas –en los principios universales- del humanismo liberal moderno o del humanismo cristiano clásico y tal parece que los esfuerzos de los educadores de estas instituciones se centran en tratar de que la realidad del mundo de hoy se adapte a los conceptos universales del humanismo o dicho de otro modo, a seguir tratando de aplicar esos universales a los nuevos y desconcertantes particulares que surgen en la vida de hoy.

El humanismo es este conjunto de conceptos universales y si la realidad no corresponde a ellos, peor para la realidad, parecería ser la respuesta de estos educadores e instituciones humanistas. La decepcionante conclusión de esta manera abstracta de entender el humanismo es que la educación humanista sería prácticamente imposible en el contexto actual.

Sin embargo en la misma conferencia Lonergan plantea una salida que tiene que ver con “pensar también en la intelección, el chispazo inteligente, como el fundamento de la concepción…si pensamos de esta manera, veremos una relación muy diferente entre la inteligencia y los datos sensibles…” La salida está pues en concebir el humanismo no desde una serie de conceptos universales fijos aplicables a las situaciones particulares cambiantes de la educación sino desde la apertura radical al acto de intelección a partir de los datos sensibles que ofrece la vida actual y la forma en que la enfrentan y conciben los seres humanos actuales.

De modo que para hacer viable la posibilidad de la educación humanista en el mundo de hoy, es indispensable dar el salto de una noción abstracta del humanismo entendido como un sistema de conceptos universales aplicables a todas las realidades educativas actuales a una noción concreta del humanismo entendido como una apertura y un esfuerzo radical por atender a los datos sensibles del ser humano de nuestros tiempos para trabajar por entender estos datos, reflexionarlos críticamente y deliberarlos a la luz de la búsqueda del bien humano en construcción.

Sólo a partir de este cambio radical de visión, será posible ir construyendo las condiciones de posibilidad para hacer realidad la búsqueda de una educación humanista que esté, como decía Ortega y Gasset, “a la altura de nuestros tiempos”.

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Juan Martín López Calva

Doctor en Educación UAT. Tuvo estancias postdoctorales en Lonergan Institute de Boston College. Miembro de SNI, Consejo de Investigación Educativa, Red de Investigadores en Educación y Valores, y ALFE. Profesor-investigador de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).