Los que transmutan el cobre en oro puro

  • Said Robles Casolco
Recuerdos de un amigo. Las vivencias. Las enseñanzas. El arte de aprender y de leer. Memoria.

Fin del año escolar y los 23 millones 200 mil alumnos  y 1.2 millones de profesores por fin cierran un ciclo escolar (2016 -2017), caracterizado por las alegrías de un año, los nervios de los exámenes, días de aprendizaje y hasta  los 15 minutos de receso se convierten en el privilegio de descanso bien ganado.

 

Así que a descansar de la Biología, la Química y de uno que otro número, que cómo dio dolor de cabeza, pero por qué no hablar ese diez ganado en los deportes,  de aquellas horas de pillerías y uno que otro destrozo con los mejores amigos.

 

Pero en estos días, el reconocimiento es principalmente el familiar, el del esfuerzo y aún más el de la esperanza y el gusto por el saber, el cual es el que tiene la oportunidad de hacer el cambio y la razón de vivir.

 

-Los hijos-

 

Así mismo, lo interesante es tener un final donde la familia tiene la oportunidad de ver el reflejo de todo lo que aconteció y esto se ve en la imagen del Whatsapp, la más esperada y la más compartida en el grupo familiar.

 

-Será un 10 de panzazo o de plano siete en inglés, o un nos vemos recursando otra vez un año escolar-

 

Y es que hoy día las competencias colectivas tienen una gran velocidad porque en redes sociales lo que más se espera son los Likes y/o cuantas veces se compartió  la foto de la boleta o a quién ya le tocó diploma, ser el abanderado. la entrega del título  de graduación con toga y birrete,  en fin, todo aquello que indica que se ha cerrado el ciclo,  y que es posible decir un verdadero adiós a la escuela.

 

Bien dicen que los tiempos cambian y siempre para bien, qué fortuna.

 

De forma muy personal, considero que la verdadera transmutación en los individuos, la hace el contacto social, así como nuestro mentor académico o de vida, junto con esos amigos de papel, que con sus hojas y narrativas y muchos números, nos hacen tan valiosos como oro puro.

 

En mi caso en particular, puedo compartir que mi acercamiento a los libros lo tuve en casa, pero nunca les hice caso y además los ignoré, porque siempre pensé que no debería de desordenar esa cadena de letras y colores tan rimbombantes, donde lo que más llamaba mi atención eran los empastados de piel y la extraordinaria forma de sus geometrías.

 

De hecho siempre pensé que si movía alguno de estos pilares, podría desatarse un tsunami de hojas y quizá hasta ese aroma tan peculiar se perdería en mi memoria.

 

Así que, tuve que esperar a que otro acontecimiento me hiciera entender el inmenso mundo de los libros.

 

La recomendación y el préstamo.

 

Un amigo de mi hermano, Roberto Marmolejo Guarneros,  me inició en la esquizofrenia de saber y vivir el maravilloso momento en que abrió para mí el primer libro, significando un momento de lo más raro en la vida en papel.

 

“La Araucana” , de Alonso de Ercilla (1569).

 

Un poema en verso, que a las dos primeras líneas nunca entendí, pero tuve la gran fortuna de que Roberto me contara episodio por episodio y abriera en mí la imaginación y la duda. Hoy día recuerdo épicamente cómo la conquista y las exploraciones de un nuevo mundo transformaban en mí, el camino al mejor vicio que hasta hoy día permanece: leer.

 

Por cierto, cada vez que veo una Auracana, tengo excelentes recuerdos y es uno de mis arboles preferidos.

 

A mi parecer, creo que para estas fechas vacacionales, resulta valioso tener un buen aliado, y el mejor es un buen libro; obviamente sin dejar de tener cerca un dispositivo móvil que ayude a  que la música te envuelva junto con esas narrativas y conmovedoras historias que van de línea en línea  y que seguramente harán que el tiempo  ayude a que las manecillas del reloj esperen y te ayuden a que falten tiempo  para poder llegar al final de la exquisitez del libro.

 

Aprovechando este tributo a mi querido amigo, que también me enseñó a trabajar para poder disfrutar lo que más he querido: cultura y  arte.

 

Un verano,  me invitó a trabajar. Mi trabajo consistía en llegar a las 6 de la mañana y prender el anafre con carbón, para poner nuestra olla de café y salir a vender pan de la Ideal, en lo que hoy es el corazón del barrio de Tepito. De hecho, si van al Centro Histórico de la ciudad de México, no duden en consentirse y disfrutar de estos manjares.

 

Así que una vez concluidos los ahorros, nos dábamos la oportunidad de ir a ver las puestas en escena de esa época en los teatros. El que más disfrutaba era el foro de la Conchita en Coyoacán. Lo mejor era ir al Complejo Cultural Universitario en la UNAM y mostrar  orgullosamente mi credencial de estudiante, así como recibir descuento para ver desde cine de arte, teatro, danza clásica, hasta alguna exhibición temporal.

 

Siempre salir el encuentro con los colegas y amigos hacia que esto se convirtiera en una peculiar tertulia, ya que siempre el mejor punto de encuentro era un rico café, convivir  y escuchar detalle con detalle de la crítica, y al final, tal y como una cereza del pastel, salir  con un buen libro para el deleite de la semana.

 

Qué días aquellos, donde uno era el cazador de todo lo que fuera arte escénico, principalmente.

 

Gracias, Roberto, por ser un transformador en años y años de crítico, de corrector de estilo y ser un cronista de la Ciudad de México y aún más de todos esos libros que seguramente disfrutaste e hicieron de ti un incansable escritor.

 

Podría seguir escribiendo de cómo también en la UAEM, hicimos de la Gaceta Siglo XXI de la FEUM, lo que significó el principio para mí de hacer Difusión de la Ciencia, pero creo que ese pasaje universitario en otro momento lo recataré para recordar a viejos amigos que harán falta en la lista de esta historia.

 

Lo que me queda es sólo iniciar unas excelentes vacaciones, hacer caso a las recomendaciones de los viales, a disfrutar mucho del tiempo, y hacer que el bolsillo no se desgaste mucho, porque el regreso sería catastrófico; además hacer que lo sano y los buenos momentos queden tatuados.

 

Gracias, amigo, y en tu memoria.  RMG, descansa en Paz.

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Said Robles Casolco

Es profesor-investigador en el área de Innovación y Tecnología del Instituto Tecnológico Gustavo A. Madero, con más de 25 años de experiencia académica en el área científica; con una producción de 31 solicitudes de patente y artículos de investigación nacional e internacionales.