Hemos cumplido, tía Gladys
- Alejandra Fonseca
Su actitud siempre pa’delante la identificaba. Siempre contenta, siempre alegre, siempre lúcida. Con mente preclara, hasta el último momento, pudimos platicar: Hora tras hora, día tras día, semana tras semana, un mes completo de tiempo penetrante.
Con memoria infinita recordaba nombres, fechas, colores, sabores, detalles. Y lo más importante: manifestaba con intensidad emociones, sentimientos e intenciones que seguían vivos por dentro. Nunca dejó de amar a quien amaba y perdonó a quien le intentó hacer daño. Sanó sus heridas y creció y creció y creció.
Con la esperanza de operarse las cataratas de sus ojos para poder ver sus programas favoritos y sus redes sociales, obedeció cada instrucción de médicos y terapeutas. Y se daba sus gustos: comía tan sabroso que cada invitación a su casa era compartir manjares con el grupo de amigas ahí reunidas.
Reía con la risa más sonora y alegre que todavía resuena en el viento que no cesa. Su mirada nunca escondió nada, nada de nada: alegría, enojo, consideración, tolerancia, amor, comprensión. Se daba cuenta de todo y lo expresaba. Estar con ella era tener la seguridad y certeza que todo tenía claridad y lo mencionaba como era: sin tapujos, sin recovecos, sin mentiras o digresiones; sin revueltas, sin curvas, sin sinuosidades.
Siempre me dijo que yo era una hija para ella; y siempre supo que ella era como una madre para mí: la madre que no te abandona aunque te hayas portado mal. Y te corrige con amor, con instrucción, con claror y con futuro, siempre dándole y empujándote pa’delante.
¡Ay, tía! Gracias por darme un mes entero de tu tiempo, de tu sabiduría, de tu dulzura, de tu amor y comprensión. De decirme que yo era tu mejor compañía y que conmigo te sentías segura y bien acompañada, alegre y en confianza. ¡Qué te puedo decir que me diste el mejor mes de mi vida en familia!
Tu transición llegó sin avisar y de manera fulminante. Así lo querías, así se te cumplió. Tenemos un pacto de amor y de no decirnos adiós porque no te has ido. Estás aquí adentrito con tu mirada dulce y palabras sabias. Recurriendo la una a la otra cuando necesitamos y eso permanece.
Guardar silencio es obligado en tu transición que fluye. Ya estás con quienes tanto has amado atemporalmente.
Oigo tu risa. Sé que estás bien y ten la certeza que yo también. Hemos cumplido, tía Gladys. Hemos cumplido, acompañándonos. Te quiero mucho.
alefonse@hotmail.com