¡¡¡¡Los verdaderos huachicoleros!!!!

  • Abelardo Fernández
Energías de frontera. Los huachicoleros y su tradición. El crimen organizado

Del siguiente subrayado de Fritz Perls, citado por Pedro de Casso en el libro Gestalt, terapia de autenticidad, podemos redactar reflexiones que alcanzarán una dimensión periodística es decir, de interés público, aquí la cita: “La frontera entre dos granjas está formada por una cerca. Esta cerca señala el contacto entre las dos granjas, pero al mismo tiempo las aísla entre sí… Siempre y cuando una frontera comienza a existir se siente como contacto y como aislamiento. De ordinario no existe contacto ni aislamiento, mientras que si existe confluencia no hay frontera. Esta confluencia es interferidas por las energías integradora y rechazadora, libido y agresión, amistad y hostilidad, sentido de familiaridad o extrañeza, o como quiera que se pretenda llamar a las energías de la frontera”. 

La primera imagen que produje fue el muro de Trump, los mexicanos de aquí y los de allá, los gringos de aquí y de allá, la hermandad y el rechazo, las agresiones y deportaciones y la cantidad enorme de mano de obra mexicana que requieren los gringos para cultivar sus productos y lavar sus baños. Sin embargo, la frontera pone más a México en México y a EUA en EUA. Qué pensar si también son fronteras para haitianos, africanos, guatemaltecos, hondureños, salvadoreños, países que se plantean más hermanados desde la acumulación y el desprecio de los estados unidos. Esta mañana la cita me pareció aún más útil y abarcadora, digamos, es quizá lo que merezca el centro de este artículo.

En el problemón de los huachicoleros es evidente que no existe frontera alguna, no están puestos los límites, la gente se ha podido robar la gasolina y el diésel desde hace más de 20 años sin problema alguno, en el terreno jurídico es hasta hace como 3 años que se percataron que la sanción para el robo de hidrocarburos solo implica cargos administrativos, las personas pueden salir de la cárcel con el pago de una multa. Pero aquí el problema es aún más grave, el jugoso negocio que se ha dejado crecer sin moral alguna -los mexicanos nos preguntamos quiénes organizaron realmente el robo de los hidrocarburos, si no fueron los mismos que ya sabían cómo se manejaban los hidrocarburos, pero esta puede ser una especulación simplemente-, ha creado tal poder y la entrada del crimen organizado a todo este desfalco, que suplicamos que ya se comiencen a poner vallas entre los ranchos para saber cuál es cuál. Ahora los diputados postulan enérgicamente que se culpe sin piedad a los que roban hidrocarburos, puesto que le “roban” al país más de 20,000 millones de pesos al año, el presupuesto del Conacyt, el del Politécnico, el del Infonavit que hace casas para los trabajadores: “están atentando contra los bienes de la nación”.

Durante sexenios y más sexenios PEMEX fue, si no es que sigue siendo, uno de los negocios más jugosos para los políticos mexicanos - y pronto lo será también para empresas extranjeras--, se decía que teníamos que aprender a administrarnos en la abundancia. Los ingentes sueldos de los funcionarios públicos,  el enriquecimiento desbordado de muchos de ellos, los multimillonarios desfalcos actuales, los robos a todas luces -robos de los hidrocarburos-, nos hace preguntarnos señoras y señores: ¿QUIÉNES SON REALMENTE LOS VERDADEROS HUACHICOLEROS? Qué pregunta tan espantosa de verdad, pero así es. Huachicolero que roba a huachicolero tiene cien años de perdón. Lo verdaderamente caótico del problema, que de suyo ya es verdaderamente caótico, me parece a mí, es el problema cultural, eso es lo realmente indignante, ahora resulta que robar está bien, que es lo que todos debemos hacer, que lo que realmente importa es pasarse el estado de derecho y la legalidad por el sitio exacto donde se unen la indiferencia con el cinismo con sus dos argumentos colgando dentro de su bolsita arrugada. El problema de la identidad, es decir, quiénes son los políticos y quiénes los huachicoleros, quiénes fueron los campesinos pobres de la zona de Acatcingo, Acajete, Grajales, Nopalucan y anexas, y que hoy se han convertido en el temido triángulo rojo crítico de los huachicoleros, donde curiosamente se pretende instalar una monumental armadora de Audis, háganme, ustedes, el regrandísimo favor; quiénes somos los ciudadanos de a pie que no robamos ni siquiera una lata de atún en el súper.

La gran confluencia de la indecencia y el cinismo corroe como un fantasma a este país, ya no sabemos quién es quién y cuándo es cuándo, mucho menos sabemos dónde es dónde. Sodoma y Gomorra, señores y señoras.  La identidad entre unos y otros huachicoleros es evidente, todos meten su popote a los hidrocarburos del país, y a los del planeta,  puesto que ya se los acabaron, el rechazo es porque unos quieren seguir robando y no quieren que los otros roben. Huachicolear es un verbo que conjugaremos alegremente todos por igual.  Es como si Chucho el roto, de pronto se convirtiera en diputado plurinominal, nomás eso nos faltaba. Es aquí donde necesitamos las verdaderas fronteras que acaben con esta inmoral confluencia.

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Abelardo Fernández

Doctor en Psicología, psicoterapeuta de Contención, musicoterapeuta, escritor, músico y fotógrafo profesional.