El nuevo traje del emperador...

  • Martín Michel Rojas
La historia de Andersen. La complicación y la simplicidad. La mirada torcida y la simple

Había una vez un emperador muy vanidoso que le encantaba ganarse su reputación a través de la  demostración de vestir los mejores atuendos refinados que pudieran existir, realmente gustaba de que lo vitoreara todo el pueblo y sus más allegados, por lo que era frecuente verlo pasear con su séquito por las calles a forma de caravana.

Un día, al castillo llegaron unos sastres reconocidos a ofrecer sus servicios al emperador para confeccionarle un traje especial, diferente a todos los demás, con la característica de que solamente la gente inteligente y sabía iba a poder ver y apreciar, y en cambio, los tontos y estúpidos por su misma mente limitada, no podrían percibir. El emperador quedó intrigado y mandó inmediatamente a crear su nuevo traje, adelantando una gran suma de dinero a sus ahora favoritos sastres. Realmente el mandatario estaba muy emocionado, y en el fondo pensaba "este traje  me ayudará a saber quiénes son mis mejores servidores, los más inteligentes, y así dejar afuera a todos los tontos".

Después de una prolongada espera, el día de la entrega llegó, e hicieron pasar a los sastres a un cuarto privado para poder mostrar el traje en primera instancia a los consejeros más allegados al emperador para que estos emitieran su opinión, a lo que todos se sorprendieron y quedaron estupefactos al no poder mirar nada. Los sastres sólo comentaban: ¿verdad que es precioso?, sólo un tonto no podría verlo, a lo que los demás con nervios respondían: ¡claro!, tiene unas perlas preciosas, no hay otro igual que este, muchas felicidades por su estupendo trabajo. La verdad es que en el fondo todos pensaban que si decían lo contrario, iban a quedar como tontos y probablemente el emperador los apartaría de su séquito.

Después de un rato, llegó el emperador, y conmocionado por todos los comentarios positivos que le habían hecho sus consejeros, ansiaba ponerse el traje, mismo que cuando se lo mostraron, reaccionó al igual que todos, sorprendido y estupefacto. Nuevamente los sastres hacían los ademanes necesarios como si estuvieran cargando y mostrando el traje, y decían ¿verdad su majestad que es inigualable?  Seguro usted lo aprecia con todos sus detalles, a lo que no le quedó más remedio que creerse con toda convicción que ahí en la nada había un traje, pues si no lo hacía, quedaría como el rey más tonto de la historia, y no era posible que todos sus consejeros lo percibieran y él no.

De inmediato mandó a preparar una caravana por toda la ciudad, para que todo el pueblo apreciara y vitoreara su nuevo traje. El rey en un par de segundos, ya estaba listo con su nuevo traje, cargando solamente una corona en su cabeza y una capa roja muy larga, todo lo demás se encontraba al descubierto, al desnudo. Los sastres sólo comentaban, "este traje es tan ligero que ni se percibe su peso".

La procesión por las calles comenzó y todo el pueblo estaba callado, asombrado del lo que veía, el emperador caminaba con tanta seguridad que ningún ciudadano se explicaba qué estaba sucediendo hasta  que de voz a voz llegó el rumor de que el traje solamente los tontos no podían percibirlo, por lo que todos comenzaban a vitorear de que se trataba del mejor atuendo jamás antes visto, toda una joya, claramente era evidente que el emperador estaba desnudo pero ante el temor de emitir un juicio erróneo que les costaría la vida, preferían creer que el emperador  paseaba con un traje especial para inteligentes.

La caravana parecía desarrollarse de la mejor manera hasta que un niño pequeño, por accidente  se atravesó en el carruaje del emperador y grito con carcajadas: "¡mira, mami, el emperador está desnudo!" . Ante este inocente comentario, todos los que estaban confundidos de lo que acontecía, que era la gran mayoría, comenzaron a reírse y a darse cuenta de que en realidad se trataba de que el emperador paseaba desnudo por toda la ciudad. Al percibir la reacción del pueblo, el emperador se acercó a su séquito a pedir explicaciones y le contaron lo sucedido y que habían sido estafados por unos falsos y embusteros sastres. No le quedó más remedio al emperador que apresurar el paso y terminar inmediatamente la caravana, lleno de vergüenza junto con todos sus consejeros.

Esta historia del escritor danés Hans Christian Andersen termina así, por cierto también autor de El patito feo, pero la narro con la intención de comparar y describir el comportamiento de la sociedad actual, y de forma especial, de la juventud y sus célebres íconos. Ya que en múltiples casos, pareciera que el hombre se atonta cada vez más con el paso de los años, actitud con la que se perjudica  a sí mismo al vivir en una mentira confortable; antes lo que parecía evidente, ya no se reconoce,  el estar acostumbrados a ser engañados, hoy se adopta como normal y hasta se cree como verdad. 

Que si Puebla no tiene deudas por las magno obras realizadas por el gobierno; claro, es un hecho, no hay duda, ¿por qué no habría que creerle al gobierno?. Que si el cambio climático y la contaminación ambiental no existen según el presidente Trump; pero por supuesto, debemos creerle, él lo dice, debe ser de inteligentes reconocerlo. Que si el sexo con preservativos es libre y seguro sin importar edad ni madurez, ¡bah, es obvio!, quien no piense así es un tonto, un retrógrada. Que si la Iglesia tiene mucho dinero y todos pederastas, pero claro, se reprimen, por eso están enfermos, son unos tontos quienes basan su vida en una fe medieval. Que si el gasolinazo era necesario para evitar una crisis mayor, por supuesto, era evidente que tenía que subir así, ¿por qué no había que creerle al presidente?. Que si la identidad de ser hombre o mujer no lo define mi sexo biológico sino mi múltiple y cultural género, claro que se puede, yo soy mujer por las mañanas y bisexual por las noches, aunque mi cuerpo tenga rasgos masculinos, ¿qué no sabes que el gen gay sí existe? ¡Bah la ciencia y biología es para tontos! Que si la mayoría de las canciones de reggaetón tienen letras misóginas y se usa  como objeto sexual a la mujer, pues sí, si no no sería reggaetón y no tendría sentido bailar, tú déjate llevar por el ritmo, la letra no importa, quien se enfoca en ello es un tonto, los artistas la crearon por algo, son inteligentes. Que si debemos dejar la escuela porque es una sistema pendejo y una guardería, obvio sí, #LaMars lo dijo en un video viral, no vez que ya es famosa, eso es ser inteligente.

Pero la verdad de todo esto,  es que como sociedad nos gana la vanidad como al emperador, nos enfocamos tanto en lo superficial, que seguimos caravaneando y elogiando todo tipo de mentiras,  información sin comprobar, sin usar en mínimo la razón o algún criterio, porque eso al joven de hoy, "le da weva", bien lo diría un alumno cuando la maestra le preguntó sobre  por qué no nos compartía cuál era el sentido de su vida, a lo que respondió: "Ay, Miss, eso a quién le importa, hay otras cosas más importantes que saber eso", después de esto, se puso su audífonos para seguir escuchando reggaetón.

Nos seguimos tragando puras estupideces que los medios de comunicación nos venden a través de quienes controlan las grandes cúpulas del poder y no necesariamente por ser los más inteligentes, haciéndonos más ignorantes y de mentalidad pobre. ¿Cómo evitar llegar a ser unos tontos? Leer, invertir en educación, investigación y difusión, pues es más tonto el que cree por conformismo o por el simple hecho del qué dirán que el que pregunta hasta por la razón más evidente. La verdad nos hará libres.

Y tu, ¿ya tienes tu traje nuevo?

Enhorabuena

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Martín Michel Rojas

Joven apasionado por la vida y el bien común, profesionista de la Comunicación y Maestro en Humanidades Anáhuac Puebla. Escritor, conferencista -dramaturgo motivacional. Fundador “Speaker Show, Formando con Locura”, empresa de eduentretenimiento