Justicia y poder, una cloaca

  • Xavier Gutiérrez
La justicia mexicana está podrida. Por sí, por su naturaleza y modus operandi.

La captura del prófugo Javier Duarte en Guatemala sólo confirma que la justicia mexicana está por las alcantarillas.

La historia se repite a cada paso. A Yarrington lo apresan en Italia, a Humberto Moreira en España, el otro Duarte quizá caerá  en Estados Unidos donde se esconde. Es la constante.

El escándalo del soborno de 10.5 millones de dólares de Odebrecht a Pemex (Lozoya, Calderón y el propio Peña en entredicho) estalla en Estados Unidos y Brasil.  Los Porkys de Veracruz son detenidos en España. Los compinches de los dos gobernadores presos están tras las rejas también en la Unión Americana.

Y así ha ocurrido en infinidad de casos en el pasado y seguramente seguirá en el futuro.

Las autoridades aquí, son ciegas, sordas, alegres cómplices de la rapacidad.

La justicia mexicana está podrida. Por sí, por su naturaleza y modus operandi, y por los hilos que la mueven.

Casi toda la estructura de la justicia del país responde a recomendaciones y promociones de políticos en el poder. Ellos proponen, promueven, apoyan y usufructúan. Y los ministerios públicos, jueces, magistrados y ministros responden obsecuentes a la fuente de poder.

Su docilidad los ata con hilos –literalmente- de oro a quienes tienen el poder. Lo cual no obsta para que ellos cultiven su propia clientela. En esta operación rebasan la esfera pública y extienden sus redes de tráfico y comercio al sector privado.

Si por sus ingresos son verdaderos cresos en la burocracia dorada mexicana, lo son infinitamente más por su riqueza al vender protección a la gruesa nervadura de la delincuencia del país.

De este modo, el maridaje entre el poder y la justicia no tiene frontera. O es un hilo tan fino que no se sabe donde inicia uno y termina el otro. Así, con este tejido de hierro, dentro del país sólo excepcionalmente conocemos de la acción de la justicia contra los peces gordos.

 La  justicia mexicana es, como se ha vuelto un lugar común decir, como la tela de una araña: captura minúsculos mosquitos del ámbito del infortunio, pero los grandes moscardones son auténticos buitres  que pasan burlándose socarronamente de la ley.

Cuando se expone esto, no se está exento del riesgo de ser tachado de superficial o de generalizar. O de pensar que con lo que se afirma se denigra  al país. Es incorrecto desde luego.

Con toda modestia, nunca estará de sobra exhibir y machacar el nefasto contubernio de “justicia” y poder. Es una pinza de tentáculos de complicidad que tiene capturado al país.

Muchos medios y comunicadores, al abordar estos pestilentes andamiajes, suelen hacerlo por la vereda, por la periferia. A veces porque las empresas para las que laboran son parte de la red de control, o ellos mismos son piezas de los vasos comunicantes que salvaguardan este orden nacional.

Por fortuna, ese sistema de control cada vez es más vulnerable. Siempre habrá periodistas, analistas, medios y espacios de las redes sociales que ventilen esta podredumbre.

Es torpe e ingenuo intentar ocultar o manipular con un manto de protección esta capa de asquerosidad. El colmo del cinismo es gritar a la sociedad que está en marcha un sistema anticorrupción, que la justicia “llegará hasta sus últimas consecuencias”.

Todo eso es una verborrea que no la cree nadie.

Es triste decirlo, pero a veces, la imagen del país con los poderosos que padecemos, más parece una taza rebosante de excremento con eficientes operarios que la colman, que lo que alguna vez  se caracterizó como un cuerno de la abundancia.

xgt49@yahoo.com.mx  

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Xavier Gutiérrez

Reportero y director de medios impresos, conductor en radio y televisión. Articulista, columnista, comentarista y caricaturista. Desempeñó cargos públicos en áreas de comunicación. Autor del libro “Ideas Para la Vida”. Conduce el programa “Te lo Digo Juan…Para que lo Escuches Pedro”.