EL PERMANENTE RETO DE SER PROFESOR EN MÉXICO

  • José Guadalupe Sánchez Aviña
Pérdida del valor social de la educación. Estudiantes, profesores, padres de familia, necesarios.

En la entrega pasada comenté sobre la necesidad de considerar que los procesos educativos se presentan en todas partes y en todo momento, la llamé educación ubicua y señalé que si esto es real, entonces la responsabilidad de la educación recae en cada uno de nosotros. Hoy quiero referir lo que la escuela como organización formal representa en un contexto como el contemporáneo y muy especialmente al permanente reto de ser Profesor en México.

Contexto adverso, verdaderamente adverso, sirve de marco a la actuación de la escuela mexicana, solo por mencionar algunas: la pérdida de valor social de la educación, concebida como simple instrucción en el mejor de los casos; el deterioro de la imagen social de los profesores y en general de quien se dedica al campo educativo; el grave problema de la pobreza que impone otras prioridades; lo derivado (o asociado) de las recientes elecciones en los Estados Unidos; y desde luego la violencia que impone el estado del miedo que paraliza.

¿Qué posibilidades? ¿Qué hacer desde la escuela? Algunos podrían señalar que no hay nada que hacer, que habrá que resignarse ante el peso de la realidad que nos aplasta; sin embargo, habrá otros que como yo, consideran este momento como un momento de oportunidad en el que la esperanza nos mueve.

Ante la evidencia irrefutable de un sistema educativo que no cumple con su misión de formar integralmente al Ser Humano (sea o no intención premeditada del sistema) se hace indispensable la actuación consciente y decidida de los actores educativos directos: Estudiantes, profesores, padres de familia y personal escolar.

Ha de ser desde la escuela desde donde se genere la respuesta necesaria, desde donde se forme al ciudadano capaz de tomar en sus manos su propio destino, compartido con otros; un ciudadano reflexivo y activo, un ciudadano empoderado. Suena bien ¿verdad? Sin embargo ¿es posible esto? Sí, pero se requiere de un profesor que, en primer término, se reconozca como valioso para la sociedad, que se asuma como eje central de la educción, que acepte su responsabilidad entendiendo que la educación es vocación que exige profesionalización; se requiere un profesor reflexivo y activo, es decir se requiere de un profesor igualmente empoderado.

No hay diferencia en esencia, si es normalista o no, si es de pública o privada, si atiende un nivel educativo u otro, si es rural o urbano, si es joven o viejo; todos tenemos la misma responsabilidad. No debemos perder de vista el objetivo primario de la educación, formar seres humanos; esto nos coloca en una tarea a contracorriente pero también nos brinda la oportunidad de representar puntos de resistencia ante un contexto francamente amenazante a la condición humana.

No importen lastres administrativos, provengan de dependencias oficiales o sindicales, no importe el descrédito gratuito que socialmente soportamos, no olvidemos que son los profesores de este maltrecho País quienes lo han mantenido de pie en momentos difíciles, concibamos que somos capaces de responder ante los otros. Recuperemos lo utópico de la educación, no porque no se pueda realizar, sino porque nos aporta un sentido a cada paso que damos.

Los profesores que aludo sabrán que el aula nos pertenece y que a pesar de los pesares, seguimos haciendo lo que consideramos lo mejor para los estudiantes; ¿Los cómo? No es pregunta pertinente en este momento.

El autor es profesor de la Universidad Iberoamericana Puebla.

Este texto se encuentra en: http://circulodeescritores.blogspot.com

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José Guadalupe Sánchez Aviña

Doctor en Educación, Sistema Universitario Jesuita ademas de ser maestro en Investigación Educativa por la Ibero Puebla realizó su licenciatura en Sociología por la UNAM . Actualmente es Académico de Ibero Puebla