Educación ubicua y responsabilidad ciudadana

  • José Guadalupe Sánchez Aviña
Lo humano del Ser. Vs. un sistema educativo que mantiene personas adormecidas

Texto inicial de 2017, cuya fundamentación se encuentra en el fondo de un corazón que late asido penosamente a un resquicio de esperanza que resiste heroico, tal vez empecinado en no morir…

Emboscado por un contexto aterrador, recurro a una convicción personal básica, fincada en las posibilidades que una verdadera educación tendría para recuperar lo humano del Ser. Por supuesto que esto va más allá de la “Educación” formal institucionalizada y prostituida por un sistema educativo mexicano que opera a la perfección, sí, a la perfección pues si la pretensión es mantener una población desarraigada, sin identidad, insatisfechos, indolente, indiferente, superficial, aislada, en miedo permanente y sin esperanza de futuro… para mantenerla como masa amorfa e ignorante, incapaz de encontrase a sí misma… los resultados son contundentes.

Para que este sistema educativo del que hablo opere con tal eficiencia, se requiere la complicidad de los diferentes actores del animal burocrático, sean empleados en secretarias de estado o sindicatos o similares. De manera complementaria pero decisiva, el grueso de la población acepta el guion del Estado y representan a la perfección el papel que se les asigna; sí, también la población es cómplice del estado tan deplorable en el que nos encontramos como sociedad humana.

Las consecuencias del éxito de esta propuesta “Educativa”, salta a la vista: no obstante los anuncios triunfalistas de los aumentos de escolaridad entre la población, existe un proceso inverso de educación; proceso, este último, que encuentra uno de sus máximos, en el vacío provocado en los individuos, las consecuencias latentes tarde que temprano se manifiestan.

Si el aparato educativo le pertenece a quienes lo operan siguiendo sus propios intereses, ¿entonces los ciudadanos qué podemos hacer? Sin representar una receta sino una simple opinión, de un buen principio alternativo, que como dije encuentra sustento en el corazón, debemos entender que la educación es ubicua, es decir, que se da en todas partes y en todo momento, que lo que ahí sucede es tan importante o incluso más, que lo que se encuentra en las escuelas. Pero reconocer esto, implica aceptar la responsabilidad que tenemos en la educación de los demás, no solo de los niños, ni mucho menos de solo nuestros niños sino de todo niño y de toda persona que nos rodea.

Arranquemos la educación de las manos perversas del Estado, sigamos escolarizándonos, sin embargo, retomemos las riendas de nuestra vida; consideremos la posibilidad de que encontrarnos a nosotros mismos en comunidad es una alternativa de resistencia, el cuidarnos el uno al otro y nosotros mismos revierte los efectos de soledad, insatisfacción, frustración, miedo que hoy nos tienen cautivos. Dejemos de buscar fuera de nosotros lo que de sí nos define como personas humanas y que reside dentro de cada uno. Dejemos de esperar que “el gobierno”, “los redentores”, “los justicieros sociales”… hagan lo que cada uno de nosotros debería hacer todo el tiempo y en todas partes.

Sí, continúo creyendo en las posibilidades que la esperanza en movimiento nos aporta para sobrevivir humanamente; no me disculpo si proyecto la imagen de utópico, pues el llegar a serlo siempre ha sido mi aspiración.

En cuanto a lo que al interior de las escuelas se puede hacer y las exigencias que este contexto representa para los profesores, son dos asuntos que por el momento pueden esperar para la siguiente colaboración, así que hasta la próxima.

[El autor es profesor de la Universidad Iberoamericana Puebla.

Este texto se encuentra en: http://circulodeescritores.blogspot.com

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José Guadalupe Sánchez Aviña

Doctor en Educación, Sistema Universitario Jesuita ademas de ser maestro en Investigación Educativa por la Ibero Puebla realizó su licenciatura en Sociología por la UNAM . Actualmente es Académico de Ibero Puebla