El incremento de los niveles de vida con acceso a drenaje, agua potable y demás servicios en las comunidades urbanas y la mejora en la salud pública alejó a piojos, chinches y ladillas de nuestro cuerpo y hogares. Sin embargo el gran hacinamiento de las ciudades, la crisis económica global ha hecho que ya hayan resurgido las chinches de cama (Cimex lecturlarius) y que estén presentes no solo en nuestras casas, sino que también en hoteles, centros de convenciones y demás lugares donde existen alfombras y mobiliario con telas. El problema es que es muy fácil que se alberguen en nuestra ropa y así ser transportadas desde estos lugares a casa. Adicionalmente, un aspecto de la biología de la chinche es que al emerger como adulto los machos copulan con las hembras y son fértiles el resto de su vida poniendo centenas de huevos, lo que hace muy difícil de exterminar.

De hecho las chinches no pueden ser eliminadas mediante el uso de insecticidas comunes o el que aplican compañías especializadas. La única maniobra es la de calentar toda la casa a más de 70 grados centígrados por un período de horas para que mueran todas las fases de desarrollo como huevos, pupas y adultos, lavar y planchar la ropa o bien usar espuma de CO2 en las oquedades de la casa o en los muebles.

A este problema con las chinches se agrega la aparición de la chinche tropical Cimex hemipterus, de la cual se ha confirmado su presencia desde 2015 en el estado de Florida en los Estados Unidos de América en el condado Brevard y se ha propagado al de Orange. Pero desde hace 20 años se han reportado estas chinches en Tanzania, Sri Lanka Malasia, Australia y Ruanda.

Brittany Campbell de la Universidad de Florida en Gainesville atribuye al cambio climático la dispersión de este tipo de chinches, pero lo más importante es que los humanos proveen condiciones ideales para que las chinches se desarrollen, por lo que lo más relevante es prevenir llevarlas a casa después de estas vacaciones decembrinas y poder evitar ser infestados por estos insectos indeseables.