Revolución Educativa es Cambiar la Mente y el Corazón del Maestro

  • Guadalupe Barradas Guevara
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El presente artículo parte del reconocimiento de que proceso de enseñanza-aprendizaje es una práctica viva en donde la docencia, constituida por diferentes personajes, siempre está en constante transformación, en constante cambio, en constante intercambio, fundamentada de ciertos valores, de ciertas emociones y juicios, que a través de los conocimientos, las creencias, las decisiones y las acciones de los profesores van generando formas de aprendizaje que en un ideal llevaría a los alumnos a desarrollarse integralmente.

En primer lugar, debemos entender a la docencia como una actividad social con dimensiones intelectuales y morales, en donde las primeras son centradas en lo que los alumnos saben, sienten, piensan y valoran sobre la asignatura que están aprendiendo, así como la adquisición y construcción de nuevos conocimientos sobre el mundo. Mientras, que las segundas, se centran en el estar alertas a las respuestas de los alumnos en relación con las oportunidades de crecer como personas. Ante esto, Hansen señala que la atención moral nace, en parte, del hecho de ser consciente de que cada alumno es un ser único e irrepetible que encarna una serie de predisposiciones, capacidades, conocimientos y perspectivas particulares y en desarrollo. Desde este punto de vista, los vínculos básicos entre el maestro y el alumno no son sólo ideológicos, como apunta Wilson (en Hansen, 2002), los vínculos entre ellos son intelectuales y morales, relativos a su conocimiento, comprensión y crecimiento emergente como personas.

Integrando a lo anterior, que ser maestro en cualquier comunidad educativa, significa iniciar una carrera con una estructura definida y comprometida, que a través de su experiencia, y de su constante actualización, construye una sensibilidad general, empírica, hacia los procesos de interacción personal, que le permite comprender la estructura social del aula y en consecuencia adaptarse a las necesidades de ese nuevo ambiente y actuar en consecuencia.

Por otra Asimismo, Hansen (2002) indica que, la atención moral e intelectual del profesor hacia los alumnos, la cual no es un medio para lograr un fin. Es decir, los docentes no sólo atienden a sus estudiantes para favorecer el aprendizaje; les prestan atención porque eso es ser un profesor.

En otras palabras, la docencia conlleva una relación moral, no sólo académica, entre el maestro y el alumno. Manifestándose esta relación en el modo en el que los docentes, a través de la generación de ambientes, tratan a sus alumnos en relación a la asignatura. Las opciones curriculares del educador llevan un juicio de valor o normativo, por ejemplo: “esto vale la pena estudiarlo o esto no”. Cualquier modo de tratar con un estudiante o de trabajar con él revela una percepción o un juicio moral.

Como es bien sabido, el maestro es trabajador y a la vez sujeto, entonces, en su quehacer docente debe recurrir a sus conocimientos profesionales y a sus experiencias obtenidas a lo largo de su vida, para cumplir con sus metas. Siendo sus valores inseparables de su quehacer como docente.

Dicho lo anterior, podríamos establecer que no es posible una enseñanza o una educación neutra. Puesto que el docente al tener que interactuar con sus alumnos en combinación con el desarrollo de la clase, o del texto que ha elegido, o en la forma a evaluar, ofrecerá siempre un modelo de sentido como persona, ya sea de generosidad, de alegría, de compromiso; o, por el contrario, se presentará como un modelo de arbitrariedad, de cinismo o de escepticismo.

Por lo tanto, ubicar la mirada en la dimensión moral del maestro es una de las complejidades más serias de la educación y más íntimas del docente. Observar la persona que existe en el docente es entrar al mundo de sus fortalezas y debilidades, o, quizás, al de su fragilidad o de su consistencia vocacional. Como dice Rockwell (1985), es necesario que además de que los sistemas de gobierno encargados de la educación elaboren interesantes diagnósticos, pero sobre todo que hagan propuestas en relación al trabajo objetivo del maestro ya que sin esto ninguna propuesta educativa tendrá alguna posibilidad de prevalecer. Es decir, si las propuestas fueran planteadas desde lo que sí se tiene, entonces se hablaría de potenciar, apoyar o impulsar a los maestros, pero desde su propia plataforma. En la medida en que cambie el corazón y la mente de éstos, cambiará entonces la educación de hoy, como también sostiene Stenhouse (1997) y Rugarcía (2001).

Dicho lo anterior, recordemos que en la práctica educativa, no sólo los materiales curriculares, la tecnología y el apoyo de los profesionales son importantes, ya que su impacto en el aula depende, en gran medida, de la capacidad de comprensión, de los conocimientos, de la iniciativa y de la receptividad del maestro y, al mismo tiempo, como la persona que es, éste puede influir en forma directa o indirecta en la calidad intelectual y moral de sus alumno y, porque a final de cuentas, se nos ha olvidado que el medio más eficaz que tenemos para hacernos humanos es la educación, porque si esto no fuera así, entonces ¿para qué educar?

Referencias

Hansen, D. (2002). Explorando el corazón moral de la enseñanza. Barcelona, España:

Idea Universitaria.

Rockwell, E. (1985). Ser maestro, estudios sobre el trabajo docente. México: Ediciones

El Caballito, SEP.

Rugarcía, A. (2001). Los Valores y las valoraciones en la educación. México: Editorial

Trillas.

Stenhouse, L. (1997). Cultura y educación. España: Colección Ideología, Pensamiento y

Educación.

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Guadalupe Barradas Guevara

Doctora en Educación y  Maestra en Investigación Educativa por la Universidad Iberoamericana Puebla, y Especialista en la Enseñanza de Educación Moral y Ética por la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente, docente de licenciatura y postgrado. Ha sido investigadora, en concordancia, de la UIA y la REDUVAL.  Autora y coautora de artículos indexados: “El maestro es un agente moral”; “Calidad educativa: Mito o Realidad”; “Valores Profesionales en la Formación Universitaria”, entre otros.