Las reformas estructurales dictadas desde Estados Unidos

  • Oscar Barrera Sánchez
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Las tan mencionadas reformas estructurales que ha aprobado el gobierno mexicano y que tanto han gastado en publicidad en los medios de comunicación como estrategia de legitimación responden a intereses del capital extranjero y, específicamente, al gobierno y las empresas de origen estadounidense. La reforma energética, estructurada desde los Estados Unidos, beneficiará a un país que cuenta con escasas reservas probadas de petróleo y a las grandes corporaciones que favorecerán la candidatura de Hillary Clinton rumbo a las elecciones presidenciales estadounidenses en 2016.

Los correos electrónicos divulgados por el Departamento de Estado estadounidense y publicados por el sitio en internet DesMog, sólo muestran que el proceso de privatización de los recursos energéticos del país y venta de los sectores estratégicos del Estado benefician al gobierno y las corporaciones de los Estados Unidos.

Las reformas al sector energético aprobadas, el 20 de diciembre de 2013, por el gobierno de Enrique Peña Nieto que modificaron los artículos 25, 27 y 28 constitucionales profundizan un proceso de privatización de la explotación de hidrocarburos, y no modifican la renta petrolera, para sostener un paradigma de economía política subordinado a la acumulación de las empresas globales y las necesidades de las grandes potencias, específicamente la demanda de crudo de Estados Unidos, quien, con el 5% de la población mundial, consume todos los días 21 millones de barriles de petróleo, de los 84 que se producen en el mundo. Pero, según el documento Oil addiction threatens US security and undermines its influence, but faculty say our got –it- alone attitude is making things worst, de la Universidad de Stanford, de 2006, Estados Unidos solo tenía reservas probadas de petróleo para mantener este nivel de consumo por cuatro años.

Ante tal escenario, no es nada novedoso que el gobierno de los Estados Unidos interviniera de manera clara y cínica en las modificaciones constitucionales respecto a la privatización de los hidrocarburos, el gas natural, entre otros energéticos estratégicos para el desarrollo económico del país. Cabe destacar la actitud entreguista del gobierno federal mexicano y de la mayor parte de diputados y senadores, de todos los partidos políticos, quienes legalizaron esta intromisión norteamericana. Esta intervención, además de reconocer a México como patio trasero de los Estados Unidos y, por lo pronto, su abastecedor de petróleo, beneficia directamente a personas (como Hillary Clinton, el exembajador norteamericano en México, Carlos Pascual; David Goldwyn, primer coordinador internacional de Energía, consultor y abogado de empresas norteamericanas del ramo energético; y Neil Brown, consultor quien tiene fuertes vínculos con la Agencia Central de Inteligencia -CIA-) y corporaciones del ramo, como Exxon Mobil, Chevron y BP.

Obviamente, a diferencia de lo que publicita el gobierno de este país, quienes tendrán mayores beneficios producidos por la reforma energética no serán los mexicanos, sino los norteamericanos. Cabe preguntarse, ¿qué otras reformas son producto de sus necesidades? ¿cuáles corresponden con los intereses de sus gobiernos, grupos financieros y corporaciones? Del mismo modo, ¿cuál será la respuesta que dé el gobierno mexicano ante la exhibición de su sumisión, sometimiento y vasallaje ante un gobierno extranjero? Y, obviamente, ni siquiera hablar de la traición a la patria de quienes avalaron formal e ideológicamente la privatización del sector energético.

Con esta reforma y, ahora, la publicación de su trasfondo económico, Estados Unidos se cobra la afrenta que México hiciera en 1938 y, regresa al pueblo de México, en pleno siglo XXI, a las condiciones previas a la Revolución mexicana, cuando las empresas extranjeras, al amparo del multifestejado Porfirio Díaz (héroe del sexenio priista), despojaran y dominaran un sector de suma importancia para este país. Tal y como afirma Alberto Montoya, catedrático de la Universidad Iberoamericana, en Reforma energética: traición a México: “El cambio constitucional, sin fundamento racional y ético, conduce al país a una condición de colonia estadounidense con un régimen de apartheid, bajo control económico, democrático, ideológico, militar y diplomático de Estados Unidos de América”.

Pues de nueva cuenta, el gobierno mexicano vuelve a mostrar una actitud despreciable e indigna ante el gobierno estadounidense y queda claro que las “reformas que necesita México” (cómo decían los spots propagandísticos de las reformas de Peña Nieto), las dictan los vecinos del norte y las grandes corporaciones internacionales.

Picaporte

Felicidades, comandante Fidel Castro Ruz por sus 89 años de edad y gracias por seguir diciéndonos que “[…]Nunca hubo más pobres en América Latina, nunca hubo mayor desempleo en América Latina, nunca hubo mayor desigualdad en América Latina, pudiéramos decir que nunca hubo más desatención a la educación, más desatención a la salud, más desatención a la pobreza, a los desamparados; nunca hubo más niños sin hogar, nunca hubo más niños en la calle, nunca hubo un mayor incremento de la violencia social, nunca hubo un mayor incremento de los vicios, de las drogas, del tráfico de drogas; nunca hubo una mayor renuncia —se puede decir— a valores que fueron siempre sagrados para todos nosotros, los latinoamericanos, y se puede decir, en realidad, que nunca hubo menos esperanzas, porque el neoliberalismo no es una teoría del desarrollo, el neoliberalismo es la doctrina del saqueo total de nuestros pueblos […]”.

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Oscar Barrera Sánchez

Doctor en Ciencias Sociales y Políticas por la UIA. Comunicador y filósofo por la UNAM y teólogo por la UCLG.